Sabía que Filipa no se resistiría a ser llamada cobarde. Cuando éramos niños hizo muchas cosas que no quería sólo porque creían que no podía hacerlo, y ella iba y les demostraba lo contrario. Siempre ha sido muy determinada y detesta perder por eso tuve que usar esa carta con ella, de otro modo no hubiera podido lograrlo.
—Al menos no te pueden prohibir asistir a los entrenamientos. —Mike toma el asiento del copiloto en mi camioneta porque su vehículo fue confiscado por su padre luego de que lo rayara en una de sus salidas nocturnas.
—Va a ser una tortura —resoplo.
Baja la ventanilla y saca un brazo golpeando la carrocería por fuera antes de saludar a un grupo de chicas que pasan por el estacionamiento—. ¿Por qué demonios te incriminaste? —Pregunta.
Pongo el vehículo en marcha—. Porque soy un idiota.
Si lo que dicen es verdad, las buenas acciones regresas, así que espero que la mía regrese con creces.
—St. Park será difícil si no tenemos una buena defensa —comenta mirando su teléfono— puedo ver esos mensajes de burla en las redes sociales luego del partido.
Suelto un suspiro impaciente.
— ¿Quieres callarte? —Me remuevo incómodo en el asiento. Si dijera que no lo pensé durante toda la mañana estaría mintiendo. Sé perfectamente que el idiota de Peter Travers sacará ventaja de esto y si nuestra derrota sería como darle el trofeo de campeonato ahí mismo.
—Tienes que hacer lo que sea para que te restituyan —comenta encendiendo la radio. La conocida melodía de Dancing In The Moonlight de Toploader envuelve el ambiente y me permite una distracción de la presión que estoy sintiendo.
—En eso estoy —aseguro sin saber muy bien cómo lo haré.
Mike me da una mirada de lado—. ¿Vas a ser el perro faldero de Cruz? —Bromea.
Chasqueo la lengua—. ¿Y rebajarme así? Ni lo pienses.
Aminoro la velocidad y giro hacia la derecha en camino al bullicio del centro.
—Hong me prometió que me ayudaría con eso. —Y espero que cumpla con su palabra.
— ¿A cambio de qué?
Respiro profundamente antes de contestar.
—De hacer el trabajo sucio por él.
. . .
Dejo mis cosas en la entrada del local de carpintería y veo una nota pegada en el mostrador: "Estoy atrás."
Me dirijo hacia la parte trasera del taller y encuentro a mi madre dando los últimos detalles a un librero con la amoladora.
—Llegaste. —Se saca las gafas de protección y me sonríe—. ¿Cómo te fue?
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El Club Del Beso ©
Teen FictionLas madres de Filly y Rhodes se detestan por un error del pasado que provocó una ruptura en su amistad. Al igual que ellas, sus hijos también se distanciaron volviéndose unos extraños. Pero todos esos años separados se disipan cuando ambos quedan se...