Del susto, David se apartó de Regina a la velocidad de la luz, lo menos que esperaba era encontrarse con la presencia de Ruby ahí, tantas preguntas lo atormentaron en ese preciso instante que las palabras no se decidían a salir, había sido una muy mala idea, no cerciorarse de que la puerta del consultorio estuviera cerrada luego de su entrada.“me parece que a ti te hacen falta unas cuantas lecciones”, Regina, molesta por su atrevimiento de entrar sin llamar antes, fue quien primero reaccionó, sin importarle el nerviosismo por haber sido atrapada en medio de una situación embarazosa, “¿de niña no te enseñaron a tocar la puerta?”, se despegó del buró para colocar una mano encima de su cintura y mirarla amenazadoramente, posición típica en ella, si pensaba que le mostraría miedo, se equivocó grandemente.
“¡cállate ramera!”, Ruby la ofendió y David al escucharla tratar a su hermana con ese desdén, también olvidó la impresión por su intempestiva llegada.
“¡no te atrevas a volver a ofender a Regina!”, exclamó poniéndose frente a ella, protectoramente, “ya te lo dije una vez, no me hagas repetirlo”, sin alzar la voz, recalcó lo último.
“¡qué creciditos los veo!”, negaba con la cabeza al presenciar su complicidad, bien hizo en planear perseguir a su aún esposo hasta Nueva York, descubrió que diariamente, se tomaba el trabajo de recoger a su hermanita, la llevaba a un restaurante, por último a su casa, andaban demasiado unidos para su gusto, por eso, al verlo entrar al consultorio tan temprano ese día, se alarmó a tal punto que la locura la cegó, aprovechó que la puerta estaba entre abierta y entró para encontrárselos a punto de besarse, eran unos insanos, “nunca me equivoqué cuando aseguré que entre los dos había una unión algo extraña”, los acusó, “¡inmorales!”, exclamó, “debería darles vergüenza”, con odio en sus ojos los miraba de arriba hasta abajo sin creer su descubrimiento.
“¿quién te crees para venir hasta aquí a ofendernos?”, David seguía enfrentándola, la furia recorría por sus venas, “¿me estabas siguiendo?”, dedujo, la realidad lo golpeó rotundamente, “¿cómo te atreves a tanto?”, la paciencia se le escapaba.
“sí, te seguí y no me arrepiento”, el odio, el rencor y la soberbia haciendo galas en su tono de voz, “además, ¿qué tú hablas de espiar?”, se quería cobrar por haber grabado aquel video que arruinó todos sus planes, “tú fuiste quien primero comenzó”, lo acusó.
“eres lo peor”, se maravillaba de su capacidad de lucir como la víctima de la situación, “no debí casarme contigo, fue el peor error de mi vida”, la discusión se comenzaba a tensionar.
“la libertad no te la daré”, furiosa, lo amenazó, “menos ahora con lo que acabo de ver”, el odio hacia Regina crecía con cada palabra, “todavía finges ser una doctora de renombre”, asombrada por su nivel de cinismo, se dirigió a su peor enemiga, “una hipócrita es lo que eres”, se apartó a un lado para enfrentarla, eso era lo que estaba esperando, sacarla de debajo de los pantalones de David.
“podré ser todo lo hipócrita que tú quieras, pero tú, eres una enferma mental”, comenzaba a cansarla el simple hecho de escuchar su voz, “hazme el favor de largarte de mi consultorio”, la echó sin el menor remordimiento.
“¡DE AQUÍ NO ME VOY HASTA QUE CONFIESEN QUE ENTRE LOS DOS HAY ALGO!, ¡QUE SON AMANTES!”, ordenó con desfachatez, “¡DESCARADOS!”, ofendía sin reparos.
“Ruby, por favor, márchate, ¿acaso no te ha bastado todo lo sucedido entre los dos!”, sosegado, la persuadió.
“¡NO!”, parecía una leona rugiendo, “¡y ni pienses que te liberarás de mí tan fácilmente!”, con furia exclamó, realmente, su enojo jamás había desaparecido.
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Tatoo
Romance¿Quién dictamina lo que es correcto y lo que no lo es? Nadie lo sabe, la vida es una constante cuerda floja que se debate entre ambas caras de la moneda.