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Sus mantas se sentían frescas, la almohada estaba perfecta y sus ojos se cerraban del sueño, sin embargo, el chillido constante del perrito no lo dejaba dormir como lo quería

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Sus mantas se sentían frescas, la almohada estaba perfecta y sus ojos se cerraban del sueño, sin embargo, el chillido constante del perrito no lo dejaba dormir como lo quería. Ya llevaba cuatro semanas con él. Semanas constantes donde lo alimentaba cada dos horas con leche, después las horas aumentaban a cuatro o cinco, y hace dos días había comenzado a tratar de darle alimento sólido por órdenes del veterinario, limpiaba sus pequeños desechos y daba mucho calor a todo momento. Todo iba de maravilla, se estaba acoplando perfecto al vivir solo y estudiar, pero el tener una responsabilidad tan grande tan rápido, estaba acabando con él.

Su alarma sonó y con un pequeño quejido se levantó para darle un poco de croquetas y si aun no quería, humedecerlas o seguir con la leche. Se supone que no quería tener hijos por la gran carga que serían, pero ahora tenía un perrito que necesitaba casi los mismos cuidados.

—Eres muy bonito así tan chiquito, pero crece rápido, quiero volver a dormir a mis horas—En contestación, el canino dio un pequeño ladrido, ya impaciente por su comida—Sí, sí, ya te alimento.

Abrazó al pequeño que descansaban en un par de cobijas en el piso, simulado el calor de su mamá que poco a poco tendría que dejar de lado. Le gustaría que durmiera con él en la cama, pero tenía mucho miedo de aplastarlo o que hiciera sus necesidades al todavía no poder bajar de la cama solo, así que no era una opción muy viable. Colocó el tazón en el piso y a él justo en frente, viendo atento como el pequeño olía su alimento antes de darle una probada.

—Ayer estaba hablando con Hyunjin y dice que no le gusta el nombre que te puse, también dio más opciones, pero yo solo quiero que te llames Pingüindin, aunque él no acepte decirte “Pingüi” de manera cariñosa —Hablaba sin parar, victima del sueño que ya lo comenzaba a derrotar poco a poco—¿Sabes? El a sido muy atento con ambos, esta mañana me entregó juguetes para ti y la cobija en la que dormías hace un rato—Soltó una pequeña risita al recordar todo, y miro el plato para comprobar que estuviera comiendo algo—Parecemos una pareja de padres divorciados que cuidan a su bebé sin importar el amor que ya no hay, aunque, bueno, nunca ha habido, y tu eres un perro, pero, entiendes el punto, ¿no? En fin, de favor te pido que duermas y me dejes descansar aunque sean cinco horas, y ya me quedan tres. Necesitamos ir a la universidad, pero si me desmayo del sueño no seré capaz.

Acostó al perrito nuevamente en las cobijas, haciendo lo mismo para así caer instantáneamente. Las mantas se sentían como un abrazo de puro algodón, su respiración comenzó a volverse lenta y por fin entró a aquel paraíso que ya lo esperaba. En su imaginación, las ilustraciones se proyectaban, soñando, disfrutando de los agradables escenarios que le hacían querer quedarse en cama todo el día.

El sueño lo tenía tan embobado, que por poco y pierde la oportunidad de apagar su ruidosa alarma que le avisaba que muy temprano para ir a la escuela no era, y que sí no se metía a dar una ducha rápido llegaría tarde a su primera clase.

Talló su cuerpo lo mas rápido que pudo, al igual que se aseguró que todo el olor de sus lociones perdurara en él el resto del día. Salió del baño ya un poco apurado, importándole poco que no secó su cabello y este mojaba todo su cuello y espalda, dándole mas frio del que realmente hacía. Corrió a la parada de autobuses, sintiéndose relajado cuando justo pasaba el suyo, y cuando por fin pudo meterse escondiendo al perro muy bien entre su suéter, se sentó hasta atrás para no ser descubierto tan fácilmente.

little paws and freckles  [HYUNLIX]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora