La nota

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Eloise cerró la puerta de su habitación con un golpe, dejando que su frustración se desahogara en la soledad del espacio. Caminaba de un lado a otro, su mente bullendo con pensamientos furiosos. "¿Cómo se atreve?", se preguntaba. "Me pidió que le ayudara con los niños y ahora me trata como si fuera incompetente".

Se detuvo frente a su escritorio y se dejó caer en la silla, intentando calmarse. Sacó papel y pluma y comenzó a escribir cartas, cualquier cosa para distraerse de la rabia que sentía.

Justo cuando estaba empezando a relajarse, unos golpes suaves en la puerta la interrumpieron. Se levantó, pensando que era Phillip que venía a disculparse, pero al abrir la puerta se encontró con Oliver y Amanda sonriendo frente a ella.

"Niños", dijo, sonrojándose al darse cuenta de que su expresión había sido demasiado intensa. "Lo siento, pensé que era otra persona".

Oliver alzó una ceja. "Nuestro padre?"

Eloise asintió, intentando disimular su molestia. "Sí".

Amanda se acercó a ella, su mirada llena de curiosidad. "Está molesta con él?"

Eloise desvió la mirada, no queriendo involucrar a los niños en su conflicto. "Todo bien".

Oliver la miró con escepticismo. "Pareciera que está molesta".

Eloise sonrió, intentando cambiar de tema. "¿Qué necesitan, niños?"

Amanda sonrió. "Queremos mostrarle el lugar".

"Cierto" Eloise buscó su chal en el armario. "Aun que está algo nublado".

Oliver suspiró. "Aquí siempre es así".

Eloise sonrió. "Bien, vamos".

Caminaron por los jardines, el sol filtrándose a través de las nubes, iluminando el verde esmeralda de la hierba y el colorido de las flores. Los niños iban delante, entusiasmados, mostrándole a Eloise cada rincón, cada esquina, cada secreto del jardín.

"Mira, Eloise, este es el estanque de los patos", dijo Oliver, señalando un estanque tranquilo rodeado de lirios.

"Y aquí está el árbol donde nos gusta trepar", agregó Amanda, indicando un roble antiguo

"Cuando era mas pequeña, me gustaba trepar arboles" dijo Eloise "Me gustaría poner un columpio en el arbol"

"Qué buena idea" dijeron Oliver y Amanda entusiasmados.

Eloise sonreía, disfrutando de la energía y la alegría de los niños. Se sentía como si estuviera descubriendo el jardín por primera vez, a través de sus ojos.

"Una vez le ayudamos a Papá a plantar unos rosales", dijo Oliver, orgulloso. "Están por este camino".

El niño señaló hacia un sendero que se curvaba hacia la izquierda. Eloise siguió la dirección de su dedo y notó que el camino guiaba al invernadero. Su corazón se aceleró ligeramente al pensar en Phillip, que probablemente estaría allí.

"Creo que deberíamos volver", dijo Eloise, intentando sonar casual. "Ya casi estará la comida".

Pero los niños no estaban dispuestos a dejarla ir. "No", dijo Amanda, sonriendo. "Ven con nosotros".

Los niños la tomaron de las manos y la hicieron caminar hacia el invernadero.

El invernadero se alzaba frente a ellos, sus cristales brillando en la luz del sol. Eloise se sintió un poco nerviosa.

Eloise vio a Phillip sumergido en sus macetas, su rostro concentrado en su trabajo, se veía tan fuerte pero a la vez muy delicado como trabajaba sus manos

Por orden de la reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora