Capítulo 5: El peso de la máscara.

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Desde el primer momento en que Lance entró al centro de entrenamiento, Fernando Alonso sintió cómo el aire cambiaba ligeramente. El aroma fresco y suave de menta que siempre acompañaba al joven alfa estaba presente, pero había una nota de romero, algo que hacía que Fernando, siendo omega, se tensara de forma casi automática. El romero era un indicador claro de que Lance estaba experimentando emociones más intensas de lo habitual, algo que no era propio de él.

Fernando, entrenado para disimular lo que sentía, se mantuvo calmado exteriormente. Sin embargo, en su interior, sus instintos omega le pedían que estuviera alerta. Aún así, lanzó una mirada rápida hacia Lance, quien se estaba preparando junto a los demás en el equipo de Aston Martin para otro día de intensos entrenamientos y compromisos de marketing ¿Qué estará pasando por su cabeza?, pensó Fernando mientras observaba cómo el alfa bromeaba con uno de los mecánicos, pero el aroma seguía traicionándolo.

El día comenzaba, y Fernando sabía que no sería fácil con Lance en ese estado. El omega se forzaba a mantener la compostura, respirando profundo y concentrándose en su propia tarea, pero no podía evitar sentir cómo la esencia de romero se entremezclaba con la menta, provocando en él una inquietud que era difícil de ignorar.

"Cálmate, Fernando," se repetía a sí mismo, mientras los recuerdos de otras veces que Lance había estado alterado volvían a su mente. El alfa era capaz de ocultar sus emociones frente a los demás, pero Fernando siempre las detectaba. Era el único que podía sentir ese sutil cambio en su aroma, esa forma en la que el romero salía a flote cada vez que algo afectaba a Lance más de lo normal.

Las sesiones de entrenamiento eran intensas, y Fernando solía disfrutarlas. Aunque era omega, su cuerpo estaba acostumbrado a la exigencia física, y siempre había sido competitivo. Pero ese día, el aroma persistente de Lance lo distraía. El alfa se movía con una intensidad poco común, su cuerpo en constante tensión, y aunque desde fuera parecía concentrado, Fernando sabía que algo lo estaba perturbando.

El aroma de romero se intensificó durante un ejercicio de fuerza. Lance empujaba con más fuerza de la necesaria, y Fernando, quien estaba justo al lado, no pudo evitar fruncir el ceño. Su propio instinto omega lo hacía sentir vulnerable frente a un alfa en ese estado emocional.

–Stroll –llamó Fernando, intentando que su voz sonara firme, aunque por dentro sus nervios se agitaban al sentir esa intensidad. –Relájate, no estás en carrera ahora.

Lance lo miró de reojo, respirando profundamente mientras intentaba estabilizar su fragancia. El romero aún persistía, pero había una mezcla de menta, una señal de que intentaba controlar lo que sentía. No dijo nada, pero Fernando podía percibir el conflicto interno del alfa, sus emociones eran demasiado intensas para que su aroma lo ocultara por completo.

"¿Ahora qué es lo que lo está afectando tanto?", se preguntaba Fernando. A lo largo del día, Lance siguió entrenando, pero la intensidad en su aroma seguía fluctuando. Mientras los otros no parecían notar nada, Fernando estaba cada vez más consciente de los cambios en la esencia de Lance.

Una vez terminado el entrenamiento, ambos pilotos tuvieron que atender sus obligaciones con el equipo de marketing. Fernando, aunque no lo disfrutaba mucho, sabía cómo mantener una buena imagen pública. Lance, por su parte, era brillante frente a las cámaras, pero ese día algo era diferente. La fragancia de menta estaba acompañada constantemente por el romero, como si la tensión en el alfa no desapareciera ni siquiera en los momentos que normalmente lo relajaban.

Mientras posaban para las fotos, Fernando notaba cómo el aroma de Lance fluctuaba. La menta volvía en ráfagas cortas, como si el alfa intentara contener lo que sentía. Sin embargo, cuando las cámaras dejaban de apuntar hacia ellos, el romero volvía a llenar el aire.

Fernando respiró profundamente, intentando no dejarse afectar por los cambios en el ambiente. El olor intenso de Lance estaba haciendo que sus instintos omega se activaran de forma involuntaria. Sentía la necesidad de mantenerse alerta, de observar cada movimiento del alfa, pero al mismo tiempo, sabía que tenía que mantener su distancia emocional. No podía permitirse mostrarse vulnerable ante él.

–¿Todo bien? –preguntó Fernando cuando finalmente tuvieron un momento a solas, lejos de las cámaras y los periodistas.

Lance le lanzó una mirada rápida, casi como si no esperara la pregunta. Su aroma intentó volver a la calma de la menta, pero el romero aún estaba allí, persistente. El alfa asintió, aunque Fernando no estaba convencido.

–Sí, todo bien –respondió Lance con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Fernando sabía que no estaba siendo completamente honesto, pero también entendía que, como alfa, Lance no quería mostrar debilidad.

El omega suspiró internamente. Sabía lo difícil que podía ser para un alfa abrirse, especialmente alguien como Lance, quien siempre había tenido que lidiar con la presión de las expectativas y el peso de su apellido. El aroma del alfa lo delataba, y Fernando sabía que Lance estaba a punto de explotar.

A lo largo del día, Fernando observó a Lance con atención. Aunque intentaba mantener una fachada de despreocupación, el aroma de romero nunca desaparecía por completo. Fernando, siendo omega, era especialmente sensible a los cambios en los alfas, y lo que más lo preocupaba era que parecía que Lance no tenía con quién hablar de lo que lo estaba afectando.

Las interacciones de Lance con el equipo de Aston Martin eran siempre cordiales, y la mayoría de las personas veían solo su exterior: un joven alfa carismático y tranquilo. Pero Fernando, con su olfato agudo, podía percibir la lucha interna del chico. El aroma de romero, mezclado con menta, era un indicativo claro de que Lance estaba bajo mucha presión. A pesar de las bromas y las sonrisas, el alfa estaba luchando con algo mucho más grande de lo que dejaba ver.

Mientras ambos pilotos caminaban hacia la sala de reuniones, Fernando decidió que era hora de hacer algo. No podía dejar que Lance siguiera cargando con todo solo. El aroma lo decía todo, y Fernando no podía ignorarlo.

–Oye, Stroll –dijo Fernando mientras se quitaban los cascos y caminaban juntos. –¿Te apetece salir a tomar algo más tarde?

Lance lo miró, claramente sorprendido por la invitación. Su aroma cambió por un momento, la menta volviendo a predominar, aunque aún había un rastro de romero en el aire.

–Claro –respondió Lance con una sonrisa, pero Fernando aún podía sentir la tensión debajo de su exterior calmado.

"Lo ayudaré a abrirse más," pensó Fernando, mientras sentía su propio aroma omega estabilizándose. Sabía que, aunque no podría resolver todos los problemas de Lance, al menos podía estar allí para escuchar. Y tal vez, solo tal vez, podría ayudarlo a encontrar una manera de lidiar con lo que lo estaba afectando tanto.

 Y tal vez, solo tal vez, podría ayudarlo a encontrar una manera de lidiar con lo que lo estaba afectando tanto

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¡Hola a todos, otra vez yo, y bienvenidos al quinto capítulo de esta historia!

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Nos vemos en la siguiente curva del camino ¡Hasta la próxima!

Adri-

El peso del nombre | Strollonso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora