✦𝑬𝒍𝒇𝒕𝒆𝒔

23 8 3
                                    


Pov Bill

-¿Qué es?- me pregunta cuando le tiendo un plato con un postre.

Está viendo televisión en la cama de la habitación que compartimos tres noches por semana.

-Es un postre que preparo -le digo.

-Mmm, sí será bueno comerlo.

-Vamos, Ratón, lo preparé especialmente para nosotros.

-¿Lo sacaste de un tutorial de YouTube, no es así, Ratón?

-Bueno, sí, pero queda riquísimo. Anda, prueba.

Coloco la cucharilla en sus manos. No le queda de otra que probar. Quedo a la expectativa y luego me sonríe para tomar otro pedazo y devorarlo.

-Está riquísimo, cariño.

-Ya ves... Feliz cumpleaños, Ratón.

Beso sus labios y me atrapa en un abrazo de oso. Después de que me deja libre, me recuesto sobre el espaldar de la cama y le doy una probadita al postre mientras veo el programa que Tom ve. Pero él se levanta y va al baño. Pienso que irá a orinar, pero luego sale y me tiende un cofre.

Lo miro maravillado y se lo arrebató para abrirlo. Son dos cadenas de oro con unas bonitas iniciales "BYT" entrelazadas. Tomó la mía y me la coloca cuando aparto mi cabello.

-Feliz cumpleaños, cariño.

Besó mis labios y toma el plato para ponerlo en la mesa. Me tiende la suya y se la coloco. Gira para besarnos de nuevo.

Sigo comiendo mi postre cuando me acomodo entre sus piernas para ver el programa en la televisión, pero su pregunta no me la espero.

-¿Estás preparado para dejar el condón?- murmura en mi oído.

-¿Ah?- balbuceo, apartando la cuchara de mi boca.

-Me he hecho los exámenes y estoy completamente sano, y tú me has dicho que estás asistiendo a tu ginecólogo, ¿cierto?- pregunta.

Asiento, recapitulando la información.

-Bueno, creo que es momento de seguir adelante sin tanta preocupación. Yo solo tengo intimidad contigo y tú igual conmigo, entonces ¿por qué no dar ese paso?- propone.

-Es un gran paso, eso significaría que tú y yo...- comienzo.

-Que tú y yo tenemos una relación formal y estable- termina de decirme.

-¿Y nuestras familias?- pregunto, porque aunque han pasado dos meses, Sami aún no está totalmente recuperada, aunque volvió a su rutina diaria.

-Organizaremos una cena, tú invitas a los tuyos y yo a los míos- sugiere.

-¿O sea que puedo preguntar sobre tus hijos?- indago curioso. Tom y yo habíamos acordado no tocar el tema familia hasta que nuestra relación fluyera, y era una de las cosas que temía y también me generaba curiosidad.

-Puedes hacerlo... al igual que yo también puedo preguntar sobre los tuyos... pero esa conversación puede esperar, ¿no?- pregunta.

Asiento, embobado por la sonrisa socarrona que forma sus labios. Me atrapa en sus brazos y empezamos con besos nada tiernos. Tiene hambre de mí, se le nota cada vez que estoy bajo su control, y me dejo hacer.

Siguió con los besos hasta que quedamos tumbados el uno sobre el otro en la cama. No faltaba preparación, ya que anteriormente habíamos hecho el amor y mi entrada aún estaba lista para él, aunque siempre estaba listo para mí y yo para él. Estábamos exhaustos después de pasar la mayor parte del día anterior y la presente mañana bajo las sábanas, pero debía volver con mi familia a celebrar.

En estos dos meses que llevábamos saliendo, habíamos compartido mucho tiempo y habíamos descubierto que teníamos algunas cosas en común. La más importante, creía yo, era que los dos teníamos la misma fecha de vitalicia, el primero de septiembre de 1989. Solo nos separaban unos minutos: él nació a las 06:20 am en Leipzig y yo a las 06:30 am en Berlín.

Me alisté despacio para aprovechar algunos segundos junto a Tom, pero una llamada interrumpió los jugueteos que siempre me hacía antes de irme. Cuando normalicé mi risa, contesté la llamada sin ver que era mi hijo Kevin.

-¡Papá! No sé qué tiene Sami. Llegó de su entrevista en la universidad y se encerró en su habitación. Le digo que me abra y solo grita incoherencias.

Al escuchar lo que dijo mi hijo, detuve a Tom en su intento de hacerme cosquillas y me levanté de la cama, totalmente angustiado.

-¿Qué pasa, Kevin?- murmuro nervioso.

-Lo que escuchas, Sami no quiere abrir la puerta y está histérica. Solo suenan golpes y mucho ruido. Ven por favor.

-Voy enseguida, bebé.

-Perdón por molestarte, pero no sé a quién llamar -dice Kevin, aunque no lo dice, se le nota que aún no está de acuerdo con mi relación con Tom. Sin embargo, tiene que acostumbrarse, ya que muy pronto será parte de mi vida permanentemente y no puedo estar en medio de mi hijo y mi pareja.

-Kevin, por favor, ya hemos...

-No me importa lo que hagas con ese señor. Ven rápido, tu hija te necesita.

-Voy...

Pero, como siempre, me desconecta la llamada, dejándome hablando solo.

Me termino de arreglar y tomo las cosas que me llevaré a casa. Tom no me pregunta nada sobre lo ocurrido y solo me acompaña hasta el auto que maneja Saki.

-Cariño, te aviso para la prueba de conducción... y para el examen virtual, de acuerdo- me dice en modo de despedida. Asiento en medio del abrazo que le doy, beso sus labios y me subo, esperando que lo de Sami no sea grave.

Sami ha mejorado mucho, aunque no se expresa como antes; solo habla para lo necesario y ha tomado su rutina común. Por eso, no entiendo qué es lo que pasa.

Llego rápido a mi casa, despidiéndome de Saki. Entro temeroso de encontrar algo malo y, sí, es malo. Sami no quiere abrir la puerta de su habitación. Aunque había cesado los ruidos y los golpes, solo se escucha su llanto.

Golpeo un par de veces y no contesta. Solo se siente como si tratara de ahogar su llanto para que nadie la escuche, y eso me alerta más. Ella no puede pasar por esto sola; ella necesita hablar con alguna otra persona sobre lo que ha pasado.

-Princesa, abre- intento una vez más, pero no puedo quedarme sin hacer nada. Así que tomo las llaves de repuesto y abro.

Lo primero que veo es todo el desorden regado por los suelos. Eso no me importa; paso por encima y voy hasta su cama, donde está sentada con su espalda en la pared y sus piernas flexionadas, con su cabeza entre ellas. Me siento con cuidado y prendo la lámpara de su mesa para ver mejor.

-Sami- la llamo, y entierra más su cabeza. Puedo sentir los sollozos ahogados saliendo por su boca.

-Vamos, nena, mírame- le pido una vez más, pero es inútil.

-Princesa, no me iré hasta que me digas qué te sucede. ¿Por qué viniste así de tu entrevista?- hablo calmadamente.

Y por fin, alza la cabeza y se aferra al abrazo que le doy. Sé que Sami necesita ayuda profesional, pero ella se niega. Aunque insisto, siempre dice que lo tiene bajo control.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝑭𝒂𝒕𝒆: ¿ժҽ զմҽ lαժօ ҽsԵάs? [TwcNr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora