El reloj del caldero chorreante marcaba exactamente las 4:59 p.m cuando entre en el. Por unos instantes antes de llegar pensé que no iba a lograr llegar y si eso pasaba tenia reprobado seguro en pociones.
—Hola preciosa ¿buscas a alguien?— Me pregunto una mujer rubia cuando me vio mirar para todos lados en busca de Thomas.
—Si, ¿has visto a un chico alto, con cabello negro y de Slytherin entrar?— Me tomo de la mano y me llevo hacia una de las mesas de las esquinas del lugar.
En ese momento vi a Thomas, que estaba sentado con dos montañas de libros a sus costados y varias tazas de café en la mesa. No es por nada, pero estoy segura de que ese hombre no duerme en las noches. Levanto la mirada cuando escucho nuestras pisadas acercarse a él.
—Gracias— Mire a la mujer y ella asintió mientras se retiraba. —Hola, Riddle— Lo salude mientras me sentaba en la silla frente de él.
—Bien, empecemos— Sin siquiera saludarme, comenzó a soltarme una bomba de información.
Era impresionante la cantidad de información que cabía en el cerebro de Thomas. Hablaba y hablaba sin leer una sola palabra de los libros que tenía a sus lados. Quería entender lo que me estaba diciendo, pero en mi cabeza estaban 10 rusos bailando Rasputin.
Y aunque pareciera imposible, era la primera vez que lograba comprender lo que me estaban explicando. Mi hermano y Hermione, tanto juntos como separados había intentado hacerme entender pociones.
—¿Ya entendiste?— Me pregunto Tom después de media hora de información que mi cerebro no iba a retener.
No sabia como decirle que no recordaba nada de lo que acababa de explicar, me iba a matar, y si tenía suerte, seria solo con la mirada.
—Entendí, pero no se si pueda recordar todo eso en clase— Por primera vez en toda la media hora, volteo a verme a los ojos. Parecía molesto.
Suspiro fuertemente y tomó dos libros de sus costados y los abrió frente a mi. Intente comenzar a leer pero él comenzó a leer el libro en voz alta, aunque sólo tan alta como para que yo pudiera escuchar.
Su voz tenía algo extraño, algo que era extrañamente hermoso y lindo de escuchar. Por más que su voz jamás demostraba emociones que no fueran indiferencia o enfado, esta vez su voz sonaba... diferente. Sonaba relajado e incluso, feliz, si escuchabas atentamente.
Debía admitir, que escuchar a Thomas leer, me estaba relajando, y por ende, estaba logrando escuchar y comprender mejor lo que estaba leyendo.
—¿Entendiste? Autumn— Me volvió a preguntar tras leer unas cuantas páginas.
De echo, si, había entendido todo, y me comenzaba a sentir mucho más confiada de mi misma y con más seguridad sobre esa prueba.
—Si, Thomas, muchas gracias— El asintió y tomó mis cosas y comenzo a salir del caldero chorreante.