Capítulo 3.

7 2 0
                                    

6 de septiembre.

—El jueves 14 tengo una prueba de matemática.

—En la primera hora, ¿no?

Mamá me paso un mate mientras le contaba los temas de la evaluación. Por suerte me iba bien así que no me tendría que preocupar por estudiar.

—Bueno, igual repasa un poco por las dudas. Si ya entiendes los temas sé que te va a ir genial.

—Sí, repasaré un poco, todavía falta una semana. Igual calculo que me va a ir bien, es matemática.

Por suerte no se me complicaba la materia, por eso es mi favorita junto con biología. Para lo poco que me gusta estudiar me va bastante bien, solo se me complica un poco en historia. Ah y también en música, no sé ni para qué existe esa materia, sin duda es la materia que más odio. Y no porque no la entienda, si no que es porque me aburre muchísimo.

Le había contado a mamá lo sucedido con papá hace unos días. Me dijo que capaz era porque estaba estresado o cansado; no le creí.

Ahora mismo estaba en mi habitación esperando que lleguen del hospital. Otra vez se volvió a sentir mal, cosa que me preocupa porque los dolores son cada vez más seguidos.

Esperar es lo único que puedo hacer. Escucho como la puerta principal se abre, pero no bajo.

—¿Puedo pasar? —pregunta mamá.

—Sí. —Cierra la puerta detrás de ella y se sienta junto a mí en la cama—. ¿Cómo les fue? ¿algo nuevo?

Se queda unos segundos en silencio y puedo jurar que su mirada se entristeció. Fruncí el ceño pero antes de que pueda preguntar, habló.

—No, lo mismo de siempre; estrés. —Noté un pequeño temblor en su voz, como si no estuviera segura de lo que está diciendo.

—¿Estás segura?

Pareció dudarlo pero terminó asintiendo con la cabeza.

—Iré a preparar la comida, papá esta cortando las verduras.

—Está bien, yo me voy a bañar.

Se levantó de la cama y salió de la habitación sin decir más nada, cosa que me pareció rara.

Traté de no darle mucho importancia al asunto y me fui a buscar las cosas para bañarme. Bajé las escaleras en busca de una toalla, cuando los escuché hablar. Ya parecía costumbre estar espiando sus conversaciones.

—No se lo pude decir —murmuró mamá en voz baja, apenas la escuche.

—No podemos seguir ocultándole esto por más tiempo. Hay que decírselo.

¿Ocultando? ¿Qué se supone que ocultan?

—Lo sé, en serio lo sé. Pero ¿cómo se supone que quieres que se lo diga?

¿De qué están hablando? No entiendo nada.

-—No lo sé, pero no podemos no decirlo. Lo tiene que saber.

—¿Saber qué? —pregunté entrando a la cocina.

Mamá empalideció y miró a papá esperando que diga algo.

—¿Estabas escuchando? —se limitó a preguntar.

—No —mentí—. Justo bajé y escuché algo de que alguien tiene que saber no sé qué.

—Es algo del trabajo, nada importante.

Los miré a los dos y me pareció bastante extraño su comportamiento. Mamá estaba pálida (literalmente) y papá se movía nervioso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: a day ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi nueva estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora