//Después de haber acabado la secundaria, con buenas notas, aunque con pocos amigos y con el corazón roto, Freddy Fazbear, un chico castaño de 16 años, comienza a tener conflictos emocionales, desde la muerte de su padre y otros problemas, Freddy co...
Por los pasillos de la escuela, Chica se encontraba caminando, buscando a Freddy, de quien no supo nada de él en todo el día, solamente por que lo vio llegar, pero de ahí ya no lo volvió a ver, pero sin pensar que podría pasar algo malo, a lo mejor y ya se había ido.
Continuo caminando hasta llegar al jardín, donde contempló como poco a poco la luna comenzaba a mostrarse en el cielo, pensando que tal vez ya estaba lista para poder hablar con Freddy nuevamente, y decirle que estaba lista para poder dar un paso más allá de la amistad que ambos tenían.
De regreso al tercer edificio, Freddy y Meg estaban agachados, cubriendose en la pared, mientras se asomaban por la puerta para poder ver que es lo que había dentro del salón.
El silencio era espeso, inquietante, roto solo por el suave parpadeo de las luces al final del pasillo, Freddy avanzó un paso más, empujando la puerta apenas un poco más abierta, hasta que el zumbido mecánico que escucharon antes resonó otra vez, esta vez más claro.
Asomándose para ver que había, el castaño observó a una mounstro, muy semejante al de aquella ocasión hace tiempo, un ser grotesco, con forma de oso, con dientes afilados y unos ojos blancos, qué emitian un ligero destellos de luz.
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-¿Qué es eso?-. Preguntaba Meg en voz baja.
-Algo malo-. Susurraba el chico.
Ambos dieron un paso más hacia el interior, las sombras en el salón se retorcían, proyectadas de forma errática por la luz defectuosa, cuanto más se acercaban, el zumbido metido por esa criatura era cada vez más inmensa.
El monstruo, de aspecto retorcido y famélico, giró su cabeza de forma brusca hacia la puerta, como si hubiera percibido su presencia, un parpadeo errático de las luces reveló con mayor claridad sus rasgos grotescos: un cuerpo deteriorado, placas metálicas oxidadas, y cables enredados que colgaban como si fueran intestinos.
Freddy sintió que su estómago se contraía del miedo, pero no retrocedió. Meg lo agarró del brazo, intentando detenerlo.
-Freddy, debemos irnos...-.
-No, no dejaré que esto lastime a alguien-. Respondió el con firmeza.
Esa criatura hizo un movimiento seco, como si se sacudiera el letargo, un chirrido mecánico salió de sus articulaciones oxidadas, y los destellos de luz en sus ojos se intensificaron, como si por fin hubiera cobrado plena conciencia de su entorno.
El castaño sintió un inmenso frío en su pecho. -Retrocede, lentamente-.
Pero entonces, antes de que pudieran dar un solo paso atrás, el monstruo dejó escapar un gruñido bajo y amenazante, el ruido resonó por todo el salón, vibrando en sus huesos, seguido de un sonido seco, como un motor encendiéndose, la criatura giró su cuerpo hacia ellos con torpeza, pero con una intención clara, atacar.
La criatura tenía una caja en sus manos, pero al notar la presencia de los 2 jóvenes, la soltó.
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