Extra dos.

124 34 2
                                    

A petición de algunos aquí y en Ao3.
---

Max realmente no le había dado mayor importancia al incidente que había tenido con aquel niño y su padre. El hombre se había disculpado por ambos y cada uno se dirigió a su respectiva mesa, él con su hermana y sus sobrinos, y el padre con su hijo en una mesa cerca del centro del establecimiento, en la que el pequeño seguía moviéndose con impaciencia, pero su padre lo mantenía controlado con una mirada tranquila y un orden ocasional.

Dejando el asunto de lado, Max se dispuso a revisar su teléfono, esperando a que sus sobrinos terminaran de comer, aunque sabía que, muy probablemente, querrían ir después a los juegos. Su hermana, sentada casi frente a él, levantó la mano para llamar su atención, señalándole algo divertido que hacían los niños. Max les devolvió una sonrisa, sin notar que la puerta se abría en ese mismo instante.

Y entonces, entró Sergio.

A primera vista, Max no lo vio. Estando más concentrado en la charla con su hermana de alguna cosa sin importancia. Cuando finalmente reparó en él, Sergio caminaba sin prisas, buscando a alguien con la mirada mientras retiraba sus gafas oscuras de sus ojos. Al verlo, su rostro se iluminó con una sonrisa genuina, la clase de sonrisa que Max recordaba haber visto tantas veces, pero que ahora le resultaba extraña, tan ajena. Ese brillo en los ojos del pelinegro no estaba dirigido a él, sino a alguien más.

Sergio se acercó a la mesa donde Ayrton y su padre ya lo esperaban. El pequeño, que ahora ya se había quitado el casco y estaba con el mono a mitad del cuerpo, gritó emocionado.

—¡Papi!

Sergio rió suavemente, inclinándose para besar ligeramente al hombre antes de volverse hacia Ayrton, levantándolo en brazos. Lo abrazó con fuerza, como si hubiera pasado semanas sin verlo.

El corazón de Max se detuvo.

No era solo la presencia de Sergio lo que lo había sorprendido, sino la visión completa de lo que tenía frente a él. Sergio con un hijo. Sergio con otro hombre, con otro Alfa. Sergio feliz, como nunca antes lo había visto. La escena era tan ajena, tan perfecta, que Max sintió como si todo el aire en el restaurante hubiera desaparecido de repente. Quiso mirar hacia otro lado, ignorar lo que ocurría frente a él, pero no pudo. Sus ojos seguían clavados en la imagen de su exesposo abrazando a un hijo que no era suyo y a otro que no era él.

Los recuerdos lo golpearon de lleno, el tiempo en que él y Sergio estuvieron juntos, los momentos felices que compartieron, y todos los errores que los separaron. Max había pensado que lo había superado, que ya no había más que sentir. Pero ahí, viendo a Sergio con su nueva familia, la realidad lo golpeó como golpe al estómago. Todo lo que ellos nunca tuvieron, todo lo que él no pudo darle, estaba justo frente a él, tan real y palpable como el aire que intentaba recuperar.

En ese momento, Sergio también lo vio.
Sus ojos se encontraron por un segundo que pareció eterno. La sonrisa en su rostro se desvaneció por un instante, reemplazada por la sorpresa y después por... ¿nada? No había rencor en sus ojos, pero sí una especie de reconocimiento silencioso. Ambos sabían que este no era el momento ni el lugar para revivir viejos recuerdos, pero el encuentro era inevitable, debía serlo. Max sintió una ola de emociones apoderarse de él. No era celos, pero sí un dolor punzante, una tristeza profunda que creía haber enterrado hace años.

Sergio le dedicó una pequeña sonrisa, casi como una disculpa tácita, antes de volver su atención a su familia. Max se quedó inmóvil, luchando por recomponerse mientras su hermana le hablaba, ajena a lo que acababa de ocurrir.

Max se había levantado casi por instinto, como si algo dentro de él lo hubiera empujado a actuar antes de que pudiera pensarlo dos veces. Escuchó a su hermana llamarle desde la mesa, pero su voz se desvaneció en el bullicio del restaurante. En ese momento, lo único que tenía en mente era hablar con Sergio.

Acertados errores | Cherlos • Chestappen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora