7. La Fortaleza Roja I

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Las medidas tomadas para asegurar la protección de la princesa al principio no encajaron en su fantasía. No solo se perdería el viaje a Pentos con su familia, sino que la habían enviado (a ella y a Vermithor, su dragón) a Desembarco del Rey, para estar custodiada por la mismísima guardia real y pasar una estancia con sus tíos y primos. Regina a penas conocía a sus familiares de la capital. La última vez que los había visto era tan solo una niña y no recordaba casi nada.

Daemon hizo hincapié en su condición de protegida, o, en cualquier caso, invitada. La pequeña era la sobrina del rey, y no ejercería de dama de compañía de ninguna de sus primas o de su tía. El rey Viserys, por su parte, aseguró que Regina Targaryen recibiría el mismo trato que cualquiera de sus demás hijos pequeños. Al fin y al cabo, no se diferenciaba mucho en edad con algunos de ellos.

El día de la llegada de la princesa a Desembarco del Rey llenó las calles de gente deseosa de ver a la pequeña desmontar de Vermithor en Pozodragón. Por supuesto, Daemon y lady Laena la habían acompañado, así como Caraxes y Vhagar. Un carruaje condujo al trío por las calles de la ciudad hasta llegar a la Fortaleza Roja, donde les esperaba una calurosa bienvenida por parte de la familia real. Regina enseguida se sintió mejor. De pronto, se encontraba ilusionada por su temporada en la ciudad de la Corona, aunque esperaba que fuese corta. Cuando bajaron del carruaje, el rey Viserys y su hermano compartieron un cálido abrazo fraternal, y Daemon le dedicó una mirada cargada de significado. Viserys sabía bien lo que quería decir: su hermano dejaba a su cuidado su bien más preciado; a su primogénita. Nada podía pasarle a la niña en su estancia.

Tras el recibimiento, unos sirvientes escoltaron a Regina, acompañada por su dama de compañía, a sus nuevos aposentos. La habitación normalmente estaba destinada a invitados, pero había sido ligeramente personalizada con motivo de la estancia de la princesa. Sobre el lecho había almohadas y cojines suaves y mullidos, y todas las telas (sábanas, cortinas, tapicerías...) eran increíblemente lujosas. La decoración era sobria pero bonita, no era demasiado, pero convertía la recámara en un lugar cálido y hogareño para una niña noble como Regina.

Esa misma noche, un pequeño festín en honor de la recién llegada tuvo lugar en el salón del trono. No era nada exagerado, el rey insistió en que solo quería una reunión familiar para dar la bienvenida a la princesa, pero a Regina le parecía muy importante: iba a cenar con la familia real, aunque esta fuese, sin embargo, su propia familia. Su padre y lady Laena también asistirían, puesto que no se marcharían hasta el día siguiente, lo cual la tranquilizaba. Ni siquiera quería pensar en tener que despedirse de ellos.

No obstante, Regina quedó sorprendida con el ambiente de la cena. Se palpaba cierta... tensión. Aunque ella se limitó a observar y a ser agradable con todo el mundo, enseguida se dio cuenta de varias cosas: la princesa Rhaenyra, la hija mayor del rey Viserys y, por lo tanto, heredera al trono, no se llevaba del todo bien con la reina. Mantenían cierta distancia la una con la otra, y lo mismo se extrapolaba a los hijos de ambas. Los dos pequeños de Rhaenyra, de ojos y cabello oscuros, no jugaban con los hijos de Alicent, que eran algo mayores y de semblante más serio. Aegon, el mayor, se pasaba el tiempo molestando a los demás; Heleana, la segunda hija del rey Viserys, parecía estar perdida en su propio mundo. Jugaba con un escarabajo de madera y a veces reaccionaba a situaciones con comentarios fuera de contexto. Aemond, por su parte, tenía la misma edad de Regina, aunque esto no los convirtió en amigos. El niño se pasó la noche ignorándola, a pesar de los esfuerzos de esta en entablar una amistad. Daeron era el menor de los hijos de los reyes. Parecía más alegre que los demás y no tuvo problema en compartir sus juguetes con Regina, quien se mostró muy agradecida de poder relacionarse con alguien.

Los hijos de Rhaenyra, Jacaerys y Lucearys Velaryon, ambos menores que Regina, no se separaban el uno del otro. La princesa los sorprendió observándola desde lejos más de una vez, y, Lucearys, el más pequeño, en cierto momento, le dedicó una tímida sonrisa. En resumen, los dos únicos primos que se habían molestado en dirigirse a ella tenían seis años. No era un gran comienzo. Si al menos estuviesen aquí sus hermanas tendría con quien jugar, y no temería en absoluto acercarse a los otros chicos.

Fuego y Arena (Aemond Targaryen/Personaje Original) FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora