Aurora
El carruaje se detiene frente al palacio, y no puedo evitar sentir un pequeño nudo en el estómago. Mientras Alexander me ofrece su mano para bajar, trato de mantener una expresión tranquila, pero sé que el nerviosismo es difícil de ocultar. Tomo su mano, notando la familiaridad de su toque, pero también esa constante tensión que parece estar siempre entre nosotros. El palacio está iluminado, y las risas y la música llenan el aire. Nunca había asistido a un evento de este tipo, y menos como la acompañante de Alexander.
A medida que nos acercamos a las grandes puertas, el bullicio de la fiesta se hace más claro. Me pregunto qué pensarán los demás de mí. ¿Me verán como la prometida adecuada para Alexander o simplemente como una desconocida más que ocupa el lugar de alguien que no debería estar aquí? Los nobles pueden ser crueles con sus juicios, y aunque nunca me ha importado lo que piensen los demás, esta noche siento un peso extraño sobre mí.
Mientras caminamos juntos, siento la mirada de Alexander sobre mí de vez en cuando, como si quisiera decir algo, pero no se atreve. Quizá sea mejor así. Después de lo que pasó anoche, no estoy segura de cómo manejarlo. Todavía puedo sentir el calor de sus labios en los míos, y aunque mi cabeza me dice que fue solo un beso, algo dentro de mí sabe que fue más que eso.
Por un momento, pienso en decirle algo, hacer un comentario ligero para romper el silencio, pero no puedo. El peso de todo lo que ha pasado entre nosotros me mantiene callada. Además, no quiero darle la satisfacción de saber que todavía pienso en ese beso.
Cuando llegamos a la entrada, las puertas del palacio se abren de par en par, revelando el interior lleno de luces y gente que ríe y conversa animadamente. Me detengo un instante, sintiendo que mi corazón late un poco más rápido. No sé por qué, pero estar aquí con él hace que todo se sienta más real. Esto ya no es solo un trato en papel, sino algo que todos verán y comentarán.
-¿Estás bien? -escucho la voz de Alexander a mi lado, más suave de lo habitual.
Asiento, sin mirarlo, y respiro profundamente. No quiero que sepa que me siento incómoda. He manejado situaciones más complicadas antes, puedo manejar esto.
-Vamos -digo simplemente, tomando la iniciativa de entrar.
Caminamos juntos por el gran salón, y casi de inmediato noto las miradas. Algunas son curiosas, otras más inquisitivas. Intento no prestarles atención, pero es imposible ignorar el murmullo que empieza a recorrer la sala cuando pasamos.
Arianna, la sobrina consentida de su madre, aparece de pronto frente a nosotros. Es encantadora, con una sonrisa brillante y ojos llenos de energía juvenil. Corre hacia Alexander y lo abraza, como si no lo hubiera visto en años, a pesar de que probablemente se vieron ayer.
-¡Has venido! -exclama ella con una risa, y luego me mira-Y trajiste compañía.
Siento su mirada evaluadora sobre mí, pero la sonrisa no desaparece de su rostro. Arianna parece genuina, aunque es difícil saber si realmente lo es o si simplemente está siendo educada. Al menos no hay un rastro de hostilidad.
-Arianna, te presento an Aurora -dice Alexander con un tono tranquilo-Aurora, ella es Arianna, la reina de la noche.
-Es un placer conocerte, felicidades-digo con una sonrisa, tratando de sonar tan relajada como me es posible.
-Gracias, el placer es mío -responde ella, inclinando la cabeza-He oído hablar mucho de ti. Espero que disfrutes la fiesta.
No sé qué tanto ha escuchado de mí, pero su tono es amistoso, y eso alivia un poco la tensión. La veo intercambiar algunas palabras más con Alexander antes de desaparecer en la multitud.
Cuando se aleja, respiro aliviada. Por lo menos, no fue un encuentro incómodo. Pero mientras me muevo entre la gente con Alexander a mi lado, no puedo evitar sentirme fuera de lugar, este no es mi mundo, pero lamentablemente trende que acostumbrarme. El resto de la noche promete ser larga, y aunque intento concentrarme en disfrutarla, sé que nada será sencillo entre nosotros.
-Vamos, te presentaré a unos amigos -dice Alexander mientras entrelaza su mano con la mía, guiándome por el salón.
Frente a nosotros, veo varias mesas, y en la más grande parece estar la cumpleañera junto con sus amigos. Lo deduzco no solo por el tamaño de la mesa, sino también por la presencia de algunos jóvenes que claramente son miembros de la realeza, fácilmente identificables por sus vestimentas, mucho más elaboradas que las del resto.
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La Debilidad del Rey
RomantikEl príncipe del reino de Quiverfang Alexander Baskerville Capell, cumple sus 21 años, edad adecuada para poder ser coronado como rey, pero hay una condición, una regla que se ha cumplido de generación en generación, y es que antes de ser coronado ne...