Segundo Final Alternativo

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Los días habían transcurrido lentamente, y Aixa lo sabía: si Satoru Gojo no aparecía, era porque ya no le importaba. Ese pensamiento la consumía mientras luchaba con una nueva y desconcertante revelación. Las náuseas matutinas, el cansancio, y la certeza creciente de que algo había cambiado en su cuerpo... Estaba embarazada.

—¿Cómo no lo vi venir...? —susurró para sí misma, llevándose una mano al vientre, que aún no mostraba signos visibles.

Había sido imprudente; ni protección ni la pastilla del día siguiente. Pero ahora, el peso de esa pequeña vida en su interior era una realidad imposible de ignorar. Sin embargo, el dolor emocional era aún más fuerte que cualquier síntoma físico. No quería retener a Satoru a su lado por un niño. Si él no quería estar con ella por amor, un hijo no sería la solución.

《No puedo hacerle esto. No voy a atarlo con algo que ni siquiera buscó.》

Con el corazón roto y las emociones al borde del colapso, Aixa se puso de pie. Iba a irse, a desaparecer y reconstruir su vida lejos de él. No podía soportar la idea de vivir sabiendo que lo había obligado a quedarse por obligación y no por deseo.

Se acercó a la puerta del apartamento con el único equipaje que llevaba: la ropa que llevaba puesta y la decisión de no mirar atrás.

Entonces, la puerta se abrió.

Del otro lado, con su habitual sonrisa despreocupada, Satoru Gojo apareció, cargando varias bolsas de compras en las manos.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó con tono ligero, como si la semana de ausencia no hubiera significado nada.

Aixa se quedó congelada. El alivio y la angustia se mezclaron en su interior, haciéndola sentir más vulnerable que nunca.

—Yo... —intentó decir algo, pero las palabras se atoraron en su garganta.

Gojo dejó las bolsas en el suelo y se acercó, inclinando ligeramente la cabeza para mirarla a los ojos.

—Perdón por no haber venido antes. Tuve que salir al extranjero por una misión, y me extendí más de lo que esperaba. —Sonrió, como siempre, pero su mirada se suavizó—. ¿Te hice preocupar?

El nudo en la garganta de Aixa se rompió. Las lágrimas que había estado conteniendo durante toda la semana brotaron sin control. Llevó ambas manos a su rostro, incapaz de contener el llanto.

Satoru, sorprendido por su reacción, se apresuró a rodearla con sus brazos.

—Oye, oye... ¿Qué pasa? —susurró mientras la acunaba con ternura, pasándole una mano por el cabello—. No llores, Aixa. Estoy aquí.

Entre sollozos y respiraciones entrecortadas, Aixa soltó la noticia que había guardado todo ese tiempo:

—Estoy embarazada, Satoru...

El mundo pareció detenerse. Gojo la sostuvo con más fuerza, sus manos temblando ligeramente. Por un momento, toda la seguridad que siempre lo había definido se desvaneció.

—¿Embarazada...? —repitió en voz baja, como si tratara de procesar las palabras.

Aixa asintió, limpiándose las lágrimas de las mejillas mientras lo miraba con una mezcla de miedo y vulnerabilidad. No sabía cómo iba a reaccionar.

Entonces, Satoru sonrió, pero esta vez su expresión era diferente. Había una mezcla de asombro, alegría y algo más profundo: amor sincero y sin reservas.

—¿De verdad voy a ser papá? —dijo en un susurro, como si la idea lo emocionara más de lo que él mismo esperaba.

Aixa lo miró, aún dudando de si estaba soñando.

—¿No estás... molesto? ¿O asustado? —preguntó, insegura.

Gojo dejó escapar una carcajada suave y divertida, como si la idea de estar molesto fuera lo más absurdo del mundo.

—Asustado, tal vez un poco... pero molesto, para nada. —La sostuvo por los hombros y la miró con intensidad—. Aixa, esto es lo mejor que podría haber pasado.

—¿Lo es...? —murmuró, todavía en shock por su reacción positiva.

—Claro que sí. —Gojo acarició su rostro con suavidad, secando los restos de lágrimas—. ¿Sabes? Siempre pensé que, si algún día iba a ser padre, querría que fuera con alguien como tú.

Aixa sintió que su corazón se encogía. Había esperado rechazo o indiferencia, pero no este tipo de calidez.

—¿Y ahora qué? —preguntó en voz baja, con miedo a lo que el futuro les depararía.

Satoru sonrió ampliamente, como si ya tuviera todas las respuestas.

—Ahora, hacemos esto juntos. —Colocó una mano sobre el vientre de Aixa, con una expresión llena de emoción—. Tú, yo y ese pequeño monstruo que está creciendo aquí.

Ella dejó escapar una risa temblorosa, sintiendo cómo el peso de la incertidumbre comenzaba a desvanecerse.

—¿Monstruo? —repitió, divertida.

—Por supuesto. Si es mi hijo, seguro va a ser problemático. —Gojo le guiñó un ojo, haciendo que Aixa riera un poco más fuerte.

Por primera vez en mucho tiempo, Aixa sintió que todo estaba bien. No tenía que huir, no tenía que cargar con el peso de su poder ni de su pasado sola. Satoru estaba a su lado, y estaba dispuesto a afrontar cualquier desafío con ella.



Los días siguientes se convirtieron en una mezcla de risas, desafíos y planes para el futuro. Satoru estuvo con Aixa en cada paso del camino, asegurándose de que no tuviera que enfrentar nada sola.

—Vas a ser una gran mamá, ¿sabes? —le dijo una noche mientras la abrazaba en el sofá.

—¿Y tú? —preguntó Aixa, recostando su cabeza en su hombro—. ¿Vas a ser un buen papá?

Gojo la miró con una sonrisa de confianza.

—Voy a ser el mejor papá del mundo. Aunque no prometo no consentirlo demasiado.

Aixa sonrió, sintiendo que, con él a su lado, podían enfrentar cualquier cosa.

No sabían qué les deparaba el futuro, pero eso ya no importaba. Estaban juntos, y eso era suficiente para empezar de nuevo.



















Fin♡.
















La huida - [Gojo Satoru ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora