Tatoo - Capítulo 6

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La conversación en la cocina, se extendió hasta que David se sintió mejor, ambos se fueron a sus habitaciones, al otro día, debían atender sus responsabilidades cotidianas.

Al amanecer, Regina para prevenir quedarse dormida y volver a llegar tarde a la universidad, programó la alarma de su celular, se levantó bien cumplida, a pesar de sentirse somnolienta por la interrupción de su sueño por unas largas dos horas, de igual manera, se alistó como solía hacerlo, se maquilló, se peinó, se perfumó y tomó su bolso para salir lista para enfrentarse a la batalla diaria.

“¡buenos días!”, al poner un pie en el pasillo, escuchó el saludo característico de su hermano que ‘por casualidad’, también aprovechaba para marcharse.

“David, ¿cómo seguiste?”, preocupada, dio su saludo mañanero.

“dormí mejor, eso me preocupaba”, explicó.

“¿tienes clases a primer turno?”, al recibir su respuesta, cambió el tema.

“toda la mañana”, también impartía clases de psicología, habían estudiado la misma carrera, se las arregló para esperarla y juntos, comenzar en el mismo año, haciendo así, nula, su diferencia de edad, “tengo la tarde libre”, informó, Regina le asintió, “por cierto…”, se quedó pensativo, no sabía si continuar o inventarse un pretexto, “quería pedirte que me acompañaras a elegir el traje para la boda”, propuso.

Al escuchar lo que acababa de salir de sus labios, se quedó paralizada, ayudarlo con ese trámite era como seguir clavando su cruz, tragó pesado, “no creo ser una buena compañía, David”, absurda, esa era la descripción de su comentario, lo supo al ver la expresión del rostro de su hermano, quien parecía importarle muy poco su excusa.

“pues creo que eres la compañía perfecta para mí”, encogió los hombros, “necesito saber si tienes el tiempo libre, del resto me encargo yo”, su ánimo esa mañana estaba demasiado ligero.

“sí”, ante su seguridad, una afirmación salió de sus labios.

“¡excelente!”, al saber que sus planes saldrían tal como los quería, su alegría se multiplicó, “hasta podríamos almorzar juntos, ¿qué opinas?”, definitivamente, ese día, pretendía acabar con la distancia que le había impuesto injustamente.

“ante tanta insistencia, no puedo dar una respuesta negativa, supongo, ¿verdad?”, desinteresada, supuestamente, aceptó las invitaciones de su hermano.

“en marcha”, le extendió la mano para que la tomara, lo veía contento, le brillaban los ojos, ojalá ella pudiera decir lo mismo, su corazón sangraba cada vez que se acordaba de su tan cruel castigo, de igual modo, no se negó a sus gestos de cariño, total, eran hermanos, nada raro había en tomarse las manos, ¿o sí?, ¡qué importaba!

Bajaron las escaleras uno del lado del otro, hasta llegar al comedor, donde Jorge y Ruth los esperaban con el desayuno servido.

“hijita mía, ¡qué hermosa estás hoy!”, elogió Jorge, Ruth la miraba también con orgullo.

“exageras, papá”, su atuendo no tenía nada del otro mundo, un vestido de hilo largo y holgado, de color amarillo y en su cintura, una cinta de satín adornando la pieza a la perfección, su cabello lacio totalmente suelto y unas sandalias de tacón mediano de color beige, esos eran los atuendos que solía lucir en la universidad, sencillos sin perder el toque de seriedad y elegancia.

“podrás decir lo que quieras, pero ante mis ojos, luces, encantadoramente preciosa, ¿no es así, David?”, cuestionó a su hijo mayor, una opinión masculina además de la suya lo ayudaría.

“papá tú sabes mi respuesta”, el rubio ni titubeó, miró a Jorge seriamente y respondió la pregunta.

“mejor desayunemos”, Ruth, quien había permanecido en silencio hasta el momento, intervino para que ya terminara el tema de la belleza de su hija.

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