Final Alternativo

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Una semana había pasado desde la última vez que vio a Satoru, y cada día de espera había sido más cruel que el anterior. Aixa, envuelta en silencio, miraba la puerta del apartamento con el corazón roto. Había esperado que él volviera, que todo lo que compartieron no fuera solo una ilusión. Pero la realidad parecía empeñada en mostrarle lo contrario.

《Si no viene, significa que ya no le importo...》

Ese pensamiento la consumía lentamente. No podía seguir esperando en un lugar que no le pertenecía ni aferrarse a un amor que, según creía, nunca fue real. Tomó una decisión. Se marcharía sin hacer ruido, sin llevarse nada, solo la ropa que llevaba puesta. Si él ya no la buscaba, no tenía sentido quedarse.

Se levantó del sofá, dispuesta a irse. Sin embargo, justo cuando tomó la perilla de la puerta, escuchó un sonido familiar. La llave giró y, al otro lado, apareció Satoru Gojo.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó con esa sonrisa juguetona, aunque en sus ojos había un brillo serio, como si supiera exactamente lo que había estado a punto de hacer.

Aixa lo miró sorprendida, con una mezcla de alivio y dolor. La fachada de indiferencia que había tratado de construir se rompió en mil pedazos.

—Pensé que no volverías —susurró, evitando su mirada.

Gojo dio un paso al frente, cerrando la puerta tras él. Luego, con una suavidad inusual, colocó una mano en su mejilla y le levantó el rostro.

—Lo siento, Aixa. No quería hacerte sentir así. Pero no podía dejar que esto terminara sin aclararlo.

Ella sintió un nudo en la garganta. Quería alejarse, protegerse de un posible nuevo golpe, pero su corazón la traicionaba.

—¿Qué sentido tiene, Satoru? Si todo esto fue solo un efecto de mi técnica...

Él negó con la cabeza, acercándose aún más.

—Escucha, no voy a mentir. Tal vez tu poder influyó un poco, pero... ——sonrió con esa mezcla de confianza y audacia despreocupada que lo caracterizaba—. Lo que siento no es una ilusión. Nadie me obliga a quedarme. Estoy aquí porque quiero estar contigo.

Aixa sintió que su corazón latía con fuerza, como si volviera a respirar después de mucho tiempo.

—Pero... ¿qué pasará ahora? —murmuró, insegura—. No sé si... pertenezco a este mundo.

Gojo acarició su mejilla con el pulgar, su mirada más suave de lo habitual.

—Eso no importa. Te enseñaré todo lo que necesitas saber. Paso a paso. No tienes que hacerlo sola.



Los días pasaron y, fiel a su promesa, Gojo permaneció a su lado. Poco a poco, le enseñó los principios básicos del jujutsu: el flujo de energía maldita, las técnicas de defensa y control emocional, y cómo podía canalizar su poder sin ser consumida por él.

—No esperes resultados inmediatos —le dijo una tarde mientras entrenaban en un claro alejado de la ciudad—. Cada hechicero tiene su propio ritmo, y el tuyo será especial.

Aixa lo escuchaba con atención, fascinada por la forma en que él combinaba la enseñanza con humor. A veces, cuando ella se frustraba, Gojo la hacía reír con alguna ocurrencia absurda, recordándole que no todo tenía que ser tan serio.

—¿Sabes cuál es tu ventaja? —le dijo una noche, mientras ambos descansaban bajo las estrellas—. No solo eres fuerte, Aixa. Eres alguien que entiende el dolor y sabe cómo seguir adelante. Eso te hace más peligrosa de lo que crees.

Ella sonrió suavemente. Cada día que pasaba se sentía más segura de sí misma y más agradecida por tenerlo a su lado. Satoru no solo era su guía; también era su compañero, su refugio y, quizás, su razón para seguir adelante.



Con el tiempo, Aixa dejó atrás la sombra de su pasado y comenzó a forjar su propia identidad como hechicera. Su nueva vida no giraba únicamente en torno al dolor, sino también al descubrimiento.

Satoru nunca dejó de sorprenderla con su forma despreocupada de ver el mundo, pero también con su determinación inquebrantable cuando se trataba de proteger lo que amaba. Y Aixa, por primera vez en mucho tiempo, sintió que finalmente pertenecía a algo. No porque estuviera con él, sino porque ella misma había encontrado su lugar.

—No importa lo que pase, siempre estaremos juntos, ¿verdad? —preguntó Aixa una noche, mirándolo a los ojos.

Gojo, sin perder su sonrisa, entrelazó sus dedos con los de ella.

—Eso te lo prometo.

Y en ese momento, Aixa supo que, sin importar los desafíos que vinieran, siempre tendrían un futuro juntos. Por fin, el amor que tanto había anhelado no era una ilusión, sino algo tan real como el amanecer que los esperaba.
















FIN♡.



















La huida - [Gojo Satoru ♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora