CAPITULO 5

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ALINA

Han trascurrido un par de días desde que me enteré que voy a casarme. Hasta ahora no he tenido el valor de decírselo a Cora y por más que pienso no encuentro una explicación aceptable para que lo tome sin preguntas.

Las hojas del contrato se deslizan hacia mi junto con un bolígrafo que dudo en tomar, pero el hombre frente a mí me recuerda las órdenes de don pendejo.

Hojeo levemente las hojas y un par de líneas llaman mi atención.

<< Está prohibido salir o tener cualquier tipo de intimidad con otros hombres >>

<< Queda terminantemente prohibido las muestras de afecto en público >>

<< Las faltas de respeto hacia el Don no son permitidas, de hacerlo el asignará el castigo que el considere pertinente >>

¿Y este de cual se fumó? ¿Qué clase de mujer cree que soy?

Con rabia continúo leyendo las siguientes líneas.

<< La esposa del Don deberá salir siempre con hombres que la respalden fuera de la mansión >>

<< Cada salida debe estar informada y autorizada por el Don >>

Y la nieve ¿de que la quiere don pendejo?

Volteo a ver al hombre que impacientemente espere que firme las hojas.

— Estas reglas son absurdas — me quejo.

Deja salir un suspiro como si estuviera hastiado de mi presencia. Pobre, el no tiene la culpa, solo es el mensajero. Que le den, si yo caigo lo arrastro conmigo.

Cuando por fin llego a la línea que contiene mi nombre con un nudo en la garganta estampo sin más la firma que me da la bienvenida a mi nuevo infierno.

Antes de que el hombre se vaya lo detengo haciendo que regrese unos pasos.

— Se que no estoy en condiciones de pedir nada — me observa sin inmutarse— pero me gustaría poder terminar la universidad antes de la boda.

— ¿Cuánto tiempo?

— Tres meses.

La mirada que me da no me da la esperanza que necesito, pero aun así dejo la petición sobre el aire.

— No te prometo nada niña — se apresura a seguir su camino a la salida.

Cuando por fin desaparece dejo salir el aire que contenía por los nervios y me deslizo por el sillón sin saber cómo voy a decirle toda esta mierda a Cora.

***

Tamborileo mis dedos inquietos sobre la mesa de la cafetería en que cité a Cora. A un par de metros veo la mata roja acercándose a mi con una sonrisa.

— Hola estrellita — me abraza y le correspondo— te escuché algo preocupada por teléfono ¿está todo bien? — me analiza buscando algún indicio en mi cara.

Tomo aire armándome de valor y repaso las líneas que llevo ensayando toda la tarde.

— Voy a casarme— suelto sin darle largas al asunto.

Detiene su café a medio camino y me mira a espera que le diga que es broma, cosa que no sucede. Mis ojos se empañan y ella comienza a preguntar.

— ¿Qué? — ¿con quién? — la duda continua— Si nunca te he visto salir con alguien ni ahora ni hace meses ¿Por qué me mientes?— me lanza preguntas que no se como responder.

Perversa Venganza (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora