Noche de Halloween [Especial Halloween 2024]

5. Abre la boca, brujita

Jackson

—¿Y si no nos quiere?

Pongo mis manos sobre los hombros de Trent. Se ha puesto algo nervioso pensando que Madison no nos querrá y se resistirá a nuestro toque. Sé que no lo hará, ella nos ha estado provocando desde las ventanas de su habitación y baño; quería esto y lo está obteniendo.

—La has asustado, Jack.

—¿La ves asustada?

Trent le echa un vistazo rápido. Nos hemos desplazado hacia un rincón del enorme salón de la cabaña para hablar en privado, desde aquí podemos vigilarla y hablar tranquilamente.

—No, está muy relajada.

—¿Y desde cuándo una persona que ha sido secuestrada se comporta así?

—Desde nunca.

—Creo que sabe la verdad.

—¿Tú crees?

Inclino ligeramente la cabeza en un asentimiento. Lo he sabido en cuanto me he subido encima de ella y lo único que había en sus ojos era el fuego de la lujuria. No sé en qué momento nos ha reconocido. Pero podría apostar a que ha sido antes de meterla en el coche.

—La brujita es nuestra, Trent.

Mi amigo sonríe con malicia. Me quito la máscara, es una estupidez seguir llevándola cuando Madison ya sabe quiénes somos. Nos dirigimos hacia ella, que levanta la barbilla en señal de desafío. Joder. Me lo voy a pasar bien azotando su trasero de malcriada. Subo una rodilla en el sofá, junto a su pierna expuesta, el maldito vestido lleva provocándome desde que la he visto con él. La sujeto por el mentón y acerco mi cara a la suya; Trent se sube de rodillas a su otro lado, con una sonrisa se inclina y huele la longitud de su cuello.

—Hola, nena —mi voz sale ronca, mi pene lleva duro desde hace rato—. Hemos esperado mucho por esto.

—¿Qué vais a hacerme?

Trent agarra las manos atadas de Madison y las lleva a mi entrepierna, el contacto me hace gruñir. Al principio ella no reacciona, pero en cuanto deja de fingir me agarra el pene con sus dedos.

—¿Estás ansiosa? —le pregunta Trent apretándole un pecho por encima del vestido—. Tan llenos como imaginaba.

—¿Vais a violarme?

Se me escapa una carcajada. Negando con la cabeza, me alejo de ella; Trent hace lo mismo.

—No mientas, Madison —gruño—, quieres esto tanto como nosotros.

—Jamás te haríamos daño, dulce Madison.

Ella agacha la cabeza.

—Lo siento —musita.

Deslizo la cremallera frontal de mi disfraz y me deshago de él, pateo la tela a un lado; creo que lo guardaré como recuerdo de esta noche. Los ojos curiosos de Madison recorren mi cuerpo semidesnudo y el de Trent, que también se ha quitado su disfraz.