25 / Entre la oscuridad y la sombras

6 1 0
                                    

Aún sentía el eco de las palabras de Ulrich resonando en mi mente, una calma momentánea se había asentado en mi interior después de nuestra conversación. Sin embargo, entre mis pensamientos, la oscuridad seguía deslizándose, invasiva, como una sombra que nunca desaparecía por completo. Esa tranquilidad que me ofrecía su presencia, aunque reconfortante, no podía borrar del todo la sensación de que algo dentro de mí estaba cambiando de manera irreversible. Ya no era solo yo contra el mundo, no más. Había algo más grande, algo que nos unía y que estaba más allá de mi control.

Cerré los ojos por un momento, intentando alejar esos pensamientos, pero no era fácil. El peso de lo desconocido seguía presionando mi pecho, y la oscuridad que había visto en mi piel me recordaba que, por más que quisiera, no podía ignorar lo que estaba ocurriendo. De alguna forma, sentía que la habitación también me aprisionaba, que esos cuatro muros eran un espejo de lo que ocurría dentro de mí: un caos enmascarado por el silencio.

Me levanté de la cama con la sensación de que necesitaba salir de ahí, respirar otro aire. A veces, estar en esa habitación me resultaba insoportable, como si cada rincón guardara mis pensamientos más oscuros. Así que decidí dirigirme al salón, buscando distraerme de la maraña de emociones que no me dejaban en paz.

Cuando llegué al salón, mis ojos se dirigieron, casi por inercia, hacia el ventanal. Allí, contra el cristal, había ocurrido algo que me sacudió en lo más profundo. Fue solo un momento, un beso que había compartido con Ulrich, pero ahora, al mirarlo en retrospectiva, me di cuenta de cuánto poder tenía ese instante sobre mí. Ese recuerdo me hizo flaquear. Sentí que, por un instante, el suelo bajo mis pies se volvía inestable, como si las emociones que había estado conteniendo amenazaran con desbordarse.

Mis pensamientos se agolparon, desordenados. No sabía cómo lidiar con todo lo que sentía. Ulrich… esa conexión con él era lo único que lograba anclarme a la realidad, pero al mismo tiempo, me asustaba. No sabía si podría soportar lo que significaba ese vínculo. Había tanto que no comprendía, tanto que me superaba.

Sin darme cuenta, mi cuerpo se movió por su cuenta. Como si tuviera vida propia, me vi caminando hacia la oficina de Ulrich. No estaba segura de por qué lo hacía, pero mi corazón latía más rápido a cada paso que daba. Sabía que encontrarlo me brindaría algo de consuelo, pero al mismo tiempo, la incertidumbre me carcomía por dentro. Mi mente era un torbellino de dudas.

Cuando llegué frente a la puerta, me detuve. Estaba a punto de levantar la mano para tocar, pero una duda me golpeó de lleno: ¿Qué voy a decirle?. ¿Qué podía decirle cuando yo misma no comprendía del todo lo que estaba ocurriendo? Estaba a punto de dar media vuelta cuando, de repente, su voz rompió el silencio:

—Pasa, Eva.

Sentí cómo un escalofrío me recorría la columna vertebral. ¿Había escuchado mis pasos? ¿O simplemente sabía que estaba ahí? No tuve tiempo de pensarlo más. Ya era demasiado tarde para retroceder. Tomé una respiración profunda, tratando de calmar el nerviosismo que se apoderaba de mí, y abrí la puerta.

Al entrar, lo vi allí, sentado en su escritorio, su mirada fija en unos documentos. Pero cuando me vio, sus ojos se suavizaron, y en ese momento, toda mi ansiedad pareció intensificarse. Era como si estuviera atrapada entre el deseo de acercarme más a él y el miedo de lo que eso significaba. Todo era tan confuso, tan intenso. ¿Cómo podía explicarle lo que me estaba pasando si yo misma no lo comprendía del todo?

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó, con esa voz profunda que siempre lograba desarmarme.

Sentí que mi boca se secaba. Traté de mojar mis labios, pero no encontré palabras inmediatas. Todo lo que quería decir se desvanecía antes de llegar a mis labios, y las dudas volvían a invadir mi mente. Quería confiar en él, contarle lo que me estaba pasando, pero el temor a lo desconocido me impedía ser completamente honesta.

ULRICH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora