Jin estaba sentado frente al televisor, concentrado en configurar los controles para jugar un videojuego. Taehyung, que había estado vagando por la habitación, decidió sentarse a su lado y observar.
—¿Qué juegas hoy? —preguntó Taehyung casualmente mientras se estiraba perezosamente, echando una mirada al televisor.
—Un clásico —respondió Jin, sin despegar la vista de la pantalla—. Estoy probando un par de cosas nuevas en el juego.
Taehyung asintió, aunque su interés no estaba en el juego, sino en otra cosa. Jin se levantó para estar más cerca del televisor, Taehyung aprovechó el momento y, sin que el castaño lo notara, se acercó por detrás.
—¿Sabes? He estado observando algo últimamente —murmuró Taehyung, apoyando su cuerpo ligeramente contra Jin.
Jin frunció el ceño, confundido, pero siguió concentrado en los botones. —¿Ah, sí? ¿Qué es?
De repente, sintió la presión de algo... incómodo en su trasero.
Su cerebro tardó un par de segundos en procesarlo antes de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
—¡Tae! —exclamó Jin, levantando las manos del control e intentando alejarse, pero Taehyung, no se movía ni un centímetro.
—¿Qué? Solo quería estar cerca de ti —respondió Taehyung, empujando su paquete de manera demasiado evidente contra Jin.
El castaño intentó retroceder, pero estaba atrapado entre su novio y el televisor.
—Sabes que no podemos hacer esto aquí —murmuró Jin, su cara completamente roja—. Y menos así, tan descarado.
—¿Por qué no? No tienes ideas de lo bueno que estás, todo perfecto... —Taehyung deslizó las manos por hombros anchos de su novio.
Justo cuando Jin estaba a punto de protestar de nuevo, la puerta de la habitación se abrió bruscamente.
—¡Hyung! ¿Puedo...?
Jin y Taehyung se quedaron congelados mientras el hermano del castaño entraba sin previo aviso, deteniéndose en seco al ver la extraña escena.
Jin, rojo como tomate, intentaba apartar a Taehyung, mientras este seguía pegado a él con una sonrisa descarada.
—¡Esto no es lo que parece! —exclamó el castaño, soltando un resoplido nervioso mientras intentaba disimular la incomodidad.
Jungkook los miró durante unos segundos, luego alzó una ceja y cruzó los brazos.
—No quiero ni saberlo... —dijo Jungkook lentamente, girándose para salir de la habitación mientras Jin suspiraba de alivio y empujaba al pelinegro de una vez por todas.
—¡Eres un idiota! —murmuró Jin, frotándose el rostro con las manos.
—Pero un idiota adorable —respondió Taehyung, sonriendo con satisfacción.
Jin negó.
*****
El castaño suspiró mientras se sentaba en su silla, sintiendo un ligero malestar que lo invadía. Su piel estaba más pálida de lo normal, y sus ojos tenían un brillo cansado.