05:00 PM
No tengo ni idea de cómo me fue en el examen, pero al menos logré terminarlo. Pude contestar todas las preguntas, aunque algunas las respondí casi al azar. Apolo fue el primero en entregar y, apenas lo vi hacerlo, yo también me animé. No tenía sentido quedarme más tiempo dándole vueltas a las dudas.
Nos encontramos en la entrada de la universidad, donde él ya me esperaba con las manos en los bolsillos y esa expresión despreocupada que tanto me gusta. Sin planearlo mucho, empezamos a caminar hacia el centro, solo para pasar el rato mientras yo esperaba a mi mamá, que llegaría en unos veinte minutos.
El paseo fue tranquilo, hablando de cualquier cosa para mantenernos entretenidos. No necesitábamos grandes conversaciones, bastaba con compartir el momento juntos. Cada paso me hacía sentir más cómoda a su lado. Había algo en la manera en que todo fluía con él que hacía que olvidara los nervios o la presión del día.
Cuando nos alejábamos de la vista de los demás, nos permitíamos darnos algún beso furtivo. Eran besos breves, casi tímidos, porque todavía no lograba coordinarme bien con él. Yo solo sabía dar besitos cortos, y aunque me sentía un poco torpe, no me importaba. Cada beso, por más sencillo que fuera, me hacía sentir feliz, como si todo el esfuerzo del día hubiera valido la pena solo por esos momentos juntos.
—A las siete y media te espero en la entrada de la cancha —le dije, sin esconder mi entusiasmo.
—Ahí nos veremos entonces —respondió, devolviéndome la sonrisa.
Me quedé un momento más a su lado, saboreando la calma de ese instante. Era de esos momentos simples pero que te llenan el corazón, como si el tiempo se detuviera solo para nosotros.
•
Estando en casa, comencé a organizarme. Quise llevar algo para compartir, así que salí corriendo al almacén de la esquina y compré un paquete de galletitas. Luego, me di una ducha rápida, me vestí con algo lindo pero cómodo, y saqué mi bicicleta del fondo de casa. Justo en ese momento, escuché la voz de mi mamá desde la puerta.
—¿A dónde vas con la tormenta que se viene afuera? —me preguntó, frunciendo el ceño.
Miré al cielo. Tal vez no era una tormenta aún, pero ya había empezado a lloviznar. El día había estado hermoso hasta hace un rato, pero de repente las nubes cubrieron todo.
—Mamá, no exageres. Van a ser solo unas gotas —respondí, mientras terminaba de ajustar la cadena de la bici.
—Vas en bicicleta. Es peligroso, y además, si llueve fuerte, no va a haber partido —me miró seria, cruzando los brazos.
—No se va a suspender por un poco de lluvia —dije, intentando sonar tranquila, aunque sabía que tal vez no tenía razón.
La verdad, la lluvia no era lo que más me preocupaba. Apolo vivía lejos y para él sí sería complicado llegar si se largaba una tormenta. La cancha estaba cerca de mi casa, pero a él le tocaba cruzar media ciudad. Sabía que estaba arriesgando bastante solo por verme, y aun así, no me importaba demasiado. Tenía tantas ganas de verlo que prefería ignorar el mal tiempo.
—Decí algo, poné orden —le dijo mi mamá a mi papá, esperando apoyo.
—Si ella se quiere mojar, que se moje —respondió él, encogiéndose de hombros.
—Después no digas que soy yo la que la malcría —protestó mi mamá, visiblemente molesta—. Si escuchás truenos, te venís derechito para casa, ¿entendiste? —me miro enojada.
—Sí mamá, tranquila —le sonreí para calmarla.
Sabía que estaba siendo un poco egoísta. Con tal de ver a Apolo, estaba dispuesta a que él atravesara toda la ciudad bajo la lluvia, sin pensar en lo incómodo o difícil que podría ser para él. Pero la emoción de verlo otra vez me ganaba, y no quería que nada, ni el clima, arruinara nuestros planes.
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Un sueño de mentiras
Romance¿Conectamos o todo fue una mentira? Al principio, todo parecía perfecto, como un sueño del que no quería despertar. Las risas, las miradas, y cada momento compartido se sentían mágicos. Pero con el tiempo, la ilusión comenzó a desmoronarse, reveland...