Capítulo 68: El que murió de amor

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Tino D.

Espero que la llegada de la manada sea pronta, necesitamos su ayuda y también fuerza. Por teléfono le indique a Will que se alojarían en la residencia donde antes yo vivía, además Fabrizio viene con ellos y por suerte los guiara. Nosotros también estamos llegando a Roma, así que, mientras ellos busquen a Cesar e Ivette, yo buscare la manera de sacarle información a tío Alonzo con la esperanza de buscar una alternativa de vida para Lucille.

Sé que algo ha perturbado sus sueños noches atrás, por la desesperación que sentía sé que se trata de algo malo, sin embargo, no quiere decírmelo. Yo también he tenido un sueño extraño desde hace algunos días atrás. En estos se presentaba Helena, ella se encontraba parada junto al árbol de aquella cabaña y tallaba la inicial de su nombre en la corteza. Llevaba puesto una especie de collar alrededor de su pecho, no llegue a distinguirlo bien, luego me miraba haciendo un gesto de aprobación. No sé qué signifique, quizá solo sea algo sin relevancia, hemos hablado tanto de ella que su imagen ahora no se me quitaba de la cabeza.

Después de tantos años me reencuentro con Pietro, él continúa encargándose de nuestra residencia, como siempre. Nos da la bienvenida y ordena a uno de los trabajadores que lleven nuestro equipaje hacia las habitaciones que preparo para nosotros.

- ¡Al fin, esta casa vuelve a tener vida! - dice graciosamente arrancándonos una carcajada.

Se sorprende enormemente al presentarle a Lucille como mi prometida. Aunque sé que no nos casaremos pronto, me gusta presumirla a donde quiera que vaya.

- Al señor va darle mucho gusto saber que su hijo mayor va a casarse, es más, creo que algo intuía de ello y por eso regreso a Roma.

- ¿Cómo dices? - eso es una mala señal.

- El señor Massimo está aquí también, llego esta mañana. Imagino que piensan celebrar su fiesta de compromiso por eso piensan reunirse toda la familia.

¡Lo que me faltaba!, Max está aquí y si se atrevió a venir es porque algo se huele o trae entre manos. Conozco a mi padre y no tiene ni un pelo de tonto, aunque ya le queden pocos.

- Bienvenidos sean - su voz grave retumba en todo el salón - que grata visita - expresa con sarcasmo al vernos a los cuatro.

- ¿Cómo supiste que vendríamos a Roma?

- No fue muy difícil, de un momento a otro todos tus amigos compraron un boleto de avión. De alguien tuviste que sacar tus dotes de investigador.

Mira a Lucille y de inmediato reconoce lo que ella es ahora, sabe en lo que se ha convertido. Desde que se alimenta de mi sangre su olor es un tanto más cargado y ese tenue olor a flores que emanaba de su ser, ya no está y ha sido remplazado por un olor a sangre fresca.

- Qué bueno volver a verte, Victoria - dice acentuando toda su fuerza de voz al pronunciar su nombre.

Ella lo observa un tanto extrañada.

- Pietro, gracias por todo. Puedes regresar a tus labores, yo me encargo de mis invitados.

Debo admitir que tiene gran control para mantener paños fríos ante situaciones tan tensas como esta. Pietro se va y quedamos a solas los cinco.

- ¡Porque no dijeron nada! - sus regaños no tardan en llegar.

- Max, déjame manejar esto a mi manera.

- Explícame que sucedió contigo Victoria, ¿Quién te hizo esto? - pregunta directamente hacia ella.

- Fue Claudio, él me convirtió inyectándome su veneno en el corazón mientras yo agonizaba en aquel hospital tras el accidente.

Mi Luna de Plata - PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora