Capítulo 57

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Después de esa foto, Nicolás me dijo que iríamos a la mesa donde se encontraba su familia para conversar y festejar mi anuncio oficial como la nueva Luna. Sin embargo, en el trayecto, un joven se nos acercó.

—Gracias por la invitación, Alfa Nicolás. A nombre de la manada Estrella Azul, es un honor que nos hayas invitado —respondió aquel joven.

—Es un placer. Sabes que este tipo de eventos son muy importantes. Aunque tu manada y la mía han tenido diversas diferencias, es mejor dejar las cosas atrás y llevarnos bien —respondió mi chico, aunque sabía que esas palabras le costaron salir de su boca; su incomodidad era evidente a kilómetros de distancia. —Me sorprende que el Alfa Raúl te haya mandado a ti, Cristian, siendo su beta, si la invitación era directa para él y su esposa, Ángela.

—Ahora yo soy el nuevo Alfa de la manada. El Alfa y la Luna fallecieron en un accidente, y ahora yo soy el nuevo Alfa —respondió el joven con una indiferencia inquietante.

—Lo siento mucho. No sabía de la pérdida... —dijo Nicolás, algo impactado.

No sabía que si el alfa y la luna de una manada morían, el poder pasaba directamente al beta...

—Bueno, espero que puedas disfrutar de la fiesta. Con permiso —mencionó Nicolás, estrechando su mano antes de seguir avanzando hacia la mesa donde estaban sus padres.

Durante el trayecto, dudé si era adecuado preguntarle sobre lo que acababa de suceder, pero como saben que soy entrometida, decidí hablar.

—Si muere el alfa y la luna de una manada, ¿el que dirige la manada será el beta? —pregunté sin más, y mi pregunta pareció captar su atención.

—Así es. Al morir ambos, el poder pasa al beta.

—Pero si muere solo el alfa, ¿la luna se queda con el poder?

—No, el poder pasa directamente al beta, a menos que la luna esté embarazada o ya tengan un hijo. ¿Por qué lo preguntas? —mencionó Nicolás, tomándome de la mano.

—Es que me sorprendió mucho lo que acaba de pasar, y esa era mi duda —respondí, sin soltar su mano—. Además, sé que nada de eso sucederá porque estaremos juntos siempre.

Al oír esto, una sonrisa se forma en sus labios, y finalmente llegamos donde estaban sus padres. Con ellos estaban Pedro y su esposa, mientras que Ariana y Daniel se encontraban bailando en medio de la pista. Miré un momento a Nicolás, y él supo claramente que también quería unirme al baile, así que lo hicimos.

Llevábamos horas bailando, riendo y disfrutando de la compañía de todos. La música vibraba en el aire, el ambiente estaba lleno de alegría y amor, y me sentía más viva que nunca. Pero entre las risas y el bullicio, todo lo que realmente deseaba era estar a solas con Nicolás.

Cuando finalmente me tomó de la mano y me cargó en sus brazos, mi corazón se aceleró. Supe que nos dirigiamos a la habitación, y mientras cruzábamos el pasillo, no podía evitar sentir un cosquilleo de emoción. Cerró la puerta tras de nosotros con un suave clic que resonó en el aire, como si el mundo exterior se desvaneciera en ese instante.

—Ahora acabaré lo que había dejado pendiente —susurró, sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que me hizo temblar.

Me colocó suavemente sobre la cama, y ​​antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, sus labios estaban sobre los míos, llenos de pasión y deseo. Sentí su calor consumir cada rincón de mi ser mientras sus manos se deslizaban por mi espalda, acercándome a él. Cada beso era más intenso que el anterior, como si estuviera intentando grabar ese momento en mi piel.

Mi mundo antes de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora