Just A Game // Finn Wolfhard. [✔️]

F I N A L

Finn Wolfhard

Aunque hubiera querido que las cosas se solucionaran rápido no fue así, ya llevábamos un mes escondiendonos, que podía no parecer mucho tiempo pero para nosotros era eterno.

No nos quedábamos más de dos días en un mismo lugar para evitar correr riesgo, aunque Cass ya se estaba desesperando demasiado.

—Ya no aguanto más Finn —habló pasándose las manos por el cabello mientras yo miraba por la ventana de la habitación del hotel.

—No sé qué más hacer mi vida —aseguré agachandome frente a ella y tomé sus manos con las mías.

Apoyé mi frente en sus rodillas y la sentí respirar profundo, estar huyendo no era el ideal, pero no quería que ese idiota le hiciera algo.

—Amor —Levanté la mirada al escucharla llamarme y me pasó una mano por el cabello, estaba un poco más calmada pero no quería seguirse escondiendo más—. Está bien, lo juro.

—No quiero que vivas en peligro, llevamos un mes sin ver a nadie más, no quiero que sigamos así —aseguré y ella me pasó una mano por el cuello—. Ni siquiera me he podido cortar el cabello.

—Y que bien te queda largo —aseguró sonriendo y negué con la cabeza conteniendo mi sonrisa—. ¿Te puedo pedir algo?

—Lo que quieras —accedí de inmediato y ella tomó aire.

—Quiero ver a mis papás, no quiero solo llamarlos, los quiero ver —pidió y me levanté sentándome a su lado y tomando su mano—. Un rato, solo un rato amor.

—Vamos mi vida, no creo que nos pase nada —Sonrió levantándose junto a mí y luego ambos salimos de la habitación.

Bajamos el elevador y después salimos del hotel con la maleta, hace unos días habíamos ido rápidamente a su casa para sacar más ropa.

Subimos al auto y dejamos la maleta en la parte de atrás. Cass se colocó el cinturón y yo comencé a conducir mientras ella encendía el aire acondicionado.

Pasamos un largo rato de camino, en ocasionas me giraba a verla y la veía susurrando mientras golpeaba sus manos sobre sus piernas.

—¿Qué haces Cass? —pregunté riendo y escuché los golpes contra sus piernas detenerse.

—Pensando en la letra de la canción —respondió y sonreí un poco, al menos ya se distraía y no estaba tan preocupada por lo que estaba pasando—. El problema es que no tengo mi cuaderno.