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perspectiva: fourth


Las luces de la calle están volviendo. El sol se esconde a la distancia. Fourth está perdido.

El rubio usualmente lo está, de todas formas. Pero hoy es diferente. Está actualmente caminando a través de las concurridas calles de un lado que no conocía de la ciudad. Un lado que no es particularmente conocido. Recordó haber pasado por este lugar máximo tres veces en su vida. Y casi parecía un alien por la forma en que caminaba, solitario. Para alguien que usualmente se rodea de muchas personas. Hoy está solo.

Alguien pasó a su lado, pasándolo a llevar. Un par de personas, de hecho. Casi haciendo que el rubio perdiera el balance y cayera. Sus audífonos sonando al máximo volumen. Su cabeza retumbando con el ritmo, mientras terminaba su quinto dulce de chupete. Completamente olvidado del mundo. Fourth ha estado todo el día buscando posters. Para su proyecto de fin de año. Muy anticipado si es honesto. Y hasta ahora no llevaba ninguno. Casi un día malgastado.

Son casi las seis. Y Fourth se distrae fácilmente. En su propio pequeño mundo. Sin preocuparse de que tan tarde será. Sin preocuparse en pensar que ya debería volver a casa. ¿La casa de quién? Negó con su cabeza hacia la ironía. Y en la rareza de la situación el rubio notó. Por primera vez. A través de la vista de sus ojos de chocolate, un particular y más bien viejo cartel. Perteneciente a una tienda de música. Abierto. El lugar se veía en mal estado. Completamente incoloro. Mostrando con suerte un tono gris. Pero de todas formas llevó sus pasos ahí por algún motivo. Y se atrevió a abrir la puerta, escuchando el sonido de una campanilla en la distancia. La tienda tenía un estilo antiguo. Más bien espaciosa, pero aquel espacio mal aprovechado. Pasó mirando las pilas de discos y casetes. El polvo acumulándose sobre ellos. Muchos carteles están colgando desde el techo señalando un descuento de setenta por ciento.

Esto fue una buena idea.

Fue lo primero que pasó por la mente de Fourth cuando su cabeza volteó a la sección de posters que se encontraba en la parte trasera. Lleno de material de distintas eras. Mayormente antiguos. Para su suerte. Fourth se considera un chico afortunado. A pesar de su historia. A pesar de la poca suerte que el rubio tenía en realidad. Pero cuando el rubio salió de su apartamento esa mañana, tenía un plan. Y su plan era encontrar esos posters. Lo que actualmente consiguió, los mejores que alguna vez imaginó. Pero aun así no es tan suertudo como prefiere creerlo. Pensó el rubio mientras buscaba dentro de sus bolsillos para encontrarlos vacíos. Al parecer olvidó su billetera en la mesita a un lado de su cama. La rutina de Fourth de completa inconsciencia, en donde el mundo exterior parece borroso, está influyendo para mal en su vida. Otra vez.

Suspiró triste, decidiéndose por salir de la tienda. Volverá otro día. Y fue un milisegundo, podría jurarlo. En el raro momento en que el mundo real ya no estaba borroso. Cuando su canción favorita de My Chemical Romance terminó, y sus audífonos cayeron en un completo silencio. Fue que lo notó. Solo por un milisegundo el rubio se encontró con un par de oscuros e interminables ojos obsidianos observándolo de vuelta. Sacándolo de su trance y trayéndole al presente. Y ahora Fourth notó que todo este tiempo hubo otra persona en la tienda. Más bien un trabajador. Cabello teñido de castaño, escondiéndose bajo una gorra. Profundos círculos oscuros bajo sus ojos. Fina nariz, y una expresión definitivamente no amigable. Devolviendo la mirada. Estaba seguro de que el moreno lo había visto, que supo de su presencia todo este tiempo. Es raro que lo haya notado. Para alguien que nunca nota nada de lo que lo rodea. Pero había algo sobre el chico que llamaba su atención. Incluso mientras volteaba su cabeza rompiendo el contacto visual, y saliendo del lugar. Dejando la particular tienda de música detrás. Incluso mientras tomaba el bus que lo llevaría al otro lado de la ciudad. Lejos del centro. Incluso mientras inclinaba su cabeza contra la ventana del bus. Observando como todo frente a su vista desaparecía, gracias a la velocidad.

entre sábanas manchadas - geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora