La noche caía lentamente, y con cada paso que Freddy daba hacia su casa, sentía cómo la presencia de Fred se intensificaba en su mente, como una sombra que lo envolvía, ganando terreno poco a poco. Fred, cansado de las promesas de turnos y de las restricciones, deseaba liberarse, y su deseo de control se transformaba en una presión aplastante que Freddy apenas lograba resistir.
Cada intento de concentrarse se veía interrumpido por la voz de Fred, que lo tentaba a ceder.
"Vamos, Freddy, sabes que esto es lo que siempre hemos querido. Déjame ser yo… sin restricciones."
Freddy luchaba contra esa voz, su respiración se hacía cada vez más entrecortada, y el esfuerzo por mantener el control parecía ser en vano, al llegar finalmente frente a la puerta de su casa, sintió que le faltaba la fuerza para seguir luchando. Con una mezcla de desesperación y resignación, empujó la puerta y entró, tambaleándose hasta su habitación.
Sus ojos se posaron en el frasco de pastillas sobre su escritorio, la desesperación lo invadió al pensar que esa podría ser la única salida para calmar la presión constante que Fred ejercía sobre él, sin pensarlo dos veces, lo tomó en manos temblorosas y lo abrió, vertiendo varias pastillas en su mano.
-No más, Fred…-.
Sin vacilar, se llevó las pastillas a la boca y las tragó, ignorando cualquier pensamiento de prudencia que intentara detenerlo. Sintió el efecto casi de inmediato: una calma artificial que apagaba poco a poco la voz de Fred en su mente, como si estuviera sellando una puerta que había permanecido entreabierta demasiado tiempo, pero esa paz venía acompañada de un mareo profundo que lo golpeó, haciendo que el cuarto comenzara a girar a su alrededor.
Cayó pesadamente sobre su cama, atrapado en un vacío sin emociones mientras su mente vagaba entre la tranquilidad y el miedo, la presencia de Fred se desvanecía, pero el precio de aquella paz empezaba a hacerse evidente, respiraba de forma agitada, sintiendo un peso que se hundía en su pecho.
Con la mirada perdida en el techo, se dio cuenta de que su acto desesperado lo había dejado en un limbo entre la calma y la incertidumbre, sin saber si lograría despertar a la mañana siguiente.
El sol se alzó radiante sobre la preparatoria, iluminando los pasillos llenos de risas y murmullos emocionados, el día de la tan esperada fiesta finalmente había llegado, y la energía en el aire era palpable. Los estudiantes se movían de un lado a otro, algunos ajustando sus atuendos, otros organizando los últimos detalles para el evento de la noche.
A pesar de todo lo que cargaba, Freddy intentaba sumarse a la energía del momento.
No había dormido bien; el peso de la conversación con Chica y los pensamientos sobre Fred todavía rondaban en su mente. La confusión de la noche anterior, con la tensión y el impulso que lo llevó a tomar esas pastillas, parecía un recuerdo borroso y surrealista, pero sus efectos aún se sentían.
Sabía que la fiesta era una oportunidad para distraerse, para intentar relajarse y perderse en la música, las luces y la compañía de sus amigos. Pero incluso entre el bullicio y la emoción, la incertidumbre seguía persiguiéndolo, como una sombra a la espera de hacerse notar. Pensó en Chica, en la conversación que habían tenido y en la desconexión que sentía con su propio reflejo, con Fred aún latente en alguna parte de él, listo para reaparecer.
Meg, por su parte, estaba ansiosa y emocionada, había estado esperando este día para poder mostrarse en el concurso de bandas juntu a sus amigos, y para estrenar el vestido que Freddy le había regalado.
Se miró en el espejo una vez más, asegurándose de que todo estuviera perfecto antes de salir de casa.
En su camino hacia la escuela, Freddy pasó por un tianguis. Sus ojos recorrieron los puestos, buscando algo que pudiera llamar la atención de alguien más o simplemente distraerse, llevaba un atuendo sencillo: unos jeans desgastados y una camiseta de los Looney Tunes, una elección relajada que combinaba con su ánimo cauteloso.
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El Ascenso a la Popularidad de Freddy Fazbear (Una historia de FNAFHS)
Fanfiction//Después de haber acabado la secundaria, con buenas notas, aunque con pocos amigos y con el corazón roto, Freddy Fazbear, un chico castaño de 16 años, comienza a tener conflictos emocionales, desde la muerte de su padre y otros problemas, Freddy co...