Alex

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Cuando Alex mira a Haley a lo lejos, sus pasos se apresuran y una sonrisa se extiende sobre su rostro. Verla siempre ha causado ese efecto en él, es similar a recibir la primera brisa de la mañana, a ver a tu equipo ganar en los últimos segundos, a comer un desayuno completo después de correr una milla en la playa. Haley le causa un sentimiento que nadie más que sus abuelos han logrado, ella es familiar y cálida, con su sonrisa tranquila y sus rizos dorados como el sol que iluminan el pueblo cada vez que decide salir a explorar.

Pero cuando se acerca se da cuenta que ella no está sonriendo. A decir verdad, sus ojos en realidad están hinchados y su nariz permanece húmeda y rosada. Alex para en seco y su primer instinto es tomarla de la mejilla y limpiar las lágrimas que están a punto de caer, pero Haley niega el contacto en un gesto aprensivo que hace que el corazón de Alex se estruje.

La actitud ajena lo toma por sorpresa por tan sólo un momento y luego, con el ceño fruncido, comienza a intuir lo que parece ser su peor pesadilla hecha realidad.

Haley lo ha citado aquí en la fuente mientras ella llora y niega su consuelo. No hay duda alguna.

Haley va a terminar con él.

Alex inmediatamente siente un nudo formarse en su garganta, ahogando cualquier sonido de su corazón desmoronándose y sólo se atreve a preguntar con voz débil:

   —Haley, ¿qué pasa? ¿Estás... bien?

Haley asiente una sola vez, luego para, y después comienza a negar con la cabeza. La brisa del otoño los envuelve, las hojas bailan y Alex nota cómo el cuerpo de ella tiembla en un escalofrío. Tiene el instinto de abrazarla, de quitarse su chaqueta y ponérsela sobre sus hombros, pero sabe que lo rechazaría y no puede soportar ahora mismo ver ese movimiento evasivo hacia él de nuevo.

Ahora que lo piensa, Haley luce diferente. No como cualquier otoño donde decide salir con su falda rosada y su top azul aunque en el fondo esté muriéndose de frío. Esta vez tiene un suéter azul y unos leggings negros y su cabello peinado en dos coletas y Alex quiere preguntarle el cambio repentino en su estilo, quiere saber qué la hizo cambiar de opinión, si ha comenzado a amar los otoños tanto como el verano, pero la conversación no se da para cosas banales porque ella está a punto de terminar con él y él no podrá saber ya la respuesta.

   —Alex...—ella empieza y él tiene que esforzarse en no pensar en que, a pesar de que se ha empezado a quebrar, su voz sigue siendo igual de dulce—. Eres el mejor amigo que he tenido en toda la vida y... odiaría...—un sollozo la interrumpe—... pero entiendo si tú, después de lo que voy a decirte...

Ah... Entonces sí lo está terminando. Uno no le recuerda a su novio mientras llora lo mucho que le encanta haber sido su amiga y un suspiro pesado sale de sus labios.

Lo que más le molesta es que, a pesar de todo, es imposible permanecer sorprendido; estas últimas semanas ha tenido que rogar por la atención de Haley, ha enviado mensajes de buenos días ¿qué haces? ¿puedo visitarte hoy? ¿puedes visitarme tú? y a cambio recibió respuestas vagas sobre enfermedades interminables y consecutivas, sobre lo ocupada que está con sus fotografías y lo más irritante es que eso no la detenía antes, cuando aún era solamente su amiga.

Cuando eran amigos Haley le tomaba retratos jugando con su balón y bromeaba con que lucía como Cristiano Ronaldo y él se sonrojaba porque eso significaba algo, ¿no es así?

   —Hey... siempre vamos a ser amigos—Alex le responde porque siente que es la respuesta correcta, porque quiere saber a qué se refiere y aunque no está seguro si soportaría ver a Haley y no poder besarla ni abrazarla fuerte ni oler su cabello, no tiene el corazón para negarle ahora mismo su amistad, no cuando luce así de desconsolada—, pero tienes que decirme qué pasa.

Haley suelta unos cuantos sollozos antes de volver a hablar y la agonía en su voz hace que Alex piense lo peor.

   —Te quiero, Alex—Haley le dice—siempre te he querido pero no puedo... no es la clase de amor que sientes tú.

   —¿Hay alguien más?—Alex le pregunta en un impulso y es el cuerpo de repente tenso de Haley y la mirada que apunta a sus botas cafés que le responde de inmediato—. ¿Quién?

   —No importa—Haley murmura, sus mejillas sonrojándose y sus lágrimas arremolinándose en sus cuencas.

   —¿Quién, Haley?—el tono de Alex se alza, su frustración haciéndolo fruncir el ceño.

Haley entonces alza la mirada y parpadea varias veces para enfocar su vista en él. Su cuerpo tiembla y Alex no está seguro si es el frío que va y viene o los nervios traicionándola.

   —La... la granjera—Haley responde en un hilo de voz.

   —¿Q... Qué?—Alex dice de inmediato al momento en que sus cejas se alzan.

Haley no lo repite, sólo permanece de pie frente a él, su mirada desviándose hacia sus botas de nuevo y Alex decide recordar el encuentro entre la granjera y Haley, cómo ella la tomó del brazo con una furia que parecía que ya se habían visto antes, cómo parecía renuente a hablar de ella, como si la granjera fuera un secreto del cual Alex no merecía saber.

   —Tú... ¿me engañaste? ¿con... ella?

Alex se siente ridículo con tan sólo preguntar algo así. Se imagina a Haley sintiendo atracción por otras chicas y le resulta imposible. Parte de él sabe que no lo quiere imaginar porque entonces significa que ella nunca podrá amarlo como él lo hace, nunca podrá corresponderle... Dios, si lo piensa así, nunca lo hizo desde un inicio.

   —No—Haley le responde casi ofendida, luego muerde su labio antes de decir otra palabra—pero siento cosas por ella y... aunque no pase nada entre nosotras sólo quiero... no lo sé... Quiero dejar de sentirme tan mal conmigo misma, como... como si fuera una farsante y todos los días odio despertar y saber que no soy feliz, que no lo voy a ser hasta que sea honesta conmigo y con las personas que me importan.

Alex siente un hueco en el estómago cuando la escucha decir lo infeliz que es y es difícil no tomárselo personal, a pesar de lo mucho que desea no hacerlo. Se pregunta entonces cómo Haley lo ve, si lo creía muy débil como para aceptar su propuesta de noviazgo por lástima o si se burlaba de él con la granjera y la tristeza transmuta a ira en su cuerpo. Su ceño se frunce y sus puños se cierran mientras da un paso hacia atrás.

   —¿La amas?

La pregunta la toma por sorpresa, sus mejillas se colorean y su labio inferior tiembla ligeramente. Haley tiene que desviar la mirada y aun así Alex puede ver la respuesta que indudablemente pintada su rostro, lo que le causa soltar una pesada exhalación mientras se sienta en la fría banca de metal.

   —No... no lo sé. Es... diferente.

Si Alex tuviera el valor de preguntarle a qué se refiere descubriría a Haley diciendo algo como: Mejor, como nunca me he sentido contigo. Lo sabe con tan sólo verle el rostro enrojecido y la manera en cómo juega con el borde de su suéter, evitándole la mirada. Y lo odia, lo odia tanto porque se acaba de dar cuenta que Haley nunca ha hecho ese gesto con él.

Solía excusarle la falta de afecto o la tensión en su cuerpo con pura timidez, pero ahora está claro que nunca fue el caso. Nunca deseó que se acercara más de lo amigable, nunca quiso siquiera besarlo y tuvo que hacer un estúpido reto de atletismo para ganarse uno que ahora sabe que ella ni siquiera disfrutó.

Es vergonzoso, piensa. Y lo peor de todo es que no hay manera correcta de reaccionar porque, al fin y al cabo, no cambiará nada.

   —No... no puedo, Haley—Alex dice mientas se levanta de la banca—, perdón pero no... no puedo.

No sabe exactamente qué quiere decir, si no puede aceptarlo o seguir esta conversación o ser más su amigo. Pero se va sin decir nada más y cuando camina escucha las hojas crujir bajo sus pisadas apresuradas y el sollozo lejano de la mujer que más ha amado desde que llegó a Pueblo Pelícano.

guilty as sin? ; haleyxfarmerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora