Capítulo uno | Me desmayo viendo las noticias•••
31 de octubre de 2020.
—¿De verdad no se te ocurre alguna pista sobre dónde lo dejaste? —preguntó la voz de quien estaba a mis espaldas.
Negué con la cabeza y fui directo a tumbarme en la cama, derrotada, presionando el rostro contra una almohada. A mi lado, el peso del colchón se hundió y luego una mano comenzó a dar palmaditas en mi hombro.
—Está bien, Kennie, no pasa nada. Solo hay que seguir buscando, ya lo vamos a encontrar —afirmó la misma voz, decidida, mientras jalaba la manga de mi suéter—. Vení y ayudame a revisar las repisas altas de tus paredes, a ver si tenemos suerte.
Sin muchas esperanzas, aparté la almohada de mi rostro y volví a sentarme en la cama. Tal y como esperaba, justo frente a mí había una chica con mi mismo cabello castaño rojizo, misma estatura de jirafa promedio, mismas pecas en la nariz y mismos ojos de un color azul intenso que me miraban un poquito preocupados. Ella llevaba un abrigo verde pino y botas amarillas de lluvia, mientras que yo tenía puesto un suéter holgado, pantalones deportivos y unos tenis viejos.
La vi aplaudir al notar que me levantaba e iba a mover las sillas de mi escritorio para acercarlas hasta la pared.
—Mika, ¿estás segura de que esto es una buena idea? —le pregunté a mi hermana gemela. Ella se giró y entrecerró sus ojos hacia mí.
—Obvio, bobis. Vos te subís a esta silla y yo a la otra, y entre las dos echamos un vistazo acá arriba —indicó en español, el idioma que siempre hablábamos en casa.
Pasaba que aquel sábado, además de ser Halloween, también era el cumpleaños de nuestra hermana mayor: Maisie; por lo que yo, como la buena hermanita que era, había dedicado casi tres semanas a tejerle toda una colección de gorritos y bufandas para que usara en el trabajo. El problema era que ahora no podía recordar dónde había escondido la bolsa con los regalos, pero tenía que encontrarla cuanto antes, para entregársela cuando ella llegara.
—Con cuidado, Kennie, no te vayas a caer —murmuró Mikaela, quien sostenía mi mano mientras yo me subía a la silla. Seguidamente, ella también subió a la suya y entre las dos comenzamos a buscar.
Este era el tipo de lugar que utilizaba únicamente para poner decoraciones o cualquier otra cosa que no tuviera un sitio fijo en mi habitación. Mikaela buscaba en la repisa de abajo mientras que yo revisaba la que estaba un poco más arriba, aunque ninguna de las dos parecía encontrar nada fuera de lo común.
Todo iba bien hasta que por un error de coordinación mi hermana quiso ayudarme a alcanzar la parte trasera de unos libros, donde su mano chocó con la mía y nos hizo tropezar la tapa de un pesado diccionario. Este rodó y empezó a llevarse todo a su paso, no solo en el área de la repisa, sino también el resto de decoraciones que colgaban de mis paredes... Incluyendo las lucecitas que me ayudaban a concentrarme por las noches, una banderita bisexual, algunas figuritas de colección y un par de recortes y decoraciones referentes a álbumes de mis artistas favoritos.
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El inesperado problema de Mackenna Keals ©
RomanceMackenna sólo quiere una cosa: Convertirse en campeona olímpica. ¿Obstáculo? El título le pertenece a una rusa. ¿Problema? Se está enamorando de ella. ••• Las metas de Mackenna están supuestamente claras: Sobrevivir a su último año de secundaria, de...