A alguien hay que golpear

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La primera semana de ensayos fue un éxito, poco a poco la obra comenzaba a tener forma y sentir el ambiente húmedo de un auténtico pantano y la sensación de estar formando parte de esos elementos que danzaban y se desprendían por medio de la música. El equipo de efectos especiales hizo su primera prueba con el elemento más sencillo de programar, pero que era elemental su presencia: Evangeline.

La primera prueba ayudaría a calibrar la intensidad de su luminosidad, su presencia estaría sobre el público y se buscaba una sensación de que la estrella estaba ahí presente en el propio y autentico cielo nocturno. Idia estaba satisfecho con el primer progreso liderado por él, veía aquella estrella como una autentica, no podría encontrarse diferencia siempre y cuando nadie se percatara que se necesitó de un dron para que la proyección no se volviera un reflector o la forma de la estrella se perdiera. Se realizo también una segunda prueba, utilizando otro dron para crear la segunda estrella.


—Sólo hay que tomar la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer ¡Hasta Nunca Jamás! —Lilia estiro su mano como buscando alcanzar aquella estrella que nombro.


Idia que no paraba de observarle, se acercó e inclino su cabeza para poyar su frente contra la de Lilia, le había parecido tierno la manera en que aquellas estrellas se reflejaban en los iris de su novio. Y no lo quería soltar, a Lilia le pareció tierno la manera en que Idia estaba actuando, siendo que hacía un momento no paraba de alardear de lo sencillo que había sido "traer no solo una estrella, ¡sino dos!".


—¿No tienes que terminar? —murmuro Lilia, buscando con sus manos sujetar el rostro de Idia.


—Recargo energía —respondió en el mismo murmullo apenas audible para otros.


Ambos se dieron un primer beso, Lilia buscaba avergonzar a Idia al hacer el comentario de que quería probar solo un poco de su sangre, proponiendo que fueran juntos detrás de los telones para que nadie les interrumpiera; el cabello de Idia tomo una tonalidad rosada que se degradaba poco a poco a un blanco situado en las puntas, llamando la atención de varios que seguían en el escenario o por los asientos. Uno de los que estaban entre los asientos era Vil, tenía su mirada en aquella particular pareja, pero sus pensamientos y atención estaba en otra cosa; había escuchado a Rook llorando en el baño y presto atención en la manera en que Riddle y Floyd bailaban. La mirada de Floyd le recordaba mucho a la de Leona, no podía sentirse culpable por colocar a Rook en una situación así: ver a tu propio novio volverse a enamorar de alguien más.


—¿Ya terminaste de ensayar? —aquella voz lo saco de su transe, era Leona, que lo estaba mirando desde el asiento de atrás.


—Terminamos hace poco, solo espero que Idia me confirme los avances.


Leona miro hacía la dirección que miraba Vil. Con un impulso decidido, se levantó y, saltándose los asientos, se acomodó junto a Vil, creyendo que tal vez su pareja estaba celoso de esa cercanía. Leona tomó su mano suavemente y la besó con ternura en el dorso. Vil, sorprendido, la miró con una mezcla de confusión y alegría.


—¿Por qué estás siendo tan cariñoso? —preguntó, sonriendo.


Leona levantó una ceja, con una expresión de picardía. —¿Y por qué no podría serlo? Estoy con mi adorable novio —respondió, manteniendo ambas manos entrelazadas.

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