6 El día de Naomi

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Me voy a arrepentir de esto...
Era jueves. Llevaba un ramo de flores en las manos, uno que me costó conseguir tras revelarle ciertos secretos a Stella y Rosa.

Ese día, antes de la salida, me dirigí al club de jardinería con la esperanza de que Rosa tuviera algunas flores sobrantes. Hacía poco habían podado algunas plantas, y pensé que podría aprovecharlo.

Les dije que quería llevarle las flores a Naomi, que estaba en el hospital. Les expliqué lo que ocurrió el martes, cómo la encontré y la llevé a la enfermería. Aunque Stella y Rosa no se llevaban precisamente bien con Naomi, no le deseaban ningún mal.

—Oye, Anon, ¿por qué tanta preocupación por ella? —preguntó Stella, con una mirada de sospecha. —

Rosa añadió sin rodeos:
—Pensé que, de todos, tú eras el que peor se llevaba con ella. ¿Acaso pasó algo entre ustedes? —

Tragué saliva. Por qué soy tan malo mintiendo...

Stella se cruzó de brazos y lanzó una pregunta que me hizo sentir como un niño atrapado en una mentira:
¿Te la tiraste también, verdad? —

Una mirada fulminante de Rosa fue suficiente para que mi resistencia se desmoronara.
—Sí... —admití, derrotado—. —Pero déjenme explicarles.... —

Les conté todo, desde el principio hasta el final. Les di el contexto completo.

—Y me siento culpable porque creo que fui yo quien la llevó a la depresión... —añadí, con la voz quebrada.

Rosa y Stella se miraron entre ellas, como si compartieran una pregunta que ya conocían. Luego, al unísono, soltaron:
—¿Hay otra? —

Negué con la cabeza rápidamente.
—No, no. Solo ustedes dos, la señorita Roberts... y Naomi. Naomi fue la primera...—

La mirada de Stella reflejaba indignación, mientras que la de Rosa era más fría, más calculadora, como si estuviera evaluando hasta qué punto merecía su desprecio.

Sabía que este momento llegaría, pero no pensé que sería tan pronto, ni tan doloroso.

Rosa suspiró, rompiendo el tenso silencio.
—Mira, Anon... estamos molestas contigo. Pero si quieres nuestro perdón, vas a tener que compensarnos... ¿entendido? —

Stella asintió, aunque su tono seguía siendo seco:
—Está bien, aceptamos que nosotras dos juntas tal vez no podamos satisfacerte, pero tampoco te pases de la raya. —

—¿No deberían estar crucificándome ahora mismo? —pregunté, medio en broma, medio en serio.

Rosa me miró con una ceja levantada.
—No blasfemes, Anon. —

—Lo siento... —murmuré, sintiéndome aún más pequeño.

Stella me miró con frialdad.
—Mira, Anon, como dijiste la otra vez, estamos atadas a lo que traes entre las piernas, pero tienes que ponerte límites. Te dejaremos pasar lo de Naomi... solo porque fue la primera, y porque ella y Naser prácticamente están separados... además, según tú, a Naser parece no importarle y hasta te apoya... tch que Cuck susurro estela lo último.

Sentí que cada palabra de Stella me golpeaba, pero traté de mantener la compostura.
—¿Y qué quieren que haga? —pregunté, sabiendo que la respuesta no sería fácil.

Rosa me miró, su sonrisa tenía un toque de malicia que no había visto antes.

—Aún no te diremos, parte de tu castigo será que te tortures pensando en lo que querremos... —respondió con un tono que me hizo estremecer.

Snoot H Arreglando dinoproblemas a dinoc0+1#/$Donde viven las historias. Descúbrelo ahora