ALINA
Dos años. Han pasado dos años desde la última vez que vi por última vez con vida a mi hermana.
El tiempo pasaba muy rápido y todos continuaban con su vida como si nada hubiera sucedido. A veces pienso que nada fue real y solo fue una terrible pesadilla de la cual no puedo despertar.
Mi teléfono suena en repetidas ocasiones, pero no atiendo, se perfectamente quien es. No debería extrañarle mi ausencia. Al cabo de un rato los mensajes siguen llegando.
Si no le contesto, seguramente vendrá a buscarme y es lo último que quiero ahora. Tomo mi teléfono y entro al chat.
6 llamadas perdidas
Cora<3: ¿Llegarás tarde?
Cora:<3: ¿Te espero en la cafetería como siempre?
Cora<3: ¿Estás bien? ¿quieres que vaya a buscarte?
Cora<3: Alina, al menos responde un mensaje y hazme saber que estás bien. ¡Cazzo!
Alina: Estoy bien, no te preocupes.
Su respuesta llega casi al instante de haber enviado mi respuesta.
Cora<3: Alina, no puedes vivir así toda la vida, el quedarte en tu cama no hará ninguna diferencia, lo sabes.
Ante el último mensaje me obligo a cerrar los ojos y respirar un par de veces. Decido no responderle y apago mi teléfono.
Bajo a la cocina por un vaso de agua y por la ventana veo a mi madre en su bata de dormir sentada en el área de la alberca tomando una de sus tantas tazas diarias de café. Como cada año.
Camino hacia la oficina de papá e incluso antes de entrar se que está trabajando. Toco la puerta antes de entrar, aún sabiendo que es en vano que lo haga.
Lo veo sentado tras su escritorio, leyendo un mar de papeles que parecen ser más importantes que nada. Igualmente decido intentarlo.
Mientras me acerco detallo que toda su oficina está inundada de papeles y carpetas con nombres en ellas que parecen importantes.
— Papá— le llamo.
El está tan metido en lo que firma que ni siquiera hace amago de soltar el bolígrafo.
—¡Papá! — le llamo más fuerte.
Sin levantar la mirada hace una mueca de molestia.
—¿Necesitas algo, Alina? — responde cambiando de hoja.
No sé porque pensé que esta vez sería diferente.
— Saldré a correr un rato, pero quería preguntarte si necesito a tu gente.
— No es necesario, mientras te mantengas dentro de los límites.
Muerdo mi labio inferior para evitar una pelea con él. Mantengo mi postura y me dirijo a la salida de su oficina sin mediar otra palabra con el.
***
Termino de ponerme mi ropa deportiva, alcanzo mi cepillo para hacerme una coleta alta. Cuando paso por el espejo me detengo, me observo de pies a cabeza por unos segundos y ya no me veo como hace un año, ahora solo soy un reflejo de lo que solía ser.
Tomo mis audífonos, mi teléfono y salgo de mi casa.
Comienzo trotando un par de cuadras mientras caliento y después de un par de minutos comienzo a correr. Acelero el ritmo esquivando a la gente que me encuentro en la acera. Tras quince minutos mis piernas me piden un descanso y llego hasta un parque dejándome caer en la primera banca que veo.
Tomo aire relajando mis pulmones y disfrutando de ver el atardecer, pasan minutos que se convierten en horas, miro a mi alrededor y ya quedan pocas personas. Me pongo de pie tomando el camino de regreso y no me doy cuenta lo lejos que estoy hasta que pasan cuadras y cuadras.
Maldigo no haber traigo agua, en mi defensa, era peso extra por acarrear.
En algún punto mis audífonos se descargan y los guardo en su pequeño estuche. Choco con un par de cuerpos en el camino y me disculpo siguiendo el mío.
Después de no se cuanto tiempo por fin llego a mi casa, lo primero que hago es correr por un vaso de agua a la cocina. Tomo vasos y vasos hasta llenarme. Joder. Un minuto más y me desplomaría.
Voy a darme un merecido baño. Creo que con el ejercicio de hoy ya hice el de toda la semana.
Subo a mi cuarto cerrando con llave y dirigiéndome al baño. Me quito la ropa y entro a la regadera, mientras el agua recorre mi cuerpo decido relajarme y disfrutar de esta maravilla. Al salir me pongo la primera pijama que encuentra. Mi estómago ruge exigiéndome comida.
Al bajar el último peldaño de las escaleras escucho que mis padres están peleando, nada nuevo.
—¡No te atrevas a decirme como es que tengo que hacer mis mierdas, Sofía! — grita colerizado.
— ¡No va a estar de acuerdo con esto y...!
— ¿Quieren dejar de pelear ya? — pido cansada.
Ambos voltean a verme, mamá se calla lo que estaba gritando y papá se contiene para no explotar, pero está furioso.
Vaya, al menos finge que le importa mantener la fachada de familia unida.
El voltea a verme y después cambia la mirada hacia ella y la sostiene allí por unos segundos, seguido de ello, sale de la cocina sin decir nada. Me cruzo de brazos hacia mi madre y espero a que diga algo.
— Hoy no está de humor— dice con una sonrisa forzada.
—¿Y cuándo si? — respondo con sorna.
— Alina, tienes que entenderlo, ha sido difícil...
<< Y una mierda>>
— ¡No! ¡No te atrevas a ir por ese camino mamá! — grito a la defensiva.
—¡¿No?! ¡¿Entonces por cuál?! ¡¿Ya se te olvidó de quien es la culpa?! — explota por primera vez.
<< Mía >>
— No lo olvides.
Es lo último que dice antes de irse y dejarme sola en la cocina. Me quedo sin palabras y mi mirada cae a mis pies. Siento como se me forma un nudo en la garganta. Tal vez tiene razón, esta vez la tiene.
Siempre soy yo.
***
Ha pasado un tiempo desde el último capítulo, uno corto, pero necesario. :)
Tengo un par de capítulos ya escritos, ¿¿quieren leerlos??
Debo admitir que cada vez se va poniendo mejor el asunto, guiño guiño.
Les subiré también el capítulo cuatro porque me emociona como va esta historia.
Gracias por leerme, quien sea que esté detrás de la pantalla. Gracias por darle a este libro la oportunidad de conocerlo.
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Perversa Venganza (+18)
Teen FictionLuka Montanari, líder de La Camorra, una de las mafias más peligrosas del mundo, sádico, manipulador y una fachada peligrosamente atractiva, quien tiene una sola cosa en mente: venganza. Alina Carusio, hija de una de las familias más poderosas de...