006: no otra vez...

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NICHOLAS.

Ya eran las ocho pasadas cuando aún me encontraba en la puerta de Julieta, esto de estar esperándola y que se nos haga tarde se le estaba haciendo costumbre.

Pesada

Teníamos que estar a las ocho
¿Qué estás haciendo?

Poniéndome mis aretes
Deja de pitar, ya bajo

No hasta que bajes

Gruñón.

Decidí dejarla y esperar así que me puse a revisar mensajes, tenía una tonelada de mi padre, los cuales así como llegaban los borraba y nunca los abría. Seguramente quería recordarme que sin él no hubiese sido nada, pero yo estaba demasiado ocupado en una de las noches más especiales de mi carrera hasta el momento. Me miré por el espejo del carro y me veía bien, mi estilista había hecho un excelente trabajo al elegir este traje color cereza el cual hacía juego con mi corbata. Peine mi cabello para el costado arreglándolo cuando por fin escuché el sonido de la puerta de entrada de Julieta.

Al girarme para verla sentí que mi mandíbula iba a caer, tenía un vestido turquesa apretado que se abría por sus muslos dejando ver sus largas piernas y su cabello suelto parecía moverse en cámara lenta chocando con sus aretes plateados cada vez que daba un paso hacia mi carro, su rostro perfectamente retocado se iluminaba con los flashes de los paparazzi, y de un momento a otro sentí como mi polla se ponía dura marcándose por encima de traje.

—¿Vas a abrirme? —escuchaba gritar a Julieta mientras tiraba de la puerta del carro que tenía seguro.

Mierda.

Apague todas las luces del carro esperando que no lo note y le abrí, ella al entrar dejó la puerta abierta y me dio un beso en la mejilla mientras la prensa tomaba fotografías, lo cual no estaba ayudando a bajar a mi pequeño amigo.

—Hagamos esta noche lo más soportable posible para ambos —dijo luego de cerrar la puerta y comenzar a retocar su maquillaje en el espejo del copiloto.

—Mientras me hables lo menos posible todo estará bien, risitos

—¿Cuantas veces voy a decirte que no me llames así? ¿Por qué me lo dices de todos modos? —dijo irritada guiando su mirada hacia mi

—Porque eres rubia, y porque te molesta —dije mostrando una pequeña sonrisa ganadora mientras frenaba en una luz roja, haciendo que el carro de la policía que estaba escoltándonos frene detrás mío. —Además, en el cuento risitos de oro termina siendo devorada por el gran oso, creo que tenemos mucho en común con esa historia. —Dije acercándome a su oído, y sin dejarla hablar aceleré de nuevo.

El silencio no fue incómodo, ella revisaba su teléfono y la escuchaba enviándole mensajes de voz a su amiga Bea.

Al llegar ambos suspiramos mirándonos, no tenía ganas de fingir ser pareja de Julieta, esta sería una larga noche.

—Hagamos esto —dijimos ambos a la vez luego de asentirnos con la cabeza.

Y así fue, bajé yo primero arreglando mi traje y desabrochando el botón del saco, luego de que seguridad aleje a los paparazzi camine hacia la puerta de Julieta y la abrí, fingiendo una gran sonrisa en mi rostro le tendí la mano para ayudarla a bajar, una vez que ambos estábamos fuera, le entregué las llaves al recepcionista para que estacione el carro y deje un beso en el mentón de Julieta, desarreglando su cabello a propósito.

Todo lo que nunca te dije - Nicholas Chávez.Where stories live. Discover now