Gracie
'Cause they see right through me
They see right through me
The Archer Taylor Swift
Al día siguiente aunque yo esperaba que fuera un día verdaderamente malo, la realidad fue muy diferente. Al llegar al instituto, me sorprendió ver que, a pesar de mi humillación, la vida seguía. Mis amigas me recibieron con abrazos reconfortantes y palabras de ánimo. Hailey, con su carácter siempre optimista, fue la primera en hablar.
—No te preocupes, en un par de días esto no será más que un mal recuerdo. Al final, ¡fueron solo palabras! —dijo, intentando levantar mi ánimo.
—Sí, pero las palabras duelen —respondí, recordando cada una de las que Edward había dicho con esa fría indiferencia.
Kiara me miró con complicidad. —Sabes que no es el fin del mundo, y muchos de nosotros hemos pasado por algo similar. A veces, hay que arriesgarse, aunque no siempre obtengamos lo que deseamos.
Esa tan esperada normalidad fue un bálsamo para mi alma herida, y a pesar de que el eco de su rechazo aún resonaba en mi mente, decidí enfrentar el día.
En las clases, traté de concentrarme en los estudios, pero mi mente divagaba hacia lo que había pasado. Las miradas de mis compañeros eran diversas; algunos aún mostraban lástima, otros murmuraban entre sí y, claro, algunos hasta se reían. Alexander, el siempre presente tormento de mis pensamientos, parecía disfrutar este nuevo escenario. Su mirada burlona, como si estuviese esperando que cayera otra vez, me provocaba una mezcla de rabia y vulnerabilidad que era difícil de ignorar.
...
A medida que pasaron las semanas, lo que había sido el centro de mi vida comenzó a desvanecerse en la distancia. Las clases de literatura ya no eran solo un recordatorio de mi fracaso; también eran una oportunidad para aprender y crecer. Mis amigas, siempre apoyándome, insistieron en que no permitiera que esa experiencia me definiera. Y la verdad es que tenían razón, quizás había sido un momento desastroso, pero al menos había sido honesta con lo que sentía y eso, de alguna manera, me brindaba una especie de alivio. La honestidad es un valor que a menudo se pasa por alto, y aunque el rechazo dolió, había tenido el coraje de expresar lo que llevaba dentro.
No les llevaba la cuenta a mis sentimientos por Edward; era liberador no obsesionarme por su indiferencia. Pero en lugar de sentirme abatida por su rechazo, aprendí a enfocarme en lo que realmente importaba: mis sentimiento y como es que estaba aprendiendo a lidiar con ellos, claro que no era fácil, pero después de esta experiencia empece a conocerme mejor, reconocer que es lo que no debería de seguir haciendo y todo lo que admiraba de mi. Seguir adelante no implicaba olvidar, sino aprender a vivir con las experiencias, los amores y los rechazos.
No suelo encontrarme con Edward, ya que, no somos del mismo grupo, eso era un poco mas reconfortante ya que, no tenia que verlo a menudo. Ver a Edward pasar por los pasillos se fue convirtiendo en una experiencia cada vez más neutral. Al principio, su sola presencia era suficiente para revivir viejos sentimientos de frustración y enojo. Sin embargo, con el tiempo, esa chispa de ira se fue desvaneciendo y comencé a comprender que en la vida de alguien, como en la mía, podría haber circunstancias que no conocía. Admito que al principio estaba demasiado enfadada con el, pero ahora, reflexionando mejor la situación, es posible que también le haya hecho pasar un momento incomodo.
Con Alexander era diferente, ya que, solía verlo muy seguido, ya que su novia, Regina, toma clases, unos salones después del mio. El hecho de verlo con frecuencia debido a su relación con Regina complicaba un poco las cosas. Recordaba cómo sus burlas me herían, y aunque en su mirada ya no encontrara esa desdén habitual, su indiferencia era casi más difícil de afrontar. Había veces en que me encontraba con la tentación de buscar una respuesta a su comportamiento, pero aprendí a dejarlo ser. Leah, siendo su hermana, intentó acercarse a él para entender por qué su actitud, pero no había tenido éxito, lo cual me llevó a pensar que tal vez no debería darle demasiada importancia a lo que él pensara.
...
Estaban por empezar los exámenes de termino del parcial. Siempre me pongo muy ansiosa en este periodo, los exámenes siempre son tediosos, aunque en algunas ocasiones yo lo hago así, porque suelo olvidarme de estudiar. Estaba saliendo de mi ultima clase, ya de camino fuera del instituto. Estaba apunto de bajar las escaleras cuando me percate de que Alexander estaba en el borde de estas, amarrando las agujetas de sus tenis, dude de bajar las escaleras, pero lo hice, con pasos pausados, estando apunto de llegar al ultimo escalón, tuve que acercarme demasiado a donde se encontraba Alexander, ya que, estaban unas cajas que obstruían el paso, pero al estar a punto de bajar ese ultimo escalón, di un mal paso y en un instante, sentí que perdía el equilibrio. Intenté aferrarme al pasamanos, pero no llegué a tiempo. Fue un momento tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Sentí cómo mi cuerpo se precipitaba hacia delante y, en un parpadeo, caí directamente sobre él. La sorpresa nos tomó a ambos. Su rostro mostraba una mezcla de confusión y rápido intento aferrarse a mis brazos, intentando estabilizarnos.
Estuvimos en una especie de abrazo incómodo, y el tiempo pareció detenerse mientras nos mirábamos fijamente. Mis mejillas se sonrojaron al darme cuenta de cuán cerca estábamos el uno del otro. La cercanía era abrumadora, pero había algo diferente en su mirada, algo que no había visto antes.
—¿Estás bien? —preguntó, su voz se tornó un poco más suave mientras me soltaba con cuidado.
—Sí, creo que sí —respondí, intentando recomponerme y sintiéndome un poco avergonzada. Me levanté con rapidez y traté de evitar su mirada por un momento, a pesar de que su inquietante expresión llamó mi atención.— Lo siento mucho — dije, intentando sonreír — No se lo que pasa conmigo, estaba muy distraída, lo siento de verdad.
Alexander se puso de pie y se acercó a mí. — No te preocupes. Estás bien, eso es lo que importa.
— Bien, gracias Alexander. Adiós, ten cuidado de regreso a casa. — dije con dulzura, empezando a caminar lejos de el, no espere a tener una respuesta de su parte. Mientras me alejaba, podía sentir su mirada en mi espalda, como si estuviera evaluando la situación. Intenté concentrarme en el camino, en el sonido de mis pasos y en el murmullo lejano de los estudiantes que pasaban a mi lado. Cada paso me hizo pensar en cómo había llegado a este punto con Alexander. Cuando llegué a casa, me senté con mis libros, decidida a estudiar, pero no sin antes pensar en lo extraña y divertida situación que había sucedido con Alexander.
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Odio amarte
RomanceGracie y Alex se detestan o eso aseguran, pero una caída inesperada y un abrazo podra cambiarlo todo.