Capítulo Final

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Fue una coincidencia que parecía más una jugada del destino, cuando, medio año después, sus caminos se cruzaron de nuevo de la manera más inesperada. Los días de otoño habían llegado, y Londres estaba envuelto en un aire fresco y los árboles se habían teñido de rojos, amarillos y ocres que dominaban el paisaje urbano. Carlos había querido pasar un tiempo con su madre, junto a una de sus hermanas, que estaban de vacaciones. Se encontraban en una tarde tranquila de compras en el centro comercial. Paseaban despreocupadamente por las tiendas, comentando con ligereza sobre la vida y sus planes familiares futuros, cuando, de repente, alguien llamó su atención.

Entre la gente que iba y venía, como si el universo hubiera decidido en ese momento fijarse en él, el español vio una figura familiar sentada en una de las mesas afuera de un restaurante. Era Sergio, con el cabello levemente revuelto, quizá por la brisa otoñal del exterior, hablando animadamente por teléfono. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa genuina, una risa suave se escapaba de sus labios mientras respondía a algo que, sin duda, le resultaba gracioso.

La visión fue un golpe directo al pecho para Carlos. Se quedó congelado en su lugar por unos segundos, incapaz de procesar la gran coincidencia. Los recuerdos de aquella noche, el calor de su piel, el encuentro que había creído efímero, lo impactó con una fuerza inesperada. Sin embargo, aquí estaba, de nuevo frente a él, en una ciudad lejana, al otro lado del mundo, en otro tiempo y contexto. El destino parecía estar jugando una carta que ninguno de los dos había visto venir.

Sergio no había cambiado mucho en esos meses, su cabello oscuro caía en mechones despeinados, y su sonrisa era la misma que recordaba de aquellas noches en Rio. Verlo ahí, en un ambiente tan mundano, riendo sin preocupaciones, le hizo revivir cada momento que habían compartido. El Alfa sintió el impulso inmediato de ir a hablarle, de cruzar el espacio entre ellos y saludarlo, pero la indecisión lo frenó.

¿Qué pasaría si Sergio ni siquiera lo recordaba? Quizás para el Omega, aquella noche no había significado nada más que un arrebato pasajero, fruto del calor del momento, pero que, para Carlos, había sido mucho más. Durante esos seis meses, su Alfa interior no había dejado de pensar en Sergio, en su aroma, en la conexión intensa que habían compartido. Se había imaginado una y otra vez cómo sería reencontrarse con él, cómo sería si aquella simple atracción pudiera convertirse en algo más.

Sin embargo, nunca había tenido forma de buscarlo, al parecer había cambiado nuevamente de número telefónico, ni siquiera sabía por dónde empezar. Después de aquella mañana en la que despertó solo en la habitación del hotel, había asumido que no volvería a verlo nunca más. Y ahora, el destino le ofrecía otra oportunidad, una que no sabía si debía tomar. Mientras lo observaba a lo lejos, riendo despreocupadamente, se debatía entre la emoción de reencontrarlo y el miedo al rechazo.

Carlos sintió cómo su corazón se le aceleraba en el pecho mientras tomaba la decisión. Le dijo a su madre que necesitaba hacer una llamada urgente y que las alcanzaría, a ella y a su hermana menor, más tarde. No podía simplemente dejar pasar esta oportunidad. No después de todo el tiempo que había pasado pensando en Sergio. Caminó con paso decidido hacia él, dónde Sergio seguía inmerso en su almuerzo y su teléfono, aparentemente ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor.

Al llegar a la mesa, se detuvo justo enfrente, pero Sergio, absorto en su teléfono y su comida, no pareció darse cuenta de inmediato. Por unos segundos, el alto se quedó ahí, sin saber exactamente cómo abordar la situación. ¿Cómo saludas a alguien con quien has compartido una sola noche, pero con quien no has hablado en meses?

Finalmente, cuando el pelinegro sintió su presencia, Sergio levantó la vista. Sus ojos se agrandaron al reconocerlo, y por un instante el tiempo pareció detenerse. La sorpresa era evidente en su rostro, pero también había algo de confusión, como si estuviera tratando de asegurarse de que no era una confusión extraña.

Acertados errores | Cherlos • Chestappen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora