Capítulo 7: Una noche diferente.

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Lance llegó al restaurante antes de lo esperado, como siempre hacía cuando estaba nervioso. Sus manos jugueteaban con las llaves del coche mientras esperaba en la entrada, sus ojos recorriendo la calle de forma ansiosa. Era un lugar pequeño y discreto, perfecto para no llamar la atención, pero lo suficientemente elegante para que pareciera una ocasión especial. No podía evitar pensar que esta cena con Fernando era más de lo que parecía, aunque seguía sin estar seguro de qué.

Al cabo de unos minutos, su corazón dio un vuelco cuando lo vio llegar. Fernando caminaba hacia él, vestido con un suéter de cuello alto negro y una chaqueta gris, sus pantalones ajustados acentuando su figura atlética. Parecía que cada detalle había sido pensado meticulosamente, y el resultado era impresionante. Lance no pudo evitar detenerse y mirarlo por un segundo, maravillado por lo bien que se veía.

–Wow... –murmuró sin poder contenerse.

Fernando sonrió de lado, notando la reacción de Lance, pero sin hacer mucho alarde de ella. Siempre tan seguro, pensó Lance, y esa seguridad lo intimidaba y atraía al mismo tiempo.

–¿Te quedaste sin palabras? –bromeó Fernando mientras llegaba a su lado, sus ojos brillando con diversión.

Lance se rió torpemente, frotándose la nuca.

–Sí... digo, no... bueno, es que te ves muy bien.

–Gracias, tú tampoco te quedas atrás –respondió Fernando, dándole una mirada apreciativa antes de hacerle un gesto hacia la entrada–. ¿Entramos?

Una vez dentro, el ambiente era acogedor, con luces cálidas y una atmósfera íntima que, si bien era agradable, también intensificaba los nervios de Lance. Se sentaron en una mesa junto a una ventana, y la camarera les ofreció una carta mientras intercambiaban miradas en silencio.

Lance no podía dejar de observar a Fernando de reojo, notando cómo se desenvolvía con una facilidad que él solo podía envidiar. Cada movimiento del omega era preciso, calculado, pero no rígido. Había una naturalidad en él que siempre había admirado, y esa noche, todo parecía aún más pronunciado. Pero lo que más le sorprendía era lo bien que se sentía estar allí, juntos, como si esta cena fuera algo que debían haber hecho desde hace mucho.

–¿Qué te apetece? –preguntó Fernando, apartando la mirada de la carta para enfocarse en él.

Lance se había quedado mirando la carta sin leer realmente lo que decía, su mente atrapada en la presencia de Fernando. Parpadeó y sonrió torpemente.

–Ah, no lo sé... ¿alguna recomendación?

Fernando lo observó por un segundo antes de sonreír.

–Podemos pedir algo para compartir, si te parece bien. Este lugar tiene un plato de mariscos excelente.

Lance asintió, confiando plenamente en el juicio de Fernando. Después de que hicieron el pedido, un silencio cómodo cayó entre ellos. Sin embargo, Lance no podía evitar sentir que había algo más bajo la superficie, algo que ambos estaban evitando mencionar. Cada vez que Fernando lo miraba, sus ojos parecían saber más de lo que decían sus palabras.

–Me sorprende que hayas aceptado salir a cenar tan rápido –dijo Fernando de repente, interrumpiendo los pensamientos de Lance.

Lance alzó la vista, confundido.

–¿Por qué? No me molestaría pasar tiempo contigo.

Fernando se rió suavemente, pero había una seriedad oculta en su tono.

–Porque no eres el tipo de persona que se abre fácilmente. Lo he notado en el equipo, y fuera de él también.

Lance se tensó un poco, inseguro de cómo responder. Fernando siempre había sido directo, y eso lo ponía nervioso. Pero sabía que había una parte de verdad en sus palabras.

El peso del nombre | Strollonso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora