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N. ONMSC

La atmósfera dentro de la sala ritual estaba cargada de una tensión sofocante. Las antiguas palabras que salían de los labios de Yoongi resonaban con un eco profundo, casi como si el propio aire se hubiera vuelto más denso, más tangible. Las hierbas, con sus propiedades curativas y peligrosas, ardían lentamente en un brasero, liberando un humo espeso que impregnaba el ambiente con su aroma terroso. En el centro de la sala, Jungkook yacía inmóvil, aún bajo el efecto del sedante que Jimin le había administrado. Todo en esa habitación parecía suspendido en el tiempo, en el borde de un abismo que nadie podía prever.

Jimin, de rodillas junto a Jungkook, estaba agotado. Su respiración era irregular, y las gotas de sudor corrían por su frente mientras mantenía una mano firme sobre el pecho de Jungkook, como si esa conexión física fuera la única cosa que le mantenía anclado a la realidad. Sabía que el final del ritual estaba cerca, y con ello, el precio que debía pagar. La energía que había sido transferida estaba a punto de cerrarse, y Jimin ya podía sentir los primeros síntomas del costo de su decisión.

El canto de Yoongi se hizo más bajo, más profundo. Estaba concentrado en dirigir las fuerzas que danzaban en la sala, fuerzas que solo él podía ver y controlar. Las hierbas crepitaban suavemente, y una luz extraña comenzó a rodear a Jungkook, señal de que la transferencia estaba casi completa. Jimin, a su lado, sentía una punzada creciente de dolor que irradiaba desde su corazón, como si las mismas barreras de su ser se estuvieran desmoronando. Pero no retrocedió. No podía.

Justo cuando Yoongi elevó su voz en el último cántico del ritual, un estruendo rompió la tranquilidad de la noche. Las puertas de la sala se abrieron de golpe, y una oleada de guardias irrumpió en el lugar, encabezados por el padre de Jimin, el señor Park. Sus ojos se agrandaron al ver la escena frente a él, al reconocer a su hijo en el suelo junto al alfa destinado a ser el próximo líder de la manada.

—¡Jimin! —su voz fue un rugido, cargado de furia y desesperación mientras cruzaba la sala en pasos rápidos y decididos.

Los guardias se detuvieron en la entrada, tensos, sin saber si debían actuar, conscientes del aura casi mística que impregnaba la habitación. El señor Park sin embargo, no dudó. Llegó hasta donde estaba su hijo justo en el momento en que el cuerpo de Jimin comenzaba a convulsionar, sacudido por el peso del sacrificio que había hecho. Las palabras finales de Yoongi resonaron en el aire como un eco antiguo, y en ese preciso instante, el cuerpo de Jimin se desplomó.

—¡No! —gritó su padre mientras caía de rodillas a su lado, sus manos temblorosas sosteniendo a Jimin antes de que su cabeza tocara el suelo.

El rostro de Jimin estaba pálido, su respiración superficial, pero una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios. Había cumplido su promesa, había salvado a Jungkook, y lo había hecho sabiendo que el precio sería alto. Sus manos, débiles, se aferraron al borde de la camisa de su padre, como si quisiera tranquilizarlo, pero las fuerzas lo abandonaban con cada segundo que pasaba.

—¿Qué le has hecho? —la voz del señor Park estaba cargada de desesperación mientras levantaba la vista hacia Yoongi, su mirada fulminante—. ¡¿Qué clase de ritual es este?! ¡Mi hijo...!

Yoongi, aunque visiblemente afectado, mantuvo la calma. Sabía lo que estaba en juego, y sabía que la decisión de Jimin había sido tomada por él mismo. Bajó la cabeza, en señal de respeto hacia el señor Park, pero también en señal de reconocimiento de la gravedad de la situación.

—El ritual ha sido completado —dijo en voz baja—. La cura fue transferida... pero Jimin eligió asumir el precio.

El señor Park miró a Yoongi con incredulidad, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Se giró rápidamente hacia Jimin, que ahora apenas podía mantener los ojos abiertos. La luz en ellos se desvanecía lentamente, y la conexión emocional que siempre había sentido con su hijo parecía debilitándose ante sus propios ojos.

—Jimin, por favor, resiste —susurró su padre, apretando las manos de su hijo—. No puedes hacer esto. No puedes sacrificarte así...

Jimin, con un esfuerzo titánico, abrió los labios para hablar, su voz apenas un susurro.

—Lo hice... por él, papá... Jungkook necesitaba esto... más que yo...

Las lágrimas llenaron los ojos de Jin-young mientras apretaba los labios, incapaz de responder. Sabía que su hijo era fuerte, siempre lo había sido, pero nunca había esperado que hiciera algo tan radical, tan definitivo.

En ese momento, Jungkook comenzó a moverse, el sedante perdiendo lentamente su efecto. Sus ojos, aún borrosos, se entreabrieron y parpadearon con confusión. Intentó incorporarse, pero su cuerpo estaba débil, como si no pudiera responder del todo.

—Jimin... —murmuró, su voz áspera—. ¿Qué... qué está pasando?

Pero antes de que pudiera entender lo que sucedía, vio el cuerpo de Jimin en los brazos de su padre. Algo en su interior se rompió al ver a Jimin en ese estado. Todo se hizo dolorosamente claro: Jimin había pagado el precio que no quiso decirle. Se lo había ocultado para protegerlo.

—No... —Jungkook luchó por levantarse, sus movimientos torpes y desesperados—. Jimin, no... ¿por qué lo hiciste?

Jimin apenas podía mantener los ojos abiertos, pero una última lágrima rodó por su mejilla. Intentó sonreír, débilmente, mientras sus labios temblaban.

—Te lo dije... Jungkook... siempre... te protegeré...

Y con esas últimas palabras, Jimin perdió el conocimiento, su cuerpo cayendo por completo en los brazos de su padre. El ritual había terminado, pero el verdadero costo acababa de revelarse.

Jungkook, aún incapaz de procesar el dolor y la angustia, se dejó caer al suelo junto a Jimin, mientras las lágrimas silenciosas corrían por su rostro. Sabía que ahora todo había cambiado, ahora podia sentirlo, JIIMIN ERA SU DESTINADO, SU ALMA GEMELA.

Pero Jimin había sacrificado su propia vida, su bienestar, por él. Y esa culpa, ese peso, era más grande que cualquier cura que hubiera recibido.

El precio había sido pagado. Y Jungkook lo sabía: lo que habían perdido era mucho más que su maldición.



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⏰ Última actualización: Oct 22 ⏰

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Dulce y Tierno AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora