Capítulo 4

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POV LENA

La nueva chica entra y la reconozco. Bien, no a ella, sino a su abrigo. Es la mujer que vi caminando esta mañana. Me pregunto si es por eso que llega tarde. Tal vez tuvo un problema con el auto. No puedo verla bien ya que su cabeza está gacha, pero es ella.

No capto lo que el señor Jones le dice, pero veo a Andrea darme una mirada y un guiño antes de que ella tome asiento. Pero no le prestó atención porque la nueva chica me tiene eclipsada.

Camina por el pasillo justo al lado de donde estoy sentada y toma el pupitre vacío a mi lado. Me enderezo y la miro, observando cómo se quita el abrigo. Es algo alta, pero muy delgada y me pregunto por un segundo si saltó un par de grados. Mis ojos recorren lo que pueden ver y la contemplo. Probablemente solo mide un metro setenta y dos, cabello rubio claro, ligeramente ondulado en las puntas. Desabrocha torpemente los botones de su chaqueta y me pregunto si sus manos están frías. Algo en mí quiere extender la mano y sostenerlas para calentarlas. Lleva un vestido de jeans y mis ojos recorren sus piernas, viendo que la rodilla de su media está rota. Entonces empiezo a preguntarme si se cayó, porque puedo ver un pequeño arañazo donde no hay tela. Al menos, lleva botas de invierno y no tiene que preocuparse por sus pies.

Cuando mis ojos suben a su rostro, gira la cabeza y me mira. Siento mi pulso acelerarse cuando nuestros ojos conectan y nos miramos. Sus grandes ojos azules son como los de una cierva solo que con el brillo del cielo en ellos. Tan perfectos y redondos con espesas pestañas alrededor. Sus mejillas están rosas y sus labios son rosados, y tengo la increíble urgencia de besarlos. Nunca he sentido este tipo de atracción por nadie antes y me toma por sorpresa.

Aleja la mirada nerviosamente y me doy cuenta de que he estado mirándola como una rarita durante todo un minuto. Me siento mal por ponerla nerviosa y quiero arreglarlo.

Enderezándome en mi silla, me inclino hacia ella y susurro tan calmadamente como puedo: —Hola—

Me mira y luego mira al profesor. Mis ojos echan un vistazo en la dirección del señor Jones, pero está en su propio mundo, dando una clase sobre El Rey Lear y la importancia de Shakespeare. No me ha dicho más de diez palabras en los pasados seis meses y dudo que vaya a empezar ahora. Viendo que el profesor no se da cuenta de nada, ella me mira con confusión.

—¿Estás bien? — Le digo, mirando a su rodilla. No quiero ser una total acosadora y decirle que la vi a un lado de la carretera, pero tengo este abrumador deseo de asegurarme de que está bien.

Baja una mano, cubriendo la rotura en su rodilla y asiente hacia mí. Después de un momento de silencio, la veo sacar un cuaderno y un bolígrafo. Los abre y empieza a tomar notas. Me inclino de nuevo en mi asiento, claramente desestimada, pero mantengo mis ojos en ella. Observo cada uno de los movimientos de sus pequeños dedos y la manera en que sujeta el bolígrafo. Es zurda y, por alguna razón, eso me gusta. Ocasionalmente aparta un mechón de cabello de su rostro y la observo con fascinación.

Quiero hacerle preguntas, lo cual es raro, porque normalmente evito hablar con cualquiera. No es que no esté interesada en cosas, solo que normalmente puedo resolverlas por mí misma. La pequeña charla con imbéciles en el vestuario que comparan a las chicas que han follado, o las chicas que quieren hacerlo conmigo por lo que puedo aportarles, no me interesa; porque, aunque juego en el equipo femenino soy intersexual y me hacen cambiarme en los vestidores masculinos. Aun así, por alguna razón, esta chica tiene mi atención. Parece que necesita que alguien la cuide, y estoy empezando a tomar un interés personal en eso.

Antes que lo sepa, la campana suena y me doy cuenta de que la he estado mirando todo el tiempo. Me incorporo y me acerco más a ella, con la intención de hacerle una pregunta, cuando casi me golpeo en el rostro con un uniforme de porrista.

—Hola, Lena. Te ves bien hoy. ¿Quieres escaparte conmigo del campus para ir a almorzar? Estaba pensando en ir a Joe's por una hamburguesa— Dice Andrea, inclinándose hacia mí—

—No, gracias— Me pongo de pie y tomo mi mochila, intentando rodearla.

—¿Estás segura? Podríamos tomarnos la tarde libre y puedes dar una vuelta en mi nuevo Mercedes. Mi papá me lo compró por mi decimoctavo cumpleaños la semana pasada. Soy legal ahora— Me guiña, pero no hay nada que me haga querer ir con ella. Aparte de no desearla, su auto es poco práctico en este tipo de clima.

—No— Digo con los dientes apretados queriendo que Andrea se pierda. La rubia se levanta y agarra su abrigo, y no sé cuánto tiempo más tengo —Oye, soy Lena— Sus grandes ojos azules se encuentran con los míos por un segundo y luego baja la mirada.

—Kara— La palabra es dicha tan suave y dulcemente que casi no la oigo.

—Sí, esta es Kara Danvers. La chica nueva. Debe apestar realmente empezar en una nueva escuela a mitad del año— Dice Andrea y la codea como si fueran mejores amigas —¿Quieres que la acompañemos a su próxima clase, Lena? Podemos dejarla y puedes acompañarme a español—

Quiero decir que no, porque no quiero ir con Andrea, pero deseo hablar con Kara. Kara mira a Andrea y luego a mí antes de alejar la mirada rápidamente. Está en silencio, así que asiento y Andrea rebota en sus pies.

—Genial. Vamos a salir de aquí—

Salgo junto a Kara y la veo sacar un pedazo de papel. Veo que es su horario de clases e intento no leerlo mientras andamos. Andrea está hablando, pero no presto atención a lo que dice. Solo sigo mirando a Kara por incluso el más pequeño de los movimientos.

Me acerco a Kara y extiendo mi mano y espero a que me dé su horario. Duda por un segundo y luego me lo entrega. Veo que tenemos cálculo avanzado. Después el almuerzo, entonces física, y por último periodo libre. Le sonrío y se lo devuelvo, preguntándome cómo he tenido tanta jodida suerte.

—La llevaré, Andrea. Tenemos el mismo horario hoy— Veo el fantasma de una sonrisa en los labios de Kara y caminamos lado a lado. Cuando vamos por otro pasillo, me doy cuenta de que Andrea nos dejó en algún punto sin que me diera cuenta.

—Gracias por mostrarme— Dice Kara en voz baja y sostiene su chaqueta contra su pecho.

—Claro— Agarro la puerta y la abro para que pase. Apunto a los asientos en la parte de atrás.

—¿Hay siempre un asiento vacío a tu lado? — Pregunta mientras deja caer su mochila.

—Ya no—

Shielding KaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora