Aurora
-Ese te queda hermoso- dice Beatriz que se encuentra sentada en su cama
-No sé- estoy vistiéndome para ir al palacio, resulta que la reina quiere verme y Alexander me vendrá a buscar, además que aprovechará para hablar con mi padre
-Este te queda muy bien Aurora- Llevo un vestido sencillo pero elegante, con una falda verde que fluye suavemente y un corsé ajustado con cordones. Las mangas blancas, abullonadas, contrastan delicadamente, mientras que un cinturón de cuero marrón ciñe mi cintura. Me lo regaló mi padre de cumpleaños y nunca lo había usado hasta el día de hoy. El pelo me lo dejé suelto con ondas y me puse un poco de labial, no estaba tan mal
-Bueno está bien , me quedo con este- digo mirándome en el espejo frente a mi
-Aurora- me llama mi madre- creo que llegó el príncipe
-Ya voy madre
-¿Estás nerviosa?, vas a conocer a la Reyna- dice Beatriz
-Uno poco, vamos- antes de salir me miro por última vez y suspiro. Al salir me encuentro al príncipe hablando con mi padre
-Hola- al escucharme se levanta y me repasa de pies a cabeza, mientras yo hago lo mismo con él, Alexander viste una capa negra larga y pesada que cae con elegancia. Su abrigo ajustado, con detalles dorados y un cinturón adornado, destaca su porte noble y poderoso. Las hombreras bordadas y las botas de cuero negro refuerzan su presencia imponente y autoritaria.
-Hola Aurora- dice mientras me mira a los ojos, su mirada es penetrante como si pudiera ver más allá de mi
-Entonces son novios- habla mi padre rompiendo lo que sea que había entre nosotros
-Si- hablo , aunque sé que ya había interrogado a Alexander
-No me importa que seas el príncipe, si le haces algo te mato
-Daniel, es el príncipe- habla mi madre, pero mi padre a mi padre no le importa, él sigue fulminándolo con la mirada
-No, está bien señora, entiendo- dice con una sonrisa y ruedo los ojos
-Vámonos- digo ya cansada de esto, solo quiero irme para terminar con esta falsa y volver para dormir, si ellos supieran que todo esto es mentira, aunque no del todo, porque me voy a casar y tendré que vivir con este princesito
-Si, vamos-dice para luego despedirse de mis padres- fue un gusto haberlos conocido
-El gusto es mío príncipe- le responde mi madre y el asiente
-Cuídala- es lo único que dice mi padre
-Siempre- dice mirándome y ruedo los ojos- Vamos- me agarra de las manos y salimos de mi casa- Estás hermosa- suelto su mano cuando ya estamos lejos
-Gracias
-Ya sé a quien saliste con ese carácter-dice cuando ya estamos dentro del carruaje
-¿A quien? , según tu- digo mirándolo
-A tu padre- dice para luego sonreír
-Pues si- digo para luego mirar por la ventana el hermoso atardecer, amo admirar el cielo
-Es hermosa la vista- dice Alexander
-Si, lo es- de verdad que lo es- los colores del cielo nos recuerdan la belleza de lo simple- digo sin pensar, arrepintiéndome al instante, no sé por qué le dije eso
-Así es- me volteo para verlo y me lo encuentro mirándome con algo en sus ojos que no puedo descifrar
-¿Tus padres saben que nos vamos a casar? O saben lo mismo que mis padres-Saben todo, no te preocupes
-¿Tú le dijiste?
-No, mi madre se dio cuenta, lo supuso y luego se lo confirme, siempre se da cuenta de las cosas, nadie le puede mentir, parece bruja- dice sonriendo, tiene una sonrisa linda
Pero que dices Aurora, ash
-Ah
-¿Nerviosa?- un poco
-No- miento y se da cuenta
-No tienes que mentirme preciosa
-No me digas preciosa- digo fulminándolo con la mirada , pero él ni se inmuta, lo contrario, se va acercando a mí como si fuese un depredador- ¿Qué haces?- alza su mano hasta posarla en mi cuello, acerca su rostro tanto que un solo movimiento bastaría para que nuestros labios se rozen
-No tienes por qué estar nerviosa, mis padres no son tan malos- mi respiración cada vez se vuelve más pesada, se acerca hasta que sus labios quedan cerca de mi oído para luego susurrarme- Tu respiración de delata Aurora, sé que no te soy indiferente
El calor de su aliento en mi oído me estremece, pero me obligo a mantener la compostura. No puedo mostrarme débil frente a él. Intento apartarme, pero su mano en mi cuello es firme, no aprieta, pero tampoco me deja ir. Sus labios descienden lentamente, rozando apenas la piel de mi cuello. Mi respiración se acelera de nuevo, y esta vez no puedo ocultarlo. El calor de su proximidad me quema, y su toque, aunque suave, envuelve mi cuerpo como una red donde no puedo escapar. Siento su boca detenerse justo en el punto donde el pulso late con más fuerza. No hace falta que mire para saber que está sonriendo, disfrutando de cómo mi cuerpo me traiciona. Cierro los ojos, intentando buscar fuerza en mi interior. Sus labios, en lugar de detenerse, comienzan a moverse con más decisión, dejando un rastro de besos que recorren mi cuello lentamente. Mi piel se eriza bajo su toque, y cada beso parece encender algo dentro de mí que no puedo controlar.
—Alexand... —trato de detenerlo, pero mi voz se apaga entre susurros cuando siento cómo su boca se desliza hacia la base de mi cuello.
Su otra mano, que hasta ahora había estado quieta, se posa suavemente en mi cintura, atrayéndome hacia él. Sus besos se vuelven más profundos, más intensos, recorriendo cada rincón de mi piel expuesta. Cada toque de sus labios me roba el aliento, y antes de que me dé cuenta, estoy respondiendo, inclinando mi cabeza ligeramente para darle más acceso y soltando gemidos
—Dime que me detenga —susurra contra mi piel, su voz baja y grave, pero lo único que puedo sentir es el calor que nos rodea y la forma en que su cuerpo se ajusta al mío. Mis manos, que antes intentaban resistir, ahora se aferran a él, casi por instinto- Dime preciosa- no digo nada, no, no quiero que se detenga, pero no pienso decirle
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La Debilidad del Rey
RomantikEl príncipe del reino de Quiverfang Alexander Baskerville Capell, cumple sus 21 años, edad adecuada para poder ser coronado como rey, pero hay una condición, una regla que se ha cumplido de generación en generación, y es que antes de ser coronado ne...