𝟎𝟎𝟐 ꠩ 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐓𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍.

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El olor a pintura inundó sus fosas nasales una vez que abrió aquél pequeño tarro de pintura que le había robado a su madre esa misma mañana, era costumbre para ella hacerlo, incluso si tenían una gota seca de pintura se lo robaba y lo llevaba a su...

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El olor a pintura inundó sus fosas nasales una vez que abrió aquél pequeño tarro de pintura que le había robado a su madre esa misma mañana, era costumbre para ella hacerlo, incluso si tenían una gota seca de pintura se lo robaba y lo llevaba a su estudio si así se le podría llamar a aquél lugar abandonado que junto con Mal se lo habían robado a Garfio hace un tiempo para poder pintar cosas que le ocurrían en sus sueños, era una forma de recordarlo. Agradecía su madre no se daba cuenta de los tarros faltantes porque la verdad, ella no sabía del gusto de su hija por la pintura.

De todos modos, no es como si su madre se pusiera a contar cuantas pinturas había dejado Rapunzel luego de escaparse de sus garras, sería raro que las tuviera contadas, ¿cierto? Sí, madre Gothel había guardado todo lo que le pertenecía a la princesita, tuvo todo el tiempo del mundo para poder llevarse sus cosas antes de que los guardias de Corona destruyeran todo en la torre.

Y después anda diciendo que no quería a Rapunzel como a su hija...

Aquél pensamiento se cruzó por la mente de la pelirroja mientras suspiraba.

Se quedó observando su propia obra, pensando en su madre y como a veces parecía tenerle más cariño a alguien que ni siquiera era su hija, siempre hablaba de ella, de como la cuidaba y le peinaba su mágico cabello, incluso una vez la oyó quejarse con otros villanos sobre no tener otra hija como Rapunzel. Pensaba en por qué no esa estúpida princesa no podía quedarse en la torre hasta morir... Su enojo la llevó a arruinar la pintura, sin darse cuenta había pintado sin ver para desquitar su enojo, dejando la pared con una horrible mancha de colores combinados.

Tomó una profunda respiración y se cubrió el rostro con las manos, seguido de esto soltó un pequeño grito de frustración para intentar calmar su enojo.

¿Qué haces?

Aquella pregunta resonó en el lugar, puesto a que todo estaba en silencio luego del intento de descarga de la chica. Debido a la inesperada interrupción tomó sin dudar una de sus dagas, la que guardaba en una de sus botas, y la lanzó hacia aquella persona, la daga pasó por su rostro sacándole un chillido de sorpresa. Todo esto mientras que Gwen seguía sin darle una mirada.

¡Oye! Mal saltó en su lugar ante aquél ataque, ligeramente asustada se tocó la mejilla para verificar que no había sangre. Observó con terror donde había quedado incrustada la daga y luego volvió la vista hacia Gwen, que parecía seguir con aquella actitud tranquila de siempre Pudiste haberme lastimado, ¿sabes?

Su amiga le devolvió la mirada y se encogió de hombros.

Si te quisiera lastimar no hubiese fallado.

Dicho eso, pasó por su lado para ir a buscar su daga y guardarla, era el único regalo que apreciaba de su madre y el que más le había durado, fue un regalo de su cumpleaños número diez junto a otra daga y desde entonces se dedicó a practicar para poder amenazar a quienes quisiera. Aún recordaba la nota de su madre en ella "Ayudan por si un hombre te hace enojar, sé lo que digo."

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 | 𝐃escendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora