Prólogo: Misión

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El eco interminable del caos resonaba en la vasta extensión de la Cacofonía, una tierra oscura como la obsidiana, donde solo las luces de neón rompían la penumbra. Tonos de rosa, azul, amarillo, verde, rojo y morado brillaban intensamente, trazando las siluetas de estructuras tanto rocosas como metálicas, erigiéndose como testigos del caos que definía este reino. Aquí, en esta tierra saturada de ruido y destellos, el silencio no existía, y la armonía era una palabra sin significado.

En lo alto, en el trono de este imperio distorsionado, Banshee, la nueva reina de la Discordancia, observaba su reino con una mezcla de satisfacción y ambición. Bajo su mando, la Discordancia ya no era un caos sin rumbo; había encontrado un propósito renovado. La caída de Discord había sido el primer paso hacia la creación de un imperio más vasto, uno que no solo dominaría Sinfonía, sino que también se extendería por universos lejanos, musicales y no musicales por igual.

Banshee había comenzado a formar sus ejércitos, uniendo a los más poderosos de los Discordantes bajo su mando. Entre los comandantes de su creciente ejército, uno destacaba por su habilidad y lealtad. Scratched, Subteniente de la Discordancia, se había ganado su posición a través de años de lucha de supervivencia. Como todos los de su raza, su piel era de un tono rosa neón vibrante, brillando tenuemente bajo las luces de la Cacofonía. Su aspecto era intimidante, pero no carente de estilo: vestía ropas urbanas, oscuras como la obsidiana, con un aire callejero que reflejaba tanto su origen como su destreza en combate. Las costuras de su vestimenta parecían fundirse con la arquitectura metálica y rocosa de su entorno, como si él mismo fuera una extensión de ese mundo saturado de caos.

Scratched había nacido en este lugar de ruido y distorsión, un hijo puro de la Discordancia. Bajo el mandato de Discord, su vida había sido una serie interminable de batallas y supervivencia en un mundo que se consumía a sí mismo. Pero todo cambió cuando Banshee asumió el control. Ella trajo orden al caos, y con ese orden, una nueva misión: expandir la Discordancia más allá de la Cacofonía.

Desde lo alto de una colina metálica, Scratched observaba las luces parpadear a su alrededor mientras las palabras de Banshee resonaban en su mente. Expandir la Discordancia a otros mundos, corromper realidades donde la armonía aún reinaba.

Scratched, en esos momentos, se encontraba en una de las muchas plataformas de entrenamiento situadas en la base central de la Cacofonía. El sonido de disparos resonaba en el aire mientras sus pistolas lanzadiscos trazaban curvas de luz que se estrellaban contra blancos móviles. Cada movimiento suyo estaba sincronizado con el ritmo caótico que emanaba de los altavoces cercanos, un eco constante de la esencia misma de su raza. Sus compañeros entrenaban a su alrededor, cada uno afinando sus habilidades, ajustando sus movimientos a la cadencia discordante que definía sus vidas.

Este no era solo un entrenamiento físico; la música era su arma y su guía. Los Discordantes, desde el rango más bajo hasta los oficiales como Scratched, comprendían que su fuerza residía en la sincronía perfecta con los ritmos de la Discordancia. Cada disparo, cada paso, cada giro, era parte de una sinfonía de caos.

Tras una intensa sesión de práctica, Scratched se detuvo para observar a sus compañeros. Algunos eran de su rango, otros más jóvenes y recién ascendidos. Todos ellos compartían el mismo brillo neón en su piel y la misma convicción: servir a la reina Banshee y expandir la Discordancia por todo el multiverso.

Poco después, llegó la orden que esperaba. Junto a un grupo de sus compañeros, Scratched fue llamado al Palacio Ruptura, la imponente estructura donde Banshee regía su reino. El palacio, construido de la misma obsidiana que cubría la Cacofonía, brillaba intensamente bajo las luces de neón que delineaban sus torres y pasillos. Era un lugar donde el ruido resonaba con más fuerza que en ningún otro sitio, un centro de poder para la Discordancia.

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