Se acercaron a Zorobabel y a los jefes de las casas paternas, y les dijeron: —Permitidnos edificar con vosotros; porque como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y a él hemos ofrecido sacrificios desde los días de Esarjadón, rey de Asiria, que nos trajo aquí. RVa — Esdras 4:2
En ocasión del regreso del pueblo de Israel de su cautividad hacia su tierra, en el momento en que comenzaban a reedificar el templo los samaritanos se ofrecieron para ayudar al pueblo a reedificar. Esto se debía a que los samaritanos "adoraban" al Dios de Israel.
Los samaritanos habían llegado a la tierra de Samaria porque el rey de Asiria había asolado a los israelitas que vivían en esa parte, pero al llegar tuvieron numerosos contratiempos, por lo cual concluyeron que debían adorar al Dios de esa tierra.
Estos se mezclaron con muchos israelitas que habían quedado, pero mezclaron su adoración idólatra con la adoración al Dios verdadero. Utilizaban imágenes e ídolos para representar a Dios, violentando así el segundo mandamiento, además de otras abominaciones.
Por esa razón fue que Zorobabel y los israelitas no les permitieron edificar con ellos el templo, porque podrían influenciar negativamente en el mismo y así Israel caería en el pecado que los llevó a la cautividad.
En los días presentes, como siervos de Jesucristo, es posible que alguien nos brinde alguna "ayuda", pero antes de aceptarla debemos consultar a Dios y examinar si realmente viene de él, de modo que "la cura no sea peor que la enfermedad".
Hay muchas personas que son seducidas por las ofertas de este mundo, por las invitaciones a ganancias dudosas. Deberíamos cuestionarnos cuál sería el fin de esto, y que si servirá para edificación o perdición tanto nuestra como de los que observen tal cosa.
Es mejor edificar con Cristo y despacio, que con el mundo y rápido.
Dios te bendiga.