Al final del día, la fiesta de cumpleaños de la alcaldesa, no fue tan mala experiencia, terminaron viendo películas en la sala de la lujosa mansión, el papá de Víctor, fue quien se encargó de elegir la que iban a ver, acompañaron la reunión con unas palomitas de maíz para el entretenimiento, hicieron silencio y el cine se inundó de la música de presentación de la película.
Entrada la noche, la hora de marcharse, había llegado, las despedidas se impusieron, Mary y Víctor se quedarían esa noche juntos, a Regina y a David, no les quedó otro remedio que retirarse sin su amiga.
“¿puedes llevarme?”, se preparaba para poner en marcha su auto cuando su hermano se le apareció de repente sobresaltándola, volteó la cabeza a su izquierda y allí estaban esos ojos suplicantes esperando una respuesta suya.
“¿y tu auto?”, bajó el cristal de la ventanilla y cuestionó, se había pasado la tarde entera disimulando la molestia por su repentina aparición, llevarlo hasta la casa le parecía el colmo.
“se averió”, explicó David, resopló indignada porque no había otra solución que también soportarlo durante el regreso.
“entra”, la sonrisa de su hermano fue indescriptible, reconocía que tenía razón en algo que le había dicho, su trato hacia él, ya no era el mismo, lo hacía a propio intento, “procura estarme diciendo la verdad, porque si no…”, amenazó a medias, un beso en las mejillas selló sus labios, así era David, demasiado cariñoso con ella, además de poseer una belleza masculina envidiable, su piel tan blanca combinaba a la perfección con sus ojos azules como el cielo y su cabello rubio y lacio terminaba transportándola a un mundo de ilusiones de donde el regreso se llenaba de oscuras trampas que la derrotaban una y otra vez, porque por donde lo miraba, explorar su amor por él, se hacía cada vez más pecaminoso.
“vamos pequeña, no te hagas la dura con tu hermanito que tanto te ama”, bromeó sacándole una sonrisa tierna y sincera, le lanzó un beso que revolvió cada rincón de su ser, ¡diabla!, ya reprimirse por lo que sentía cuando ambos tenían un intercambio como ese, estaba de más, intentó suprimirlo, no le resultó una solución muy efectiva.
“es que te conozco”, advirtió segura de sí misma, aunque su tono ya no tenía nada de molestia, compartir todo con él, siempre había sido su religión, de ahí el motivo por el cual, intentaba despegarse, “bien tramposo que eres”, la sonrisa no se borraba de sus labios.
“¿tramposo, yo?”, fingió ofensa, pero la sonrisa, tampoco lo abandonaba, sentía alivio por estar en esa situación con ella, los últimos días en los que ni en la universidad habían coincidido, lo llenaron de una profunda angustia, su hermanita menor, era la luz de su mundo entero.
“sí, usted”, el ambiente entre ambos, se alivianó, parecían dos niños en medio de un juego interminable.
“no vuelvas a ignorarme de esa manera, Regina”, de un momento a otro, la seriedad lo invadió, parecía que la regañaba, a ella poco le importaban sus censuras, a fin de cuentas, seguiría como hasta hoy, intentando alejarlo, así le costara la vida.
“vamos, anda”, cambió el tema, si continuaban allí sin ponerse en marcha, no llegarían nunca a su casa, sin embargo, lo que siguió, dejó bien claro, que él tenía otros planes.
“propongo irnos de fiesta tú y yo solitos”, era fin de semana, en el bar del pueblito, siempre hacían celebraciones.
Esa propuesta, no se la esperaba, atónita quedó, no iban de fiesta desde hacía años, no entendía qué lo había hecho animarse a regresar el tiempo atrás cuando ambos, se la pasaban cometiendo locuras juntos, bien recordaba de una en especial, que, literalmente, los había marcado para toda la vida.
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Tatoo
Romance¿Quién dictamina lo que es correcto y lo que no lo es? Nadie lo sabe, la vida es una constante cuerda floja que se debate entre ambas caras de la moneda.