Parte 2

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Jimin

Respiré el aire fresco del medio día mientras disfrutaba  de un delicioso jugo de arándanos que recién habíamos cosechado esta mañana. La primavera estaba a punto de llegar a su fin, los árboles se veían frondosos y había flores por doquier adornando el paisaje, era reparador después de un día de arduo trabajo.

Caminé de vuelta a casa, era la hora del almuerzo y mi estómago rugió pensando en el delicioso estofado de pollo que comeríamos, era mi favorito. A unos metros de distancia pude percibir el aroma de las especias, así que apresuré el paso entrando a casa y directo hasta la cocina junto con Motita, mi inseparable amigo perruno.

—Huele delicioso Dolores—olfateé la olla humeante de estofado.

—Ve a lavarte pollito, estoy sirviendo la mesa—Dolores me alejó de su olla, palmeando con cariño mi trasero.

—Iré por el abuelo.

—No se siente bien, le llevaré la comida a la habitación.

—¿Llamaste al médico?—pregunté alarmado.

—Siii—respondió rodando los ojos—vino a verlo y dijo que necesitaba descansar y que le harían pruebas en la siguiente consulta.

—¿por qué no me avisaste?

—Me dijo que no lo hiciera, ya lo conoces...

Corrí a ver a mi abuelito, ni siquiera llamé a la puerta, encontré al abuelo recostado en su sofá reclinable mirando la televisión.

—¿abuelito?—me arrodillé frente a él—¿cómo estás? ¿cómo te sientes? ¿Por qué no me llamaron?

—Mucho mejor, no te preocupes. Solo fue un poco de  mareo, Dolores exagera todo.

—No lo hace—acaricié su mano sintiéndome más tranquilo —hoy cosechamos arándanos.

—Me alegra, quisiera estar ahí ayudando.

—No te preocupes—negué—yo puedo encargarme de todo. No soy tan bueno como tú, pero me esforzaré.

—Solo necesitas ser más estricto, no debes dejar que holgazaneen.

—Lo haré, seré más estricto—musité e inmediatamente después mi estómago rugió.

El abuelo y yo reímos por el reclamo de mi panza.

—Ve a comer a Jimin, estaré bien—palmeó con cariño mi cabeza.

—Vendré a verte más tarde, hoy es el desenlace de Full House, será emocionante—sonreí.

Amaba a mi abuelo, pasar tiempo con él, mirar programas juntos y aprender de su sabiduría. A veces actuaba gruñón, pero solo lo necesario para que todo marchara bien en Crystal Lake. Yo lo conocía perfecto, en el fondo era blando y se preocupaba por todos, sobre todo por mi. Aunque siempre me decía que era yo el blando, lo cierto es que él también lo era.

Me había criado desde que era un bebé, ni siquiera recuerdo a mis padres y mi abuelo no hablaba mucho de ellos, decía que no tenía caso saberlo y no insistí,  era feliz de esta forma.

Me dio toda la atención y amor que necesitaba, yo sabía que me amaba tanto como yo a él. Éramos felices juntos, no podía imaginar mi vida sin él, lo confirmé cuando tuvo que enviarme a la universidad y me  llevó a la estación de tren para despedirme. Era la primera vez que nos separaríamos y aunque solo estaría a dos horas de casa, en una pequeña universidad, lloró tanto y me abrazó tan fuerte que tuve que  decirle que no quería estudiar, que quería quedarme en casa, pero él insistió en que tenía que aprender a defenderme en la vida y que lo necesitaba para encargarme de Crystal Lake cuando lo heredara. Me costó mucho trabajo en esos días,  porque no quería estar lejos del abuelo, ni siquiera era bueno en la escuela, lo había hecho para darle gusto y regresaba a casa con cualquier pretexto.

Los días que dormí a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora