4. La cabaña del bosque

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Madison

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Madison

¿Me creen estúpida? Los vi colarse por la valla rota y dirigirse a mí en el jardín de atrás de la casa de mis padres. Los habría reconocido a millas de distancia por más disfrazados que vayan. Ninguno de los estúpidos adolescentes que están borrachos en casa de mis padres tiene la altura o el porte de ellos. Jackson y Trent emanan masculinidad por todos lados.

Sonrío por dentro. No es que ellos sean tontos, es que creen ver en mí una inocencia que no tengo o quizás se hacen los tontos. No lo sé y, ahora mismo, no me importa. Siento una intensa excitación ante la idea de lo que van a hacerme. Creí que solo eran fantasías en mi cabeza y, aunque sabía que ellos me miraban a través de una ventana del segundo piso de su casa, pensé que solo era algo pasajero, momentos de curiosidad. Nunca imaginé que el deseo que tenían por mí fuese real y tan palpable. 

La intensidad de sus cuerpos cuando me tenían acorralada en la mesa de billar me había envuelto, como si cada uno de ellos quisiera devorarme a través de las máscaras que aún llevan puestas. Al llegar a esa conclusión, mi cuerpo ya se había llenado de una mezcla de nervios y emoción, haciéndome cuestionar lo real podía ser la atracción de ellos hacia mí. En primer lugar, ni siquiera sabía que existía esa atracción. Realmente creí que solo veían en mí a la hija adolescente de sus vecinos; ahora me doy cuenta de lo equivocada estaba. Solo estaban esperando a que cumpliera los dieciocho años.

Me remuevo en el asiento del coche. He dejado que me metan aquí con los ojos vendados; por supuesto, por nada del mundo ellos podían permitir que los descubriera antes de tiempo. Supongo que no les mencionaré por ahora que me di cuenta de quiénes eran desde un principio; no quiero romper su pequeña burbuja. Tiro de la tela de mi corto vestido, creo que Trent la ha roto un poco cuando me ha abierto las piernas de golpe; intento cubrirme las piernas. ¿La realidad? Solo finjo estar incómoda para que ellos no se den cuenta de que sé toda la verdad. Puede que también me resistiera un poco más tarde para hacerles creer que estaba asustada de los dos grandes tipos que me llevaban «en contra de mi voluntad».

¿Tendré que fingir también que sufro síndrome de Estocolmo cuando vean que no quiero irme de su lado? ¿Y si se aburren de mí cuando me hayan usado? El pánico se apodera de mí rápidamente. Se me escapa un quejido.

—No temas, pequeña bruja. Pronto estaremos en casa.

«Casa»... Eso tiene que significar algo, ¿verdad? Quizás no me quieran solo para un rato. Suelto el aire atascado en mi garganta, tengo que relajarme y dejar que todo fluya con naturalidad. Ellos no deben percibir en mí ese tipo de nerviosismo. Haré preguntas más tarde, cuando me hayan revelado su identidad.

La tela mojada de mis bragas se pega a la piel de mi coño. Ayer fui a una esteticista especializada en el cuidado y la depilación de la piel, fue la primera vez que me depilé la entrepierna. Quería estar preparada para esta noche, en mi mente iba a perder la virginidad con el quarterback del equipo. Ahora que lo recuerdo, Kian fue quien peor parado salió esta noche. No solo se quedó sin follar, sino que Trent añadió a su mala noche un puñetazo en su mandíbula. En fin, mala suerte para él.

🎃🎃🎃🎃🎃🎃

El coche se detiene pasado un rato, hemos debido de salir de la ciudad porque hemos tardado al menos cuarenta minutos en llegar a la cabaña que mencionaron; creo que estamos aquí. La puerta de mi lado izquierdo se abre, una mano agarra mi brazo por encima del codo y me saca a la fuerza. Si supieran que no necesitan ser tan brutos conmigo, iré a donde ellos quieran. Aunque debo admitir que a una parte de mí, una que está saliendo a la superficie como una bala, le gusta que me traten de forma tan primitiva. 

Respiro el olor a árboles y lluvia. ¿Estamos en un bosque? Tiene sentido que me hayan traído a una cabaña alejada de la ciudad. La emoción se extiende por todo mi cuerpo. Huelo a madera quemada, a chimenea. Siempre quise tener sexo frente a una chimenea encendida. ¿Me concederán Trent y Jackson ese deseo? Ojalá que lo hagan. Mierda. Me mojo solo de pensarlo.

—Está temblando —ese es Trent, también me habló antes—. Llevémosla dentro cuanto antes para que se caliente.

—Se me ocurren unas cuantas cosas que hacer para que nuestra brujita entre en calor.

Trent se ríe de la broma de Jackson, ambos tienen una risa tan profunda y masculina. Me encantan y no tienen ni idea de cuánto.

El calor me golpea directamente en la piel cuando abren una puerta; huele a chocolate caliente y canela, a hogar, a uno de verdad, y no como lo que mis padres creen tener. Nunca estuvieron muy presentes en mi vida; las actividades sociales los mantenían ocupados, y con papá era aún peor, porque siempre estaba trabajando en su empresa. En mi mente, siempre estuvo la idea de que papá tenía una amante y mamá lo sabía, pero no le importaba mientras tuviera acceso a su fortuna. En cualquier caso, no me importa; es la vida y el matrimonio de ellos.

Soy depositada en una superficie suave y mullida, que doy por hecho que es un sofá. La venda de mis ojos cae a mi regazo cuando uno de los dos desata el nudo que la ataba a mi nuca. Trent es quien está frente a mí, inclinado hacia adelante con las manos en sus rodillas; sigue llevando la máscara. Jackson se para a su lado, al igual que su amigo, aún lleva su máscara.

—¿Por qué me habéis traído aquí?

Finjo con mi voz que estoy asustada. Jackson se ríe y se cruza de brazos. Su ancho pecho se aprieta contra el disfraz que lleva puesto. No puedo esperar a que se lo quite, quiero que ambos estén desnudos y verlos; nunca los he visto sin ropa.

Trent golpea la punta de mi nariz con su dedo índice de forma juguetona.

—Verás, brujita. Mi amigo y yo llevamos tiempo observándote.

—¿Qué?

—Sí —suspira—. Lo siento, de verdad. Pero no pudimos resistirnos a tus constantes provocaciones.

—Yo no hice tal cosa.

Jackson me agarra por la mandíbula y se sube a horcajadas sobre mí sin llegar a sentarse en mi regazo, se mantiene de rodillas muy pegado a mi cuerpo.

—Nos provocaste con tu deliciosos cuerpecito de puta —gruñe.

—No me llames así —mascullo.

—¿No eres una puta?

¿Por qué me moja y me excita tanto que me llame así? Quizás es porque es Jackson quien lo hace, si fuese Trent tendría el mismo efecto en mi cuerpo. ¿Otra persona? Ya estaría en el suelo con los dientes cayéndose de su boca sangrante. Pero no pasará eso con ellos, de eso estoy segura.

 Pero no pasará eso con ellos, de eso estoy segura

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