Capítulo 2

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El amanecer iluminaba débilmente las calles de Madrid cuando Clara Fernández cerró la puerta de su apartamento por última vez antes del viaje. El aire fresco de la mañana la envolvía, pero no lograba disipar la extraña inquietud que llevaba cargando desde que recibió el primer mensaje de Laura. A medida que se alejaba de su hogar, el eco de sus propios pasos le recordaba lo incierto de la aventura que estaba a punto de emprender. ¿Qué podía estar esperando en Rivermoor? Un lugar que ni siquiera conocía hasta ahora, pero que parecía tener una conexión misteriosa con ella.

La estación de trenes de Chamartín estaba, como siempre, en plena actividad. Clara miró el reloj: tenía tiempo suficiente antes de que su tren partiera. Se detuvo en un café y pidió algo ligero para desayunar, pero apenas probó bocado. Su mente seguía ocupada con las preguntas que habían surgido desde la llamada con Laura.

¿Cuántas veces se había repetido en su cabeza el nombre de Emma García? Demasiadas, pensó. Pero el misterio seguía igual de denso y perturbador que al principio. ¿Por qué una mujer que no conocía hablaba de ella a su hermana? ¿Por qué habría confiado en una completa desconocida para una tarea tan seria como lo era una desaparición? Cada pregunta abría la puerta a más dudas, y ninguna respuesta a la vista.

Con una mezcla de expectación y nerviosismo, Clara se dirigió al andén donde la esperaba el tren que la llevaría al remoto pueblo. El sol apenas asomaba, y la luz tenue que bañaba la estación parecía anunciar que algo importante estaba por suceder.

Subió al vagón casi vacío y encontró un asiento junto a la ventana. Desde allí, observó cómo la ciudad se alejaba lentamente, sus edificios altos y las calles abarrotadas de gente comenzaban a disolverse en el horizonte. Al cabo de unos minutos, ya no había señales de la gran ciudad. Los paisajes urbanos dieron paso a vastos campos y colinas, cubiertos por el manto dorado de los primeros rayos de sol de la mañana.

Mientras el tren daba rumbo por los llanos y se adentraba en los bosques, Clara recibió un mensaje de Laura:

"Estaré en la estación esperándote. Ten cuidadopor el camino. Este lugar puede parecer normal, pero no te dejes engañar, oculta grandes secretos"

Clara leyó esas palabras varias veces. Algo en el tono del mensaje de Laura la inquietaba. ¿Qué era lo que oculta Rivermoor? Había viajado a pueblos pequeños antes, lugares apartados y llenos de leyendas locales, pero algo en la advertencia de Laura parecía más específico, más urgente.

Quiso relajarse y dejar de pensar en lo ocurrido, cerró los ojos y trató de relajarse mientras el tren avanzaba hacia su destino, pero no para de pensar en lo de ayer, una tarde cualquiera, en su pequeño apartamento de Madrid, una desconocida la escribía y la decía que la necesitaba, no lo entendía, una extraña sabía de un lugar remoto la escribía y la pedía ayuda.

Había algo extraño en la manera en que Laura había insistido en que Clara era la única capaz de ayudar. ¿Por qué ella? No era detective, ni periodista, ni mucho menos una investigadora. Era una programadora freelance que vivía una vida bastante tranquila y solitaria. Pero Emma, aparentemente, había creído que Clara podía resolver lo que estaba ocurriendo. Y ahora, por razones que aún no entendía del todo, Clara se dirigía a un pueblo que no conocía para desentrañar una desaparición.

El tren hizo una parada en un pequeño pueblo, eso la despejó un momento de sus pensamientos. Vio a algunos pocos pasajeros bajar con sus maletas, pero pronto el tren reanudó su marcha, internándose cada vez más en los paisajes rurales. El verde intenso de los árboles se apoderaba del paisaje, y las montañas comenzaban a dibujarse en el horizonte.

Con el paso de las horas, Clara fue sintiendo que se alejaba de todo lo familiar. Madrid y su vida cotidiana se convertían en un recuerdo lejano y se acercaba a Rivermoor, un lugar extraño y lleno de misterios.

Rivermoor y la desaparición de EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora