Lynn caminaba entre las sombras, rodeada de los mortífagos. La sensación de pertenecer a ese grupo oscuro y despiadado era sofocante. El aire a su alrededor estaba impregnado de una tensión constante, y la adrenalina palpitaba en sus venas. Aunque sus pasos la llevaban junto a ellos, su mente luchaba con el peso de lo que había hecho, de lo que había sacrificado. No podía evitar recordar a Dumbledore, su caída, y la furia de Harry en sus ojos.
Bellatrix se reía a carcajadas a su lado, extasiada por la destrucción que habían dejado atrás.
—¡Eso fue magnífico! —exclamaba, girando sobre sus talones con una satisfacción macabra—. ¡El Gran Dumbledore ha caído! Y fue uno de los nuestros quien lo hizo.
Lynn mantenía la mirada baja, evitando los ojos de Bellatrix. Sentía el asco revolverse en su estómago. Sabía que había hecho lo que debía para cumplir con el plan de Dumbledore, pero cada fibra de su ser se sentía traicionada, destrozada.
Draco, más adelante, caminaba en silencio, aún con la varita en la mano. Sus hombros estaban tensos, y aunque intentaba mantener una postura firme, era evidente que la culpa lo estaba devorando también. Había fallado en su misión, y ahora su destino estaba enredado con el de Lynn, en una espiral de decisiones que ninguno de los dos deseaba.
Lynn sabía que tenía que mantenerse firme. Ahora formaba parte del círculo más íntimo de Voldemort. Sabía que él la observaría de cerca, que la probaría y la tentaría para asegurarse de su lealtad. Tenía que seguir el juego. Era su única oportunidad para obtener la información que Harry necesitaba. Y aunque en ese momento se sentía más sola que nunca, pensaba en Hermione, en su promesa, en el anillo que le había dado. Eso la mantenía en pie, aunque sentía que se tambaleaba sobre el abismo.
Llegaron a un lugar apartado, un claro en el bosque, donde los mortífagos solían reunirse. Allí los esperaba Severus Snape, con su rostro imperturbable, las sombras cubriendo sus facciones angulosas. Su mirada era fría, pero cuando sus ojos se cruzaron con los de Lynn, algo pasó entre ellos, un entendimiento silencioso.
—Lo hiciste —dijo Snape en voz baja, lo suficientemente bajo para que solo Lynn lo escuchara—. Cumpliste con tu parte.
Lynn asintió apenas, sin poder encontrar las palabras. Snape continuó hablando, esta vez más alto, para todos:
—El Señor Tenebroso estará complacido. El castillo ha sido atacado, y Dumbledore está muerto. Pero esto es solo el comienzo.
La mención de Voldemort hizo que los mortífagos se enderezaran, como si su sola presencia fuera una fuerza que los impulsaba. Bellatrix sonrió ampliamente, mientras los demás asentían con aprobación. Pero Lynn, aunque intentaba mantener una expresión neutral, no podía evitar sentir un nudo creciente en su estómago.
—El Señor Tenebroso quiere verte, Lynn —dijo Snape, ahora en tono más serio—. Te espera.
La sangre de Lynn se congeló. Sabía que este momento llegaría, pero enfrentarse a Voldemort tan pronto la llenaba de terror. Sin embargo, respiró hondo y mantuvo la cabeza alta. No podía mostrar debilidad. No ahora.
—Estoy lista —dijo con firmeza, aunque por dentro se sentía completamente vulnerable.
Snape asintió y, con un rápido movimiento de su varita, abrió un portal oscuro que llevaba a una de las múltiples guaridas de los mortífagos. Uno a uno, los demás comenzaron a desaparecer en la negrura, hasta que solo quedaron Snape y Lynn.
—Recuerda lo que estás haciendo aquí, Lynn —susurró Snape antes de que ella cruzara—. Esto es más grande que tú, más grande que cualquiera de nosotros.
Lynn asintió en silencio, entendiendo la gravedad de la situación, pero sintiéndose más perdida que nunca.
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SCARS | H.GRANGER|
FanfictionLynn black iniciará su tercer año en hogwarts, después de estar al borde de la muerte gracias a su grupo de amigos y de vivir todos los horrores posibles junto a la familia Malfoy, llega un nuevo reto para ella, su padre escapó de prisión y desea ma...