Geranios

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Eloise y Phillip caminaban lado a lado hacia el invernadero, envueltos en un silencio cómodo y relajado. El sol de la tarde brillaba sobre ellos, iluminando el sendero empedrado y las plantas que los rodeaban.

"¿Hace cuánto tienes tu invernadero?" preguntó Eloise, rompiendo el silencio con curiosidad.

Phillip miró hacia el invernadero, una sonrisa en su rostro. "Hace un par de años, desde que nacieron los gemelos", respondió.

Eloise asintió con la cabeza, interesada. "¿Y hace cuánto empezaste con tu experimento?" preguntó, su mirada fija en el rostro de Phillip.

Phillip se detuvo un momento, mirando hacia el invernadero con orgullo. "Un par de meses", dijo. "Aún no tengo los resultados que quiero, pero algo he progresado".

Su rostro se iluminó con entusiasmo, y Eloise se sintió contagiada por su pasión. "Me encantaría verlo", dijo, su voz llena de interés.

Phillip sonrió, ofreciéndole su brazo. "Por supuesto", dijo. "Estoy ansioso por mostrártelo".

Eloise aceptó su brazo, y juntos continuaron hacia el invernadero, el silencio entre ellos ahora lleno de anticipación y curiosidad. La puerta del invernadero se abrió con un crujido, revelando un mundo de verde y vida, donde la ciencia y la naturaleza se unían en armonía.

"Bienvenida a mi pequeño refugio", dijo Phillip, sonriendo.

Eloise sonrió. "Me encanta", dijo con voz suave."Hace mucho frío afuera", quitándose su chal y dejando que cayera sobre una silla cercana. "Es comodo poder estar aquí".

Phillip sonrió, su rostro iluminado por la luz cálida del invernadero. "Es acogedor, me gusta estar entre plantas", dijo, avanzando hacia la mesa donde cultivaba sus guisantes experimentales.

Eloise lo siguió con la mirada, notando la forma en que su rostro se relajaba en ese entorno. "Si lo he notado", dijo, "al entrar, tu sonrisa cambió".

Phillip evitó su mirada, su rostro ruborizándose ligeramente. "Cambio porque tú estás aquí", dijo en voz baja y suave.

Eloise se acercó a unos geranios que florecían en un rincón del invernadero. "Son muy hermosos", dijo, intentando olerlos.

Phillip se acercó a ella, su mirada fija en la flor. "Es una flor que da alegría", dijo. "Se dice que el geranio aporta positividad".

Eloise escuchó atenta, su rostro inclinado hacia la flor. "Las flores tienen significados!", exclamó.

Phillip sonrió. "No sé si es real, pero algunos libros le dan significado a las flores", dijo, tomando unas tijeras y cortando una flor.

Luego, se acercó a Eloise y le ofreció la flor, su mano extendida. "Esto es para ti", dijo, su mirada fija en la de ella.

Eloise tomó la flor y la olió, su rostro iluminado por una sonrisa. "Huele muy bien", dijo, su voz suave.

Phillip sonrió, su corazón latiendo un poco más rápido. "Tu eres como un geranio", dijo con voz baja e íntima.

El silencio que siguió fue cómodo, lleno del perfume de la flor y la conexión creciente entre ellos.

La mano de Phillip se acercó a la flor que Eloise sostenía, su dedo pulgar rozando suavemente la piel de su mano. Luego, con un gesto suave y delicado, tomó la flor y la colocó detrás de la oreja de ella.

"Queda bien con tus ojos", dijo en voz baja y seductora.

Eloise lo miró fijamente, sentiendo que su corazón saldría de su pecho. El tacto de sus manos, aunque breve, la había hecho sentir que su corazón saba un vuelco, Su respiración se aceleró levemente, y por un momento, sus ojos se posaron en los labios de él.

Phillip sonreía, su mirada intensa y conquistadora. Eloise se sintió atrapada en ese momento, como si el tiempo se hubiera detenido.

Sin pensarlo, sin reflexionar, Eloise posó sus labios en los de Phillip. Fue un impulso que le pidió su corazón, un gesto espontáneo que brotó de su deseo.

Phillip no se sorprendió. En lugar de eso, su boca se abrió para recibir la de Eloise, sus brazos la rodearon firmemente, se volvió un  beso profundo y apasionado. La flor que había colocado detrás de su oreja parecía un símbolo de su unión, un recordatorio de la conexión que había surgido entre ellos.

El invernadero, con su calor y su luz, se convirtió en un refugio para sus sentimientos. El mundo exterior desapareció, y solo quedaron ellos dos.

El beso se prolongó, lleno de emoción y deseo. Eloise se sintió flotar, como si estuviera suspendida en el aire, sostenida solo por la fuerza del amor que crecía entre ellos.

Eloise posó su mano en la nuca de Phillip atrayendolo más hacia ella, como si no quisiera salir de ese momento

Finalmente, se separaron, jadeando suavemente. Phillip sonrió, su mirada brillante de felicidad.

"Eres hermosa", dijo Phillip con voz grave, su mirada ardiente posada en los ojos de Eloise.

Sin darle tiempo a responder, esta vez Phillip la beso, su boca cubriendo la de ella con una pasión que parecía consumirlos ambos. El beso fue profundo y apasionado, lleno de deseos y emociones contenidas.

Eloise se sintió envuelta en un torbellino de sensaciones, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La boca de Phillip era cálida y suave, su lengua explorando la de ella con una intimidad que la hizo estremecer.

Phillip la acercó más a él, su cuerpo pegado al de ella, su abrazo fuerte y protector. Eloise se sintió segura y deseada, su pasión por él creciendo con cada segundo que pasaba.

Phillip comenzó a bajar por el cuello de Eloise, su boca leaveando un rastro de fuego en su piel. Ella se arqueó hacia atrás, ofreciéndole más espacio, y cerró los ojos para dejarse llevar por la sensación. Era la primera vez que sentía unos labios en su cuello, y una oleada de deseo la invadió, making que su cuerpo se estremeciera.

Soltó un leve gemido, un sonido casi inaudible, pero que hizo que Phillip deseara más. Volvió a subir por su cuello hasta llegar a su oreja y susurró en su oído: "Te deseo".

Eloise sintió que sus rodillas flaqueaban, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Retrocedió su cabeza para mirarlo a los ojos, y vio en ellos una pasión que la hizo sentirse vulnerable. Se sintió abrumada por sus emociones y, algo avergonzada, dijo: "Lo siento... No puedo. No aún".

Phillip no respondió, solo la miró con una expresión de comprensión y deseo contenido. Su mirada la retuvo durante un momento, como si quisiera grabar su imagen en su memoria. Luego, Eloise se dio la vuelta y salió por la puerta, dejando a Phillip solo en el invernadero.

El silencio que siguió fue pesado, lleno de tensiones no resueltas. Phillip se quedó inmóvil, su mirada fija en la puerta por la que Eloise había salido, su corazón aún latiendo con fuerza. Sabía que había pasado una línea, que había revelado sus sentimientos demasiado pronto. Pero no podía evitarlo. La deseaba, y no podía negarlo.

La flor que había colocado detrás de la oreja de Eloise yacía en el suelo, Phillip al verla sonrió, toco sus labios para recordar la sensación que ella había dejado, se giro hacia los geranios y corto una cantidad para crear un ramo.

Eloise dejó en claro que aún no estaba lista, pero esa era una invitación, Phillip no perdió la esperanza sabía que quizá algún día Eloise lo amara como el la ama a ella.

Por orden de la reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora