𝐌𝐲 𝐀𝐧𝐠𝐞𝐥 ( 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐦𝐢𝐧 )

† 9 †

Siete

Ocho

Nueve

Diez

Once

Doce

Trece...

Había perdido la cuenta de los golpes y patadas que recibía, mientras intentaba protegerme inútilmente con mis manos, pero era imposible, me lo merecía, era un completo estúpido.

- Por qué!! - grito para sujetar mi cuello y apretarlo fuertemente, por instinto yo comencé a arañar su mano para que me soltará - ¡¿Que mierda te sucede miserable omega?! - volvió a gritarme para golpear mi cabeza contra el suelo provocandome un leve mareo acompañado de un punzante dolor

Estaba molesto y yo lo comprendía, él hacía lo correcto en golpearme, era lo mejor, así toda su ira bajaría, había logrado perder a ese cachorro que llevaba en mi vientre, para mí mala suerte yo no pude acompañarlo, me despertó muy enfadado echándome la culpa por mis actos, mis ojos estaban cansados de llorar, mi garganta dolía debido al gran nudo que permanecía ahí.

- Maldito omega! - cerré mis ojos fuertemente debido al golpe que me dió en la mejilla provocando que me quejara de dolor mientras un liquido caliente sentía chorrear por aquella zona, me había reventado el labio.

Una patada más en mi espalda fue el último golpe que me dió para luego escuchar la puerta de aquella habitación ser abierta y cerrada con fuerza, intente levantarme pero el dolor en mi cuerpo era insoportable asi que me arrastre tratando de averiguar hacia donde se encontraba la cama, me sentia frustrado pero aun me quedaba fuerzas para mi último acto.

Ya no quería seguir aquí, ya no...

Los días fueron pasando y Agust no volvió a acercarse a mi, más bien era por qué él no se encontraba en casa, así que opte por pedir a uno de sus hombres llamar a aquel joven estilista quien vino lo mas rapido posible.

Los pasos de aquel joven fueron firmes y lentos mientras se dirigía nuevamente a aquella habitación, en dónde encontró a aquel omega de cabellera rubia y ojos tristes más demacrado y con severos golpes alrededor de su delicado rostro.

Forzó una sonrisa mientras cerraba la puerta a sus espaldas acercándose con sumo cuidado a aquel omega para dejar su pequeño maletín de maquillaje encima del tocador.

- Buenas tardes, me ha llamado? - pregunto en un tono fingido de felicidad

- Podrías ocultar todo esto? - pregunto señalando su propio rostro, acto que conmovió al joven estilista quien sintió lágrimas acumularse en sus ojos

- Claro que puedo - contesto para ayudarlo a sentarse en el sillón y comenzar así en un largo y cuidadoso estudio de como poder cubrir todo aquello.