Tatoo - Capítulo 13

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El silencio volvió a reinar, el ambiente se tensó, nadie mencionaba palabra, solo se escuchaban los sollozos del rubio quien intentaba, en vano, limpiarse sus mejillas, demostrar debilidad no era de su agrado.

“pensarás que soy la peor persona, ¿verdad?”, que se hubiese enamorado de su propia hermana no era un tema de fácil aceptación, le costó trabajo asimilarlo.

“no soy quien para juzgar a nadie”, por fin, se decidió a hablar, “ahora entiendo por qué te casaste”, lo sospechaba en aquel momento, verlo quebrado frente a ella era totalmente diferente.

“he vivido un cruel castigo por esa mala decisión”, lo estaba pagando con creces.

Mary, sentía una mezcla de sentimientos abrumadores, esta noticia, que antes era sospecha, le cambiaría la vida a su amiga, a quien tanto vio derramar lágrimas de sangre por el simple hecho de haber puesto los ojos en un hombre que creyó inalcanzable, pero… ¿qué haría ahora?, ¿qué decisión tomaría después de haber recibido la confirmación de sus sospechas?, se pasó tanto tiempo imaginando cómo sería descubrirlo que olvidó prever sus acciones.

“me voy”, David, al percibir su lucha interna, prefirió marcharse, se evitaría recibir un reproche, o palabras que merecía de sobra, por eso, nunca antes, le confesó ni media palabra a nadie sobre sus sentimientos, “nos veremos luego”, lo dijo mayormente para que fuera cierto, porque sinceramente, después de esta conversación, dudaba que volvieran a verlo de la misma manera.

Recibió un asentimiento, correspondió y se marchó, ni se detuvo a pensar, había, asuntos importantísimos de los que debía encargarse, además, no podía llegar tarde, a su amiga la abogada, no le gustaban las impuntualidades, esa regla la cumplió estrictamente, lo supo al llegar al juzgado y verla allí, esperándolo ansiosa, por decir de menos, nerviosa, era la palabra, la saludó cordialmente y juntos, entraron al juzgado del pueblo, tenían una batalla muy grande que vencer.

Mientras ellos se enfrentaban a los protocolos legales, en la mansión de la alcaldesa, otra batalla, se libraba, al marcharse David, Mary, se sentó a la mesa del comedor, debía meditar, analizar la situación, no podía negarse que era un tema muy complicado, aunque, algo en su interior, le gritaba que fuera a llamar a Regina y le contara, pero no, esa no era la decisión correcta, debía actuar con cautela, un error, perjudicaría su amistad, esa era la última de las posibilidades que debía considerar.

“¿por qué piensas tanto?”, la voz de Víctor, la sorprendió de repente, su corazón le dio un salto, no esperaba que se levantara tan temprano.

“¿escuchaste?”, preguntó, su rostro reflejaba una profunda satisfacción, anteriormente, habían conversado sobre ese tema, ya que Regina, decidió hacerlo parte de su gran secreto.

“la conversación completa”, confesó, al extrañarla en la cama, se levantó y al sentir voces en el comedor, se acercó para escuchar cada palabra y cada sollozo de su amigo, quien, deshecho, confesaba sus tan atesorados sentimientos.

“complicado, ¿verdad?”, se imaginó que no intervino para no parecer atrevido.

“la pregunta no es esa”, al verla allí, en medio de esa situación sin salida, se sentó a su lado y le tomó la mano para acariciarla suavemente y recibir su mirada de confusión, “¿qué decisión tomarás?”, hasta para él, era difícil, definir, “¿le contarás dónde está Regina?”, se pasaron dos años haciendo como si no la hubieran visto.

“¿piensas que sea lo correcto?”, le pidió su consideración.

“¿quién define lo que es correcto y lo que no lo es?”, sabiamente, la hizo pensar, “exacto”, leyó sus pensamientos los que retumbaron en su oído como una campana, “nosotros no somos dioses, mi amor”, esperaba reconfortarla con sus palabras, “dales la oportunidad de elegir”, a Mary se le iluminaron los ojos de esperanza, tenía el apoyo de su novio.

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