Capítulo 41

92 15 0
                                    

Cuando me siento lo suficientemente bien, me levanto, me ducho —sola— y me cambio de ropa. Al volver, noto que Becky ha cambiado las sábanas. Me sonrojo, sintiéndome un poco mal por eso. No tenía intención de desmayarme.

Ella está tumbada en la cama con los brazos extendidos, suspirando felizmente.

Me río.

—¿Qué estás haciendo?

—¡Sábanas limpias! ¡Me encantan las sábanas limpias!

—Estás encima del edredón —le señalo.

—No importa. Sé que están ahí.

Me acerco al pie de la cama, me subo de rodillas y empiezo a gatear lentamente hacia ella. Para cuando llego hasta el punto en que me sostengo con los brazos estirados sobre su cabeza, sus ojos están bien abiertos y su respiración ha cambiado.

Lentamente, casi de manera exasperante, bajo mi cuerpo hasta ella y la beso.

Mantengo el beso suave, rozando sus labios con los míos. Cuando intenta profundizarlo, me alejo un poco y rozo las comisuras de su boca. Sigo haciendo esto hasta que finalmente susurra:

—Bésame.

Y yo le respondo en voz baja:

—Lo estoy haciendo.

Así que ella susurra:

—Bésame de verdad.

Y me río.

No puedo evitar ceder a eso.

Finalmente bajamos para la barbacoa. Me siento incómoda, porque Robert y Prae están pendientes de mí y no me dejan ayudar. Prae se da cuenta de lo incómoda que estoy y tiene unas palabras con Robert. Ambos se apartan, pero noto que me lanzan miradas preocupadas.

Estoy bien. En serio.

Becky y yo nos sentamos en un par de sillas tipo banana que ella arrastró hasta el patio. Estamos lo suficientemente lejos de sus padres como para que, si hablamos en voz baja, no nos escuchen.

Estamos charlando cuando me surge una pregunta que he estado deseando hacer desde hace tiempo.

—¿Cuánto tiempo llevas gustándome? —le pregunto tímidamente.

Ella me mira.

—Mmm, desde el proyecto.

—Eso es... —hago un cálculo rápido—. ¡Becky, eso es casi un año! —Bueno, mis cálculos fueron un poco generales, pero aún así.

—Sí.

La miro boquiabierta.

—¿Qué demonios te tomó tanto tiempo?

—Eh... Cosas.

—¿Te gustaba desde entonces? ¿Por qué? —Probablemente no debería hacer esa pregunta, pero realmente quiero saber. Pensé que apenas existía en su universo.

—No lo sé —se da cuenta de que esa respuesta no es muy amable—. Eras agradable, y a pesar de los esfuerzos de tu abuelo, eres muy linda. Y simplemente no podía dejar de pensar en ti cuando no estaba contigo. Y luego me preguntaba cómo sería besarte. Y esa idea no se iba.

—Oh. Vaya —estoy un poco aturdida—. ¿Qué cambió?

—Ese beso —admite—. Sabía que no debía. Sabía que estaba mal. Pero no pude evitarlo y...

—¿Y luego te tomó un año recordarlo? —la molesto.

—No —protesta ella—. Aún estaba con Ratree.

—Ratree —digo con un poco de amargura.

Ella pone su mano sobre la mía.

—Me sentía culpable. Le fui infiel y... bueno, lo único en lo que podía pensar era en que quería hacerlo de nuevo.

Después de unos momentos de silencio, decido que ya que he sido valiente hasta ahora, debería preguntar lo que realmente quiero saber.

—¿Por qué tardaste tanto en romper con él?

—Eh... ¿Soy una cobarde? —pone una cara de arrepentida y no puedo evitar reírme. Es tan adorable.

—Idiota.

—Sí... pero... realmente me gustabas.

—¿Y por eso tardaste seis meses en besarme de nuevo? —Ahora sí que la estoy molestando.

—Vale, vale, soy una perdedora, de acuerdo —me aprieta la mano—. Pero al menos lo hice.

—Sí.

Nos interrumpe lo que parece una discusión entre sus padres sobre la barbacoa. Miro a Becky y ella sonríe.

—Mi papá insiste en cocinar. Prae se queda para asegurarse de que sea comestible. Me aterra pensar lo que estaríamos comiendo si lo dejara solo.

Me río.

—¿No es buen cocinero?

—Depende. ¿Te gusta el sabor del carbón?

—No, realmente no.

—¿Te gusta el sabor del carbón cubierto de salsa barbacoa carbonizada?

—Otra vez, no...

—Entonces, alégrate de que Prae esté supervisando.

—Ah.

La cena, en realidad, es bastante comestible. Supongo que Prae hizo un buen trabajo supervisando. Cuando Becky sugiere que salgamos después de cenar, descubro que su madrastra no es tan fácil de convencer como podría parecer por algunos de sus comportamientos.

No estoy lo suficientemente bien, y eso es todo.

Me mantengo callada y observo cómo Becky discute apasionadamente, y pierde.

Nos quedamos en casa.

Entonces Becky decide que mejor veremos películas. Me lleva a la sala de estar en vez de su cuarto, porque la televisión allí es "mejor".

En realidad, es más como una pared. Tienen un proyector de tamaño completo y un enorme sofá de cuero desde donde verlo.

El aire acondicionado está encendido, y yo no estoy acostumbrada. No tenemos en casa, así que tiemblo un poco. En lugar de bajarle, ella agarra una manta ligera, se acomoda en el sofá y me jala hacia su lado, cubriéndonos a ambas.

Me encantaría acurrucarme contra ella, pero no estoy segura de hacerlo delante de su familia.

—Tranquila, mis papás están arriba haciendo algo juntos y si Irin entra aquí, la mato —dice Becky, notando mi reticencia.

Le echo una mirada, pero termino acurrucándome—. Mañana haces las paces —digo— o si no...

—Sí, cariño —susurra—. Lo que tú digas —me da un beso suave en la sien mientras me acurruco más en ella.

Me encanta cuando me llama "cariño".

Precious Things - Freenbecky ☆𝆬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora