༺ Capítulo 2༻

264 22 4
                                    

¿𝓠𝓾𝓮́ 𝓱𝓪𝓬𝓮𝓼 𝓪𝓺𝓾𝓲́?

Nota: Este capítulo será un poco extenso, así que siéntate cómodamente, elige tu música favorita y acompáñalo con un buen snack

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nota: Este capítulo será un poco extenso, así que siéntate cómodamente, elige tu música favorita y acompáñalo con un buen snack.

Nota: Este capítulo será un poco extenso, así que siéntate cómodamente, elige tu música favorita y acompáñalo con un buen snack

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasé una noche tormentosa, el sueño me eludía mientras mis ojos ardían y mi cabeza martillaba con un dolor implacable. A lo largo de esas horas interminables, mi mente se perdió entre pensamientos confusos.

El sueño, el reloj, la imagen que mi amiga me envió de una pintura... una pintura en la que, inexplicablemente, veía mi propio rostro reflejado.

Intenté hallar respuestas, racionalizar lo que parecía imposible. Quizá todo fuera obra de mi imaginación: el sueño, sin duda, causado por la acumulación de tantas películas de suspenso.

El reloj, posiblemente olvidado en mi departamento, o tal vez lo compré una noche de copas con mis amigas, esas noches en las que los recuerdos se desvanecen.

Y la pintura... bueno, la más lógica explicación sería que se trataba de un ancestro, o tal vez solo una coincidencia. Después de todo, había visto imágenes en internet donde desconocidos se hallaban en viejas obras de arte. Quizá, sin quererlo, ya formaba parte de ese club de los rostros perdidos en la historia.

Me levanté de la cama, tambaleante, sintiendo el peso de la desvelada en cada paso que daba. Fui directo a la cocina, mis piernas vacilando bajo el cansancio, y abrí la alacena. Allí, un frasco de aspirinas me llamó como si fuera mi salvación, la única promesa de alivio para mi cabeza que aún latía con furia.

Calenté agua para preparar un café denso, imbuido de cafeína, con la esperanza de que esa calidez oscura pudiera infundirme un poco más de vida.

De pronto, el eco de un golpe en la puerta interrumpió el murmullo de la mañana. Me resultó extraño, pues a las ocho de un sábado, rara vez alguien se atreve a tocar a mi puerta.

ANHELO ||𝙰𝙲𝙾𝚃𝙰𝚁 𝙵𝙰𝙽𝙵𝙸𝙲||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora